Cinco meses y 40 mil muertos después, los funcionarios del gobierno mexicano promueven el uso del cubrebocas como instrumento de salvación no sólo física sino económica.
¿Por qué tuvieron que morir esos 40 mil mexicanos para que se entendiera que usarlo evita contagios?
El subsecretario de Salud Hugo López-Gatell ha dicho una y mil veces que el tapabocas o mascarilla no garantiza protección y que sólo se ha comprobado científicamente que evita que alguien portador del virus lo expulse y contagie, pero la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y diversas instituciones en todo el mundo opinan lo contrario: ayuda a evitar contagios.
No es casualidad que los países donde sus presidentes populistas se han negado a utilizarlo sean los que encabecen la lista con más contagios y más muertes:
Estados Unidos, con Donald Trump, suma 145 mil; Brasil, con Bolsonaro, acumula 81 mil 500; Reino Unido, con Boris Johnson, tiene 45 mil y México, con Andrés Manuel López Obrador superó anoche los 40 mil.
¿Qué tienen en común los cuatro, además de las decenas de miles de muertos y contagios?
Su negativa a utilizar el tapabocas.
Todos, sin excepción, aparecen en público sin un cubrebocas y envían una señal equivocada a sus gobernados:
“Utilizar una mascarilla no es importante, así que no me lo pongo”.
El mensaje llega al subconsciente de quien los observa y escucha y la reacción natural es tampoco usarlo.
Bolsonaro y Johnson ya se contagiaron de Covid-19.
Ambos llegaron, incluso, al grado de negar la existencia del virus.
Ya comprobaron que es real.
Andrés Manuel tuvo que colocarse uno por primera vez en público a principios de julio, cuando visitó a Trump en Washington.
Entonces, obligado por el protocolo de las aerolíneas, lo portó en el vuelo que le llevó primero a Atlanta, Georgia, y, luego, a Washington.
Y se sometió a las pruebas para detectar el virus, cuando se había negado, cuando menos en público, a hacerlo.
-¿Se imaginan cómo se vería el presidente utilizando uno? Qué mensaje se envía al pueblo? No, ha dicho el tabasqueño.
Y es ahí donde está la clave: López Obrador cree que se envía un mensaje de debilidad, de vulnerabilidad, de pérdida de fortaleza y seguridad.
Está equivocado.
Su equipo de imagen debiera decirle -sí, ya sé que es obsesivo- que, por el contrario, el mensaje sería positivo y hubiera evitado miles de contagios.
Seguro.
Y que López-Gatell está equivocado.
Con todo y su especialización y su doctorado en la Universidad Hopkins.
La lógica, sin pretender hacerle al epidemiólogo, es que si existe una barrera -tapabocas- entre la fuente de contagio y un posible contagiado, la probabilidad disminuye.
El problema ha sido la comunicación y la forma de dar el mensaje.
López-Gatell tiene razón cuando asegura que no es ciento por ciento protector.
Sí, pero ayuda.
Hay que lavarse las manos, no tocarse los ojos, la boca, los oídos y evitar estar a menos de metro y medio de las personas.
Todo, en conjunto, contribuye.
Pero no.
Su mensaje ha sido de desprecio, de rechazo y de negación.
La consecuencia, además de la nula estrategia de contención de la epidemia -¿para qué, si de todos modos se van a infectar?, ha dicho López-Gatell- y la escasa aplicación de pruebas, además de la falta de equipo en hospitales, son esos miles de muertes y contagios.
El secretario de Hacienda, Arturo Herrera, dijo ayer algo que es absolutamente cierto: el cubrebocas será clave en la recuperación de la economía.
¿A qué se refiere?
A que debe utilizarse, a que hay que protegerse para evitar contagios.
¿Cómo?
Con cubrebocas, con máscara, protector facial o escudo de acrílico.
Y con la serie de medidas conocidas.
Ya lo había advertido el fin de semana: esta crisis obliga a ajustar la economía y la crisis durará, cuando menos, año y medio.
Ayer lo reiteró: será, cuando menos, hasta julio de 2021.
Trump, por cierto, modificó el discurso ayer: utilizó el tapabocas en público y pidió a los ciudadanos utilizarlo si no pueden mantener la sana distancia… para evitar los contagios.
Ah, y volvió a pegarle a México -eso sí, llamó a Andrés Manuel extraordinario caballero- “porque ha sido golpeado muy duro por el coronavirus”.
Vámonos: México ya está en la fila de la vacuna.
El mundo espera que los experimentos tengan resultados positivos y que se consiga este año.
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