Poco a poco, despertamos en México y en el Mundo de aquel sueño colectivo por el que atravesó toda la humanidad a causa de la pandemia. Día a día, lenta, o abruptamente, los gobiernos y los pueblos del mundo intentamos regresar a la normalidad, ciudadanos, empresas y gobiernos, tímida y cautelosamente intentamos reencontrarnos con aquel pasado al que tuvimos que renunciar a la fuerza.
Aquellos días sin tráfico, tiendas, plazas, gimnasios, clubes y restaurantes cerrados en su totalidad, ese silencio desconocido al que la situación nos llevó, gradualmente va desapareciendo, para llevarnos… ¿A dónde? ¿A dónde ir o regresar? ¿Qué acaso no fue un regalo aquel encierro indispensable donde nos reencontramos con la misma esencia de nuestra humanidad?
Hace unos pocos días observaba un avión en el cielo, algo que fue tan cotidiano y que debido a la pandemia dejaron de volar y entonces me di cuenta de lo ruidosos y de lo invasivos que son, pero como siempre estaban ahí, no me daba ni cuenta.
Haciendo un balance de lo perdido y lo ganado, sin considerar por supuesto el dolor y la irreparable pérdida de quienes perdieron la batalla en la lucha contra el virus, el daño económico, pérdida de empleos y quiebra de negocios, quizá no todo haya sido en vano.
Trasladado a la vida económica, empresarial, comercial e incluso social, los seres humanos atravesamos un laboratorio de diversas pruebas que muy probablemente nos cambiaran en muchos aspectos para siempre. Descubrimos que podemos prescindir de muchas cosas y resolver otras tantas que antes hubiera parecido imposible.
Podemos plantear tendencias y modificaciones en los hábitos de consumo, empleo, actividades sociales, entre otras, sin embargo, quisiera hacer un planteamiento que va más allá de las proyecciones económicas, mercadológicas, políticas, etc. Y dejar abiertas las posibilidades a lo impredecible e incluso a lo imposible: ¿Querrá la humanidad regresar a ser y a hacer lo que hacían y eran antes de este encierro? ¿Quiere usted volver a la dinámica de vida profesional, pública y social de antes de esta pandemia?
Ya sea por voluntad o fuerza creo que la vida no va a cambiar, yo creo que ya cambió y estará en todos y cada uno de nosotros decidir si abrazar ese cambio global e individual y aprovecharlo para bien o resistirse e intentar volver a lo que fue y se fue.
Tomemos un bolígrafo o un lápiz, e igual que durante los pasados meses volvimos a lo esencial, sobre una hoja de papel los invito escribir a mano una carta, un escrito dirigido a cada uno de nosotros donde planteemos lo que vivimos y cómo queremos seguir viviendo, qué descubrimos, qué perdimos, qué aprendimos, a qué renunciamos y a qué nos adaptamos. Una vez escrito, leerlo, una y otra vez y descubrir a aquella persona en la que evolucionamos, estoy seguro de que con ello, nos daremos cuenta que ni las personas, ni las empresas debemos confiarnos en que volveremos a la normalidad ya que quizá no era normal.
No sea volver a lo anterior una victoria pírrica, donde el costo de lograrlo sea tan alto que para alcanzarse el precio sea tan alto que se traduzca más bien en una derrota.
Despacito y con buena letra, hagámoslo de nuevo, pero esta vez hagámoslo bien, dándole valor a lo que realmente lo tiene y cortando aquello que igual que los aviones se ha convertido en un ruido cotidiano que no nos permite disfrutar del silencio.
Por Enrique Espinosa Olivar