¿Está listo para el regreso a la realidad?
El próximo lunes la mitad del país lo hará.
Ayer, como por arte de magia, se pasó del rojo sangre al naranja en dieciséis estados.
Sí, podrán reabrir ya actividades no esenciales.
Después de casi tres meses en cuarentena, de haberse quedado en casa y de picos que no lo fueron, que se postergaron según las necesidades del discurso, y de 16 mil 448 muertos y 139 mil 195 contagios, acumulados o no, el confinamiento se termina.
No es lo ideal.
No es congruente.
No cuando por la mañana el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell dijo en un video en twitter que continúa el semáforo rojo, que se está en riesgo de contagio y que así se mantendrá por semanas e, incluso, meses.
No cuando Andrés Manuel López Obrador dice lo contrario: que ya se va a la baja y que debe salirse, perder el miedo, y vivir la vida, manteniendo los cuidados.
No cuando dice que ya quiere ir al parque, ir a un restaurant, ir a una biblioteca, ir a una fonda.
No cuando dice ser responsable y aplicar las recomendaciones que le dan, pero no usa tapabocas y no acepta gel antibacterial.
No cuando a mediodía Claudia Sheinbaum asegura que la Ciudad de México está en rojo, pero el lunes se termina el no circula generalizado, se reabren las estaciones de Metro, Metrobús y más cerradas y se volverá, poco a poco, a la actividad.
No cuando por la noche López-Gatell asegura que medio país pasa de rojo a naranja, porque no se puede mantener el país cerrado y porque el daño económico también puede dañar la salud.
No cuando se informa de 504 muertes y 5 mil 222 contagios nuevos.
Y no cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS), esa que se ha ninguneado cuando no conviene el discurso, pero destacado y aplaudido cuando sí, asegura que en México se requiere un mensaje coherente y sin contradicciones del gobierno, porque la confusión es peligrosa.
-Los ciudadanos se sienten confundidos si escuchan diferentes mensajes y hay que garantizar que tengan la mejor información posible para protegerse a sí mismos, a sus seres queridos y a las comunidades, dijo ayer el director ejecutivo de la OMS para Emergencias Sanitarias, Mike Ryan.
México es séptimo país con más casos diarios y tercero en muertes, destaca Ryan.
Un millón 30 mil empleos perdidos
Andrés Manuel López Obrador lo advirtió desde el 24 de mayo: se perdería un millón de empleos por la pandemia.
-Yo tengo mi pronóstico de que con el coronavirus se va a perder un millón de empleos.
En Estados Unidos se perdieron 20 millones de empleos, guardadas todas las proporciones, dijo en un videomensaje.
Se quedó corto.
Ayer, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) dio a conocer cifras de terror: un millón 30 mil 336 mexicanos se quedaron sin trabajo de marzo a mayo.
Y los que faltan.
Hay que sumar junio, julio, agosto y hasta septiembre, cuando menos.
El Inegi (Instituto Nacional de Estadística y Geografía) dio a conocer una encuesta que revela una cifra escalofriante: 12.5 millones de personas se quedaron sin trabajo formal o informal y, en consecuencia, sin ingresos.
Realidad brutal, impresionante, dramática.
Y ahí entran los meseros, los ayudantes de cocina, los dependientes, los cargadores, los vendedores ambulantes y más.
Todos sin ingresos.
Los analistas y las consultorías, esas en las que no confía Andrés Manuel, han dicho que serán cuando menos un millón y medio de puestos formales perdidos.
Y si se suman los 400 mil que se cerraron en diciembre, que él mismo ha dicho, el descalabro actual ya es una tragedia, porque se alcanza ya el millón y medio, más lo que se acumule.
López Obrador asegura que se crearán dos millones de empleos, pero contempla 230 mil becas de jóvenes construyendo el futuro, los puestos no fijos de las obras del tren maya, del aeropuerto de Santa Lucía y de más programas sociales.
Tan solo en mayo hubo una desaparición de 344 mil 526 empleos.
Los patrones afiliados a la Coparmex aseguran que es el peor descalabro en la historia para un mayo.
Y yo añado que para cualquier mes.
Por eso el gobierno envía a la gente a la calle.
Por eso el discurso contradictorio.
Porque se ha perdido el control de la pandemia y porque ni el gobierno sabe realmente en dónde y cuándo terminará esto.
¿Está listo para volver a la realidad?
Vámonos: Si puede, no salga. Créame. Quédese en casa.
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