Con las detenciones, entregas pactadas y extradiciones los voceros contrarios a la 4T parecen elevar las apuestas. Divulgan, escriben y publican todo tipo de expresiones (que no argumentos) poniendo toda su fe en que los detenidos por narcotráfico revelen los vínculos de políticos en funciones de los gobiernos emanados de Morena. Suena, exactamente a una motivación llena de esperanza que realmente a la existencia de un piso firme para hacer daño a su enemigo político, con una acción generada desde el exterior. Esperan que los juicios, revelaciones o declaraciones proporcionen información que permita la detención de figuras del primer nivel de los dirigentes, figuras o gobernantes de la 4T.
En el fondo, quisieran que se hiciera público todo aquello —y si no se puede, aunque sea algo— que vincule a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) con el crimen organizado o con el narcotráfico. ¡Háganmela buena! dicen sus más recalcitrantes críticos. Eso no amerita un mayor análisis de las acciones de la oposición a Morena y a sus gobiernos, es una salida normal de quienes tienen puntos de vista encontrados. Lo interesante del asunto es que es la mejor estrategia de comunicación política que tienen para contrarrestar los altos índices de popularidad de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y de AMLO. Este último llegó entre aplausos y un Zócalo lleno y se fue con más popularidad y plazas públicas a reventar, ya no únicamente el Zócalo.
Dado el nivel de infiltración de las agencias de inteligencia de los Estados Unidos (EU) en las filas de los grupos de narcotraficantes mexicanos es prácticamente una ingenuidad que puedan conocer algo nuevo. En una parte estructural, son los propios intereses de los EU los que han estado detrás de la boyante carrera de figuras del narcotráfico nacional. Las propias autoridades mexicanas saben y cuentan con la información a detalle del comportamiento de los líderes del narcotráfico, alianzas, adversarios, riqueza y atrocidades, pero el seguimiento implica dar pasos seguros para mantener el conocimiento de las redes de complicidad.
No basta con saber quién o quiénes están coludidos con el narcotráfico, si son militares, marinos, agentes de la Guardia Nacional, policías estatales o municipales, si no saber hasta dónde está comprometida la viabilidad de las instituciones del Estado. No es suficiente aprobar leyes que combatan a la delincuencia organizada mexicana trasnacional. La debilidad institucional las hace inviables antes de nacer; es decir, antes de ser aprobadas.
A los EU conviene la presencia de los narcotraficantes y los daños que provocan a las instituciones del gobierno nacional. Primero porque son ellos los que amparan su actuación, los dejan entrar con drogas y salir con dinero y armas de su territorio nacional y, segundo, porque su presencia es una excusa para estar sobre México con medidas o amenazas de intervención en la política interna del país. En el caso extremo, mantienen latentes declaraciones sobre una posible intervención militar o, al menos, esa ha sido una forma de presionar al gobierno mexicano. Y es justamente ahí donde la oposición al gobierno federal ubica el punto de partida de su lucha política.
Imploran a gritos conocer información que se filtre en los medios de los EU y se haga extensiva a los medios mexicanos, que ellos controlan, para magnificar una información que carece de trascendencia, pero que cobra fuerza y sentido mediático. No importa si es verdad o no, el caso es decir que estos de morena están coludidos con el narcotráfico, que forman parte de un Estado narco.
EU usará la información según sus intereses, no si a la derecha mexicana le parece útil.







