De lógica elemental: si un país está produciendo menos de su capacidad, pero está consumiendo más; es decir, hay menos productos en el mercado, pero hay más capacidad de compra de los consumidores, ¿Qué oportunidad tienen los oferentes para saciar la demanda, a falta de más mercancías?: subir los precios.
Es así como la transformación de cuarta arranca el 2020, con la inflación más alta en los últimos tres años, durante la primera quincena del año.
El repunte de la inflación se debe al alza de precios al consumidor de 0.27%, incremento que es el más alto para dicho periodo desde 2017, según el Inegi.
Lo anterior ha generado dudas en el Banco de México, respecto al impacto ocasionado por el incremento de 20% al salario mínimo y la necia apuesta, del gobierno de López Obrador, por privilegiar el incremento del consumo en detrimento de la productividad.
El incremento del salario mínimo para 2020, se suma al incremento del circulante (dinero) en la economía, derivado de la regaladera de dinero a segmentos de la población, con motivos populistas y que sólo buscan crear una base clientelar, para las siguientes elecciones.
En contraste, el gobierno de 4Ta. ha disminuido el gasto público y de inversión -que son las contrataciones a empresas privadas de servicios, obras de infraestructura y comunicaciones, que no están en la lista de caprichos y ocurrencias del presidente López- y que son el multiplicador del empleo y la inversión.
Es así, como la política de desarrollo lopezobradorista está entrampando a la economía, conduciéndola bajo presiones inflacionarias al incrementar el flujo de dinero que circula en el mercado de productos básicos, mientras que la capacidad productiva del campo, la industria y los servicios, se desaceleran.
Es decir, el público tiene más capacidad de consumo, dado que recibe dinero en efectivo del gobierno y se incrementaron los salarios por arriba de la productividad; pero, se ha estancado la capacidad de producir más bienes y servicios (reflejado en el cero crecimiento del PB).
Por tanto, si en el mercado hay más dinero que mercancías, el equilibrio entre la oferta y la demanda la dará el precio. Y, como hay más dinero disponible que productos en el mercado, el precio se ajustará al alza y, en el largo plazo, podría generar una espiral inflacionaria.
Se dice que la inflación es el impuesto de los pobres, ya que hace que el precio de los bienes y servicios se incremente y que el valor del dinero disminuya, lo que afecta el poder adquisitivo de las personas.
En un escenario de inflación, son los pobres las más afectados, puesto que no están en condiciones de incrementar sus ingresos en la misma proporción en que se incrementan los precios de los bienes y servicios.
La inflación hace a los pobres más pobres, dándoles pase directo al nivel de pobreza extrema, y a la clase media los conduce al borde de la pobreza. Tal vez, ese sea el objetivo de López Obrador: incrementar la base de pobres, para tener así más clientes cautivos a sus programas de dadivas de dinero a cambio de votos.
“El populista ama tanto a los pobres que los multiplica” -Gloria Álvarez-