Operación tamal, catafixia, ratón loco, carrusel, mapache, padrón rasurado, urna embarazada.
Como le quieran llamar.
Los integrantes de Morena se creen muy listos, pero, sobre todo, Claudia Sheinbaum, la prestanombres de Andrés Manuel López Obrador.
Hasta el viernes pasado -22 de noviembre-, los inscritos en el concurso para ministros, magistrados y jueces no llegaban ni a mil y, de pronto, ¡milagro!
¡Más de 30 mil!
Gracias San Andrés.
Y hoy, martes, se conoció que son más 49 mil.
En dos días, el número creció exponencialmente.
El plazo vencía el lunes 24 de noviembre.
Tanto Ricardo Monreal como el farsante Gerardo Fernández Noroña y, por supuesto, Claudia Sheinbaum y el zalamero ministro en retiro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea celebraron la cifra que saben es inflada y que los acarreadores morenistas se encargaron de arreglar.
Sabían que sería un fracaso y, entonces, fraguaron un plan para evitar el ridículo.
El ridículo de una decisión estúpida de López Obrador que, en realidad, es una venganza, como todo lo que ha hecho un sujeto acomplejado, resentido y rencoroso que tiene la habilidad de engañar, de seducir, de aprovechar la ambición del ser humano -con unos cuantos miles de pesos se compra la conciencia- y de utilizar a los pobres.
“Ayudando a los pobres va uno a la segura porque ya saben que cuando se necesite defender, en este caso la transformación, se cuenta con el apoyo de ellos.
“No así con sectores de clase media, ni con los de arriba, ni con los medios, ni con la intelectualidad, entonces no es un asunto personal, es un asunto de estrategia política”, dijo abiertamente el 4 de enero de 2023.
Una venganza en contra del Poder Judicial, porque jamás pudo controlar la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ni a los jueces que se atrevieron a contradecirlo.
Su primer intento fue cuando impulsó a la plagiara de dos tesis -licenciatura en la UNAM y doctorado en la Anáhuac- Yasmín Esquivel Mossa a la presidencia de la SCJN y fracasó.
Norma Lucía Piña Hernández y el grupo que se opuso siempre a sus locuras lo evitaron.
Luego, impidiendo con base en la ley sus abusos y sus decisiones egocéntricas y autoritarias.
Igualito que con el INAI (Instituto Nacional de Acceso a la Información), porque se conocieron los negocios turbios de sus hijos José Ramón, Gonzalo Alfonso y Andrés Manuel, todos de apellidos López Beltrán, al que ordenó eliminar con el argumento de opacidad.
La realidad es que, además de una revancha para evitar que se conozca la información de su gobierno y los subsecuentes, es que se necesitan los mil millones de pesos de presupuesto anual… para regalar en pensiones y becas porque ya no alcanza el dinero y, como lo dijo él mismo, “ayudando a los pobres va uno a la segura”.
La orden salió de Palacio Nacional y fue operada por Luisa María Alcalde Luján, líder de Morena, y por los delegados morenistas, así como senadores, diputados, alcaldes y legisladores locales en todo el país.
Era muy sencillo: bastaba con enviar un correo electrónico, tener acta de nacimiento o documento a la mano que avale ser mexicano; credencial del INE vigente; título que acredite licenciatura en Derecho; cédula profesional; certificado de estudios o historial académico.
Asimismo, constancia de residencia en el país; ensayo de máximo tres cuartillas donde se justifique los motivos de la postulación; y al menos cinco cartas de recomendación -sí, así de ridículo- “referencia, dice la convocatoria oficial” que respalden su idoneidad para el cargo.
Lo demás, la farsa de Palacio Nacional ayer con Sheinbaum diciendo que “fue todo un éxito” es eso: una farsa para continuar con la devastación del Poder Judicial… porque así lo ordena López Obrador.
Vámonos:
Dice Rubén Rocha Moya, gobernador de Sinaloa, que no dijo lo que dijo, pero que quería decir otra cosa.
“Ha habido encuentros entre los grupos criminales, directamente con la autoridad, esos se han reducido un poco pero ahí están”, dijo el lunes en declaraciones a medios tras acudir a la firma del Acuerdo Nacional por el Derecho Humano al Agua y la Sustentabilidad.
Horas después, dijo que se refería a choques, enfrentamientos, no a reuniones.
Como dijera una clásica:
¿Usted le cree a Rocha?
alberto.montoya@diahabil.com.mx @albermontmex