Un gobierno humanitario.
Buen salvavidas, mal argumento.
Claudia Sheinbaum Pardo trató ayer de minimizar la gravedad de las primeras decisiones de Donald Trump al asegurar, incluso, que declarar emergencia en la frontera, ya se había hecho desde 2019, en el primer mandato del republicano, y ¡no puede ser!, en el gobierno de su mentor, Andrés Manuel López Obrador.
La ex integrante del Consejo Estudiantil Universitario (CEU) en la época de Jorge Carpizo como rector de la UNAM y ex esposa del malandro Carlos Imaz, pretendió hacer creer al pueblo bueno y sabio -mismo cuento del tabasqueño que se fue a La Chingada (su rancho)- que no pasa nada y que Trump casi, casi es su amigo.
Pero no.
De entrada, la frontera está cerrada, se acabaron las citas mediante el CBP One para solicitar asilo, llegó la Guardia Nacional y comenzaron las deportaciones de indocumentados.
Mexicanos y de infinidad de nacionalidades.
Y es apenas el inicio.
Sheinbaum argumenta que “somos un gobierno humanitario y no vamos a dejar a los migrantes a la intemperie, por eso les vamos a ayudar, a atender”.
Sí, seguro.
La realidad es que ha aceptado el Quédate en México parte 2, que significa recibir a todos los extranjeros que piden asilo a Washington.
Para los mexicanos, además de la ayuda básica como alimento y refugio, está listo el kit del bienestar.
No se ría.
Les transporte a sus lugares de origen, inscripción al IMSS automática, así como a programas sociales ¡y dos mil pesotes para sus gastos extras!
¿Sirve eso a una persona que ganaba en Estados Unidos un salario de entre 80 y 100 dólares diarios, unos 2 mil pesos?
Lo cierto es que la sucesora de López no encuentra la forma de llegar a Trump, pese a que ya hubo diálogo por teléfono.
No ha tenido acceso al empresario.
Trump no está mintiendo cuando asegura que los cárteles del narcotráfico tienen sometido al gobierno de México y que éste no hace nada “porque los delincuentes también son seres humanos”, como justifica López Obrador para dejarles actuar libremente y no afectar sus estadísticas en índices de criminalidad.
Por eso, el mandatario estadounidense decidió declarles organizaciones terroristas internacionales, lo que le faculta, incluso, para atacarles si lo considera necesario no sólo en su territorio, sino más allá de la frontera.
El magnate no exagera cuando asegura que los traficantes de drogas son asesinos, peligrosos delincuentes que ponen en riesgo a los estadounidenses.
Sí, ya sé que los fieles seguidores de Morena dirán que los consumidores están allá y que también hay distribuidores y vendedores, pero lo cierto es que la droga se envía desde México, aunque lo niegue el gobierno.
También, que las armas que utilizan esos cárteles son enviadas desde Estados Unidos. Todo es verdad, pero no es menos real que son un gobierno alterno en México y que debe combatírseles.
Fiel estilo de las conferencias de López Obrador, la ex delegada en Tlalpan organiza las suyas con seudoperiodistas que siembran preguntas para que se luzca con la respuesta.
Así, le preguntaron en torno a la cena que organizó Ricardo Salinas Pliego, como parte de los pocos empresarios que se atrevieron a unirse a los festejos en Washington y sus alrededores.
Sheinbaum -obvio- aprovechó el bombón que le sirvieron los zalameros para lucirse y acusar a los “malos mexicanos” hasta de traición.
Y falta la aplicación del arancel de 25 por ciento a las exportaciones mexicanas, advertido desde la campaña y reiterado después del triunfo en noviembre y en el proceso de sucesión.
Sheinbaum, tenemos un problema.
Vámonos: Delfina Gómez Álvarez continúa sin pavimentar el periférico norte, pero regalando miles de millones de pesos en becas, que son votos.
Cínica, la señora que se hace llamar maestra de grado, cuando en realidad es profesora.
alberto.montoya@diahabil.com.mx @albermonmex