CIUDAD DE MÉXICO, Méx.- A medida que el brote de COVID-19 fue avanzando por el mundo, los gobiernos de distintos países comenzaron a adoptar medidas de confinamiento y suspensión de actividades para evitar su propagación, mismas que nos regalaron postales de la naturaleza hace tiempo ocultas por el humo y la contaminación.
Como epicentro de la epidemia, China fue el primer país en mostrar una mejora en la calidad del aire, pues el cierre de fábricas y comercios derivaron en una estrepitosa caída de los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2) y carbono (CO2), que cada año provoca la muerte de 1,1 millones de personas, de acuerdo con la Universidad de Hong Kong (CUHK, por sus siglas en inglés).
Sin embargo, los efectos del encierro humano y la baja en la producción industrial también se han visto reflejadas en Madrid, donde pavorreales y ciervos han salido a las principales avenidas en busca de alimento; en la transparencia de los canales de Venecia por los que de nueva cuenta transitan peces y cisnes; así como en las calles de California hasta donde han llegado los coyotes para explorar.