El rotundo fracaso del Gobierno de cuarta en el tema de seguridad, la inefectividad del secretario de seguridad y la muestra de que la Guardia Nacional es sólo una corporación patito, producto de las ocurrencias y experimentos de López, es el saldo que deja el operativo fallido para capturar y extraditar a Ovidio Guzmán López, alias el “Chapito”.
Y es aquí, donde el intento de enjuagar culpas y torpezas no cabe, con el falso argumento de que “por evitar un baño de sangre y salvaguardar la vida de los ciudadanos”, decidieron rendirse ante el narco y regresar al Chapito a sus sicarios.
Es una situación similar a la de provocar un incendio en una casa y prontamente acudir como bombero a salvar la situación, para ostentarse como el héroe de la película.
Pues, no hay duda que quien provocó tal situación de alarma y puso en riesgo la integridad y vida de los culichis (culiacanenses) fue el propio Estado; debido a la torpeza para implementar un operativo para capturar al hijo del capo más peligroso del continente; por la ocurrencia de desmantelar las instituciones de seguridad pública, con miras a crear una corporación patito denominada Guardia Nacional; por amarrarle las manos al ejército y vulnerarlo al ridículo, haciéndolo objeto de agresiones y humillaciones, por parte de civiles y criminales; y por regresar a sus puertos a la marina, la institución más adiestrada para revertir la capacidad de fuego del narco.
Todos y cada uno de los elementos anteriores, han orillado al estado mexicano a capitular, no sólo en Culiacán, sino en varias ciudades del país, incluyendo nuestro querido Naucalpan. Cediéndole terreno al crimen organizado, incluso mejor organizado que el gobierno de 4ta., para exponer a los ciudadanos a la cadena de delitos, violencia y homicidios más numerosos, en la historia reciente de México.
Así, ya no son válidos los pretextos y ni las excusas, cumplidos ya los seis meses a los que López se comprometió que veríamos los resultados de la nueva estrategia de seguridad, no cabe ya echarle la culpa al pasado.
Los números oficiales no indican otra cosa más, en México estamos viviendo la peor crisis (a parte de la económica) de inseguridad, de lo que va del nuevo milenio. Estamos viendo más muertos y violencia en la pacificación del país de López, que en la mentada guerra de Calderón y Peña ¡Juntos!
La sangrienta realidad de México es de casi 100 homicidios por día, durante 2019. La magnitud de la tragedia y la desgracia para miles de familias es de 29 mil 629 personas asesinadas en México, durante los primeros 10 meses del gobierno de AMLO.
De manera olímpica el presidente López, superó la suma de muertos (en el mismo período) de los gobiernos de Calderón y Peña.
Lo que hemos atestiguado en la última semana, es el rotundo fracaso de López y la 4Ta. por “pacificar al país” y garantizar la seguridad de todos los mexicanos. En menos de una semana, el gobierno demostró su timorata inacción ante los acontecimientos de violencia en tres entidades: Michoacán, Guerrero y Sinaloa.
Durante cuatro días, el crimen actuó a sus anchas y sin el menor recato, en la emboscada de Aguililla, en el enfrentamiento de Iguala y el operativo fallido en Culiacán, dejando un saldo de 36 muertos, entre los que se contabilizan 15 elementos de seguridad y el ejército y 19 civiles presuntamente pertenecientes a grupos delincuenciales.
En lo que va del sexenio de López, las fuerzas armadas han recibido 204 agresiones, según datos oficiales. Después de la humillación de Culiacán, sin duda, estás cifras se incrementarán en el transcurso del actual gobierno, si es que éste no recapacita, reconoce errores y corrige.
Lo más evidente, es que el Comandante Supremo de las fuerzas armadas, y primer responsable de las áreas de seguridad ciudadana, ha errado en la estrategia: los “fuchis y guacalas” no repliegan, ni hacen huir a los delincuentes que están mejor armados que el propio ejército; el acusarlos con su mamá o, incluso ir más allá, con sus abuelitos, no han intimidado a los que cometen actos de violencia y delincuencia, para que dejen de actuar; ni siquiera recordarles a sus mamacitas ha funcionado.
México requiere de un jefe de estado centrado y bien fajado, que reconozca la realidad del país y se rodee de los mejores especialistas en el tema de seguridad, para actuar con inteligencia, eficacia y sin causar más daños a la población civil. México requiere de un presidente en sus cabales y no de un lunático que nos conduce hacia un Estado fallido y con fuerza armadas humilladas.