Claudia Sheinbaum Pardo ha hecho un esfuerzo por combatir los contagios de Covid-19 y por marcar distancia de Hugo López-Gatell, zar anticoronavirus del gobierno federal, pero la economía, como a éste, le ha ganado.
Ha aplicado pruebas, ha dado seguimiento de contactos, ha entregado kits casa por casa, ha enviado a visitadores a buscar casos y ha pedido utilizar cubrebocas, además de quedarse en casa.
Diferencia absoluta con la estrategia del subsecretario de Salud, quien ha dicho una y otra vez que el cubrebocas no sirve, que no ha probado su eficacia y que sólo es efectivo en ciertos casos.
En un país de 125 millones de habitantes, donde hay 56 millones en pobreza, 11.6 millones en pobreza extrema, una clase media en ruta de extinción y un grupo selecto de millonarios que mueven los hilos, no es fácil pedir que se queden en casa.
La economía sufrió la peor caída en el segundo trimestre de este año desde la Gran Depresión de 1929, con -18.9 por ciento en términos reales, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Se perdieron oficialmente 1.2 millones de empleos, aunque el Banco de México informó en julio que fueron 12.18 millones.
De estos 12 millones 180 mil empleos que se perdieron, 3.72 millones fueron formales y 8.46 millones informales.
El daño es mayúsculo.
La caída de -17.3 supera la de los errores de diciembre del primer trimestre de 1995, de -5.8 por ciento, y la del primer trimestre de 2009,de 5.1 por ciento, así como el segundo trimestre de 1995, con -8.6 por ciento, y el mismo periodo de 2009, con -7.7 por ciento, según el mismo Inegi.
Sheinbaum Pardo tomó distancia del subsecretario de Salud desde que éste dio muestras de incongruencia y comenzó a negar la utilidad del cubrebocas con tal de quedar bien con Andrés Manuel López Obrador quien, como Donald Trump, Jair Bolsonaro y Boris Johnson, se ha negado a utilizarlo y hasta ha minimizado su eficacia contra los contagios.
Además, cuando quiso sancionar a los gobernadores por no acatar el semáforo de alerta.
Pero esa lealtad política mal entendida y obligada hacia su protector le ha llevado a portar el cubrebocas en las conferencias propias, y a quitárselo en las de Palacio Nacional, llamadas mañaneras, cuando está con él.
De hecho y pese a las medidas de prevención que ha seguido e implementado, Sheinbaum Pardo dio positivo hace un par de semanas, por lo que debió resguardarse en cuarentena.
Así, con la CDMX dañada económica y financieramente, la mandataria local ha permitido que se opere en un semáforo naranja con alerta de rojo, en la práctica un amarillo que es verde.
Y eso, sumado a la ignorancia, necedad y escasa cultura de la salud, así como a la falta de empleos formales y a la citada pobreza entre los habitantes, tiene a la capital del país operando en rojo -negado por Sheinbaum- que en realidad es verde.
Verde por la cada vez mayor movilidad, no porque se haya dominado la epidemia.
El disparo de casos y muertes llevó a la jefa de gobierno a anunciar ayer el cierre de bares, restaurantes y antros por quince días, lo que significa un nuevo golpe a la economía de dueños y trabajadores, que parecían comenzar a estabilizarse.
Habían recibido la autorización para operar como restaurantes al reconvertirse, pero, ahora, deberán bajar la cortina.
Gimnasios, cines, casinos y otros negocios en local cerrado operarán con horario reducido.
Seguimiento de contactos y más pruebas
Como una muestra más del distanciamiento con López-Gatell, la amiga de Andrés Manuel ordenó aplicar pruebas rápidas, esas que detectan anticuerpos, así como las PCR, que buscan al virus en el momento.
Para ello integró brigadas e instaló quioscos en las zonas rojas o más peligrosas de la capital del país, donde se aplican las pruebas y se atienden casos sospechosos.
Ayer dijo que se duplicarán los exámenes de cinco mil a diez mil y que se obligará a las personas a escanear un código QR al entrar a negocios cerrados, para, en caso de detectarse un caso positivo, contactarles y comenzar el protocolo.
Gran diferencia con el llamado rock star de la Cuarta Transformación (4T), quien, en sintonía con lo que ordena y quiere Andrés Manuel, dijo desde el principio que las pruebas y los cercos sanitarios en las entradas y fronteras no sirven y que el virus de todos modos iba a llegar.
Palomita para Sheinbaum Pardo porque lo intenta, pero tache porque ese seguimiento más detallado lo hace muy tarde.
Nomás siete meses después de que comenzó la epidemia, allá por marzo-abril.
Y nomás 16 mil muertos después, en la CDMX, y 98 mil a nivel federal.
Obvio, en cifras oficiales, donde hace falta sumar, al menos, una cantidad similar en ambos casos.
¿Y para López-Gatell?
Tache.
La estrategia sin estrategia es sencilla: que se contagie el que se tenga que contagiar… y que se muera el que se tenga que morir.
Se dobla
-No iremos a un encierro. Esta administración no irá a un encierro, dijo Donald Trump ayer en el Jardín Rosado.
-Con suerte el – pase lo que pase en el futuro-, quién sabe qué administración será. Supongo que el tiempo lo dirá, pero puedo decirles que esta administración no se cerrará, finalizó.
Trump comienza a asimilarlo.
Y no es fácil dejar de ser el hombre más poderoso del planeta.
Vámonos: Fin de semana largo.
Ya falta menos para que termine 2020.