A lo largo de 1994, Salinas se negó a devaluar el peso, su ego estaba por encima de la pobreza nacional. Zedillo rechazó dejar dos meses más a Pedro Aspe como secretario de Hacienda y la devaluación fue inevitable. Al parecer, el error de la administración entrante fue soltar la información privilegiada de lo que iba a suceder con el tipo de cambio a unos empresarios, estos la filtraron y se disparó la compra de dólares hasta que vaciaron las escasas reservas del Banco de México. El dólar pasó de 3.40 pesos a 8.70, es decir, subió el 114 por ciento.
El desastre no terminó con el rescate económico impulsado por el presidente Clinton. Faltaba agregar los desequilibrios bancarios. Los créditos otorgados a las familias terminaron en cartera vencida. Las tasas de interés subieron hasta en un 140 por ciento. Simplemente eran impagables. Técnicamente todo el sistema bancario tronó. Estábamos frente a la quiebra de la Nación. Así surge el Fobaproa. El robo más descarado hecho al país. El gobierno asumió como propios los créditos de los bancos nacionalizados en 1982 y reprivatizados a partir de 1991, con la venta de 18 de ellos.
En opinión de Agustín F. Legorreta, presidente de Banamex antes de la privatización, los nuevos banqueros eran casa-bolseros, de banca no sabían nada. “No solamente fue un proceso inducido, si no que fue un proceso en el que también se compraron estos bancos sin tener el dinero disponible para hacerlo, el propio gobierno concedió créditos para comprar los bancos o se hizo de la vista gorda para que los propios bancos comerciales dieran créditos a quienes querían ser accionistas de estos nuevos bancos privatizados”. En realidad, los bancos se compraron otro banco con créditos que ellos mismos se dieron. A eso se llamó “créditos relacionados”. La entrevista entre el periodista Ricardo Rocha y Ángel Isidoro Rodríguez, ex presidente de BANPAÍS ilustra el modus operandi:
“Rocha: ¿Cuánto debe?
Rodríguez: Pues yo tengo en mis cifras alrededor de 120 a 150 millones de dólares; esas son cifras que yo tengo de lo que es adeudos. Los únicos dos procesos penales por los que estoy sujeto son: uno, un crédito que le dio BANPAÍS a una empresa de aerotransportación para comprar unos aviones y que estos aviones no existían y que la empresa no existía.
Rocha: ¿De quién era la empresa?
Rodríguez: Es una empresa nuestra
Rocha: ¿Usted se prestó solito, de su propio banco?
Rodríguez: No, yo no me presté, pasó por los cánones que tenía que pasar, por el consejo de administración, por los comités de crédito, por todo.
Rocha: Sí, pero todos eran sus cuates”.
Jorge Lankenau Rocha, presidente del Grupo financiero Abaco-Confía, fue acusado del fraude más escandaloso en México, cuyo monto ascendía a más de 600 millones de dólares en conjunto, en contra de más de 250 inversionistas. Carlos Cabal Peniche, del Grupo Financiero Cremi-Unión, se dijo que simuló contar con los recursos para obtener la propiedad de las instituciones bancarias: “recibió créditos de Banca Cremi y del Banco Unión, y con ellos pagó al gobierno federal el monto de la operación de compra-venta durante el proceso de privatización”.
En los adeudos de Cabal Peniche se encontró la entrega de 25 millones de dólares para campañas políticas del PRI; entre las favorecidas se mencionó la de Zedillo y Roberto Madrazo. Rescatar al Banco Unión, propiedad de Cabal Peniche, fue una de las operaciones más costosas del FOBAPROA. El costo se estimó en más de 50 mil millones de pesos. Sin ningún límite, otorgó préstamos a sus empresas y no pagó.
Continuará…