El Partido Verde Ecologista de México (PVEM) está podrido desde su raíz.
Sus dueños, Jorge González Torres y su hijo, Jorge Emilio González Martínez, conocido como El Niño Verde, no conocen la congruencia.
Siempre han sido oportunistas.
González Torres ha sido el único candidato presidencial propio. De familia ligada al negocio de los medicamentos -tan vigente ahora con el tema de los medicamentos oncológicos y su falta en el sistema de salud público- Javier González Torres, su hermano, aparece como dueño de las Farmacias Similares.
El Doctor Simi.
El Verde sirvió al Partido Revolucionario Institucional (PRI), que le llevó de la mano sumando cargos, curules y escaños.
También al Partido Acción Nacional (PAN), cuando Vicente Fox Quesada sacó a patadas de Los Pinos al Partido Revolucionario Institucional (PRI), en 2000.
Y luego a Movimiento Regeneración Nacional (Morena), propiedad de Andrés Manuel López Obrador.
El Partido Verde Ecologista de México, que ni es verde ni ecologista ni, mucho menos, de México, ha vendido caro su amor.
En sus filas, Televisa y TV Azteca han colocado piezas que, en el Congreso, han servido para aprobar leyes a su favor.
Se le conoce como telebancada.
Pide, exige cargos y los consigue.
Jorge Emilio ha estado involucrado en diversos escándalos. Como presidente del partido, diputado y senador.
Ha sido acusado de traficar permisos de construcción en Cancún, Quintana Roo. También de organizar una fiesta en un departamento presuntamente suyo en la torre Emerald igualmente en Cancún, en la que murió una mujer búlgara.
En ambos casos no se le fincó responsabilidad por falta de elementos, según la Fiscalía quintanarroense.
Sus propuestas escandalosas e incongruentes le han caracterizado. Por sus raíces en el Pedregal, sus integrantes son, en su mayoría, personajes con solvencia y poder económico.
Ayer, el Instituto Nacional Electoral (INE) dio a conocer que en la elección del 6 de junio pasado, el Verde pagó 20 millones de pesos a personajes con miles de seguidores en twitter y facebook para promover, ilegalmente, al partido en plena veda.
Ya lo había hecho en ocasiones anteriores y las multas, aunque escandalosas, son una burla porque se pagan con los recursos que recibe el partido del erario: o sea, con los impuestos de todos.
Esta vez serán 40 millones de pesos -el doble de lo que pagó por la campaña ilegal-, pero recibió 542 millones de financiamiento.
Negocio redondo.
Miguel El Piojo Herrera, Galilea Montijo, Raúl El Negro Araiza y más han participado en las campañas.
El Verde, así como el Partido Encuentro Solidario (PES), antes Encuentro Social hasta que perdió su registro en 2018 y sólo cambio de nombre para, ayudado por Andrés Manuel López Obrador, su aliado en los comicios presidenciales, para recuperarlo, son partidos que sólo sirven para sumar mayoría en las Cámaras.
Y vaya paradoja.
La trampa le sirvió, porque incrementará su bancada. De 11 diputados actuales brincará a casi medio centenar.
Esa es la historia del Verde, un partido que nació en 1986 y que ha sido sólo complemento de acuerdo con sus intereses y conveniencia.
Ni verde ni ecologista ni, mucho menos, de México.
Vámonos: Ricardo Monreal propone posponer la entrada en vigor de la ley de outsourcing.
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