Se puede ser oposición, se puede estar en contra, se puede diferir y eso han hecho los defensores del Poder Judicial, pero han olvidado el fondo de la discusión: ¿Dónde está la propuesta? Decir solo que no y hacer de su negativa una causa para confrontar a los otros dos poderes del Pacto Federal —Ejecutivo y Legislativo— es apostar por una estrategia que tiene como trasfondo atentar contra la estabilidad social del país. No tienen razón jurídica ni política, su activismo es por la defensa de los intereses propios y de sus patrocinadores a quienes servían; no responde a mejorar la impartición de justicia, están atados a los usos y costumbres del viejo régimen. Malas noticias para ellos, ese régimen, ese modelo de control ya no existe. El poder político en México vive una profunda reforma.
Dos factores estructurales operan en su contra. Primero, nunca pensaron que perderían el poder, que cambiaría de manos y la manera de ejercerlo; segundo, apostaban a que no era posible que, aun perdiendo las elecciones presidenciales, un partido alcanzara la mayoría en ambas cámaras del Poder Legislativo y, mucho menos, que tuviera la mayoría de las cámaras legislativas locales para que la reforma ejerciera sus efectos. El movimiento Lopezobradorista, a través del partido Morena, lo logró. Un error más de los opositores a la 4T fue anunciar una mora legislativa. Se pararon de la mesa y el que se para de la mesa pierde. Confrontaron al presidente AMLO, solo que nunca entendieron los alcances de la aceptación popular que tenía y que, lejos de bajar, esa popularidad creció. Ellos pusieron el clavo al ataúd del régimen que defienden, dejaron el foro de la discusión nacional al presidente y ahí perdieron el debate.
Si es que la reforma al Poder Judicial es tan grave como pregonan y dicen que las acciones de rechazo son para defender al Estado de derecho y la impartición de justicia ¿por qué no convocan a una consulta pública? ¿por qué no pusieron un texto alternativo a la propuesta aprobada por el Poder Legislativo? Simplemente, ese no es su propósito; quieren seguir con acciones propagandistas para desgastar la continuidad de la 4T. Su fuerza operativa es cupular, aliada y sostenida por los medios de comunicación nacionales que, a la vez, representan intereses de una minoría que antes tenía sometido al Poder Ejecutivo.
Ya no eran soldados del PRI como dijo alguna vez el propietario de Televisa, en los últimos treinta y seis años fueron los dueños del sistema político, sostenido por las prácticas del neoliberalismo. Crearon un país donde la corrupción no era parte del sistema, el sistema era la corrupción. Subordinaron a la clase política nacional y, en paralelo, crearon una burocracia privilegiada que recibía su parte a cambio de guardar silencio. Ufanos decían los del PRI robaban, pero dejaban robar. El pueblo raso, fue echado a un mar sin orillas de pobreza y marginación. Era como el trágico destino de Luvina de Juan Rulfo: Nosotros conocemos al gobierno, de lo que no sabemos nada es de la madre del gobierno. No había para dónde hacerse. Esa minoría rapaz era dueña de la riqueza nacional y de los poderes públicos, eso que elegantemente llaman los poderes constituidos.
A pesar su resistencia y sus intentos por desestabilizar al país, esta vez con la presidenta toparon señores ministros. Su gobierno es la continuidad de un movimiento socialmente aceptado, por lo que ejerce un poder legal y legítimamente ganado. Esa condición le permite tener una posición firme y no olviden que el Poder Constituyente también está de su lado.