CIUDAD DE MÉXICO, Méx.- En el marco de la jornada conmemorativa “A 50 años del Halconazo”, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través de la Dirección Estudios Históricos (DEH), en colaboración con el Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revoluciones de México y la Subdirección General de Estrategias para la Atención de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, realizó el conversatorio “Jueves de Corpus: vivencias y memorias”.
Como parte de la campaña “Contigo en la distancia”, de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, la charla virtual transmitida por el canal INAH TV en YouTube, contó con la participación de testigos de esos acontecimientos, como el profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, Alejandro Álvarez Béjar, miembro del Comité del 68 Pro Libertades Democráticas.
Quien sobrevivió al ataque paramilitar, expuso que la marcha en la que él participó, salió del Casco de Santo Tomás con rumbo al Monumento a la Revolución, para solidarizarse con los estudiantes de la Universidad Autónoma de Nuevo León, que estaban en conflicto con las autoridades escolares por las cuotas que pagaban; había un ambiente caldeado en el regreso a las calles, después de los acontecimientos del 2 de octubre de 1968.
En agosto de 1970, relató, al realizar una marcha estudiantil en apoyo a los obreros de Ayotla Textil (Ixtapaluca, Estado de México), que salía del Casco de Santo Tomás, el grupo paramilitar de los Halcones hizo su aparición por primera vez, para disolver el mitin; en esa ocasión solo portaban kendos (palos de bambú).
Rememoró que después, el 10 de junio de 1971, al marchar en el frente del contingente de la Escuela de Economía de la UNAM, al cruzar la primera valla de granaderos sintió un fuerte ardor en los ojos, por lo que se salió del contingente para recuperarse, y cuando intentó reincorporarse, empezó la agresión del grupo paramilitar hacia los estudiantes y, casi inmediatamente, los balazos. “Corrí tratando de frenar a la gente, diciéndoles que eran de salva, porque en mi experiencia no había visto a los Halcones usar armas de fuego, pero un estudiante cayó al lado mío, y corrí a una vecindad de las calles aledañas, donde me refugié y estuve hora y media o dos escuchando balazos”.
Aseveró que eventos como este no se pueden olvidar, y no basta con una disculpa, se necesita que se haga justicia. “Por lo que es importante que la sociedad sepa el contexto en que se dan las luchas sociales, y quiénes son los responsables de los crímenes contra estas, pues los abusos de poder se pueden reclamar legalmente y exigir sanciones y castigos, ya que este tipo de sucesos son crímenes de lesa humanidad y son imprescriptibles”, anotó Álvarez Béjar.
Por su parte, el profesor-investigador de la DEH, Saúl Escobar Toledo, refirió que él era activista del comité de lucha de la Escuela Nacional de Economía de la UNAM, y participó en su contingente ese día. “Salí ileso porque me refugié con otros 20 compañeros en una casa particular, recuerdo que una señora nos abrió la puerta para entrar. Estuvimos ahí hasta que la balacera terminó. La generosidad y valentía de la familia que nos protegió fue una muestra de solidaridad popular con el movimiento estudiantil”, narró.
El que se ganara la calle, aquel 10 de junio de 1971, dijo, no fue por una simple calentura juvenil o producto de una falta de reflexión, sino una respuesta pensada y discutida para continuar la lucha de la democracia, además de una reacción ante los nuevos vientos que soplaban en América Latina y el mundo.
En su intervención, el investigador de la DEH, Francisco Pérez-Arce Ibarra, dijo que “el 10 de junio es, de alguna manera, la continuación del movimiento del 68, porque el 2 de octubre fue interrumpido brutalmente, mas no fue derrotado política ni moralmente. “Nos refugiamos en las escuelas, dejamos de salir a la calle porque había miedo. El 10 de junio, después de todos esos meses, el movimiento cree en la posibilidad de salir porque había cambiado la coyuntura política, lo hicimos en un contexto político en el que, el nuevo gobierno, el de Luis Echeverría, traía un discurso de apertura democrática”.
En el conversatorio también participaron la integrante del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, Chihuahua, Alicia de los Ríos Merino, quien destacó el papel que jugó el barrio, las personas, que ayudaron a os jóvenes manifestantes durante el Halconazo. Y el investigador de la DEH, Gerardo Necoechea Gracia, quien compartió narraciones de testigos de los hechos, que forman parte de un proyecto que él encabeza, sobre historia oral del 10 de junio de 1971.