Donald Trump quiere controlar todo y la NFL no es la excepción.
El republicano se convirtió ayer en el primer presidente de Estados Unidos en activo que asiste a un Super Bowl en las 59 ediciones que se han jugado.
Antes, Ronald Reagan y George Bush habían participado en la ceremonia del volado, aunque a larga distancia.
Su decisión pareciera no ser extraña, porque siempre ha estado cerca del futbol americano -además de otros deportes- como jugador estudiante y como propietario de los Generales de Nueva Jersey en la extinta USFL, liga que compitió a la NFL en la década del ochenta y a la que Trump pretendió fusionar incluso a través de una demanda judicial que no prosperó.
¿Por qué acudió Trump al Superdomo de Nueva Orléans a ver el juego entre Jefes de Kansas City y Águilas de Filadelfia en el que el equipo de Patrick Mahomes buscaba el primer tricampeonato consecutivo en la historia de la NFL?
Para marcar su territorio, para enviar un mensaje político de autoridad.
La posición de Trump en torno a la diversidad es conocida, clara, contundente y, para la crítica, intolerante.
Recientemente firmó un decreto por el que no se reconocen más que los géneros masculino y femenino y prohibió que niñas y mujeres trans compitan en deportes exclusivamente femeninos, porque se trata, dijo, de hombres invadiendo con toda ventaja un área que no les corresponde.
Curiosamente, la NFL eliminó esta semana por primera ocasión en las cinco ediciones más recientes la leyenda End Racism -Fin al Racismo- por una más general que dice Choose Love -Escoge el Amor- que solía pintar en la zona de anotación.
El comisionado de la NFL, Roger Goodell, negó en su conferencia de la semana previa al juego que la decisión estuviera relacionada comn la aistencia de Trump al juego, pero es evidente que la liga no quiso entrar en conflicto con el autoritario presidente estadounidense, al enviar un mensaje de inclusión y apertura a quienes no se sienten identificados o identificadas con su género.
Colin Kapernick y el racismo
Esta no es la primera vez que Trump somete a la NFL.
En 2017, durante su primer periodo presidencial, obligó a los dueños de las 31 franquicias enefelianas a no contratar a Colin Kaepernick, quarterback estrella de los 49ers de San Francisco que se convirtió en agente libre y que comenzó a protestar contra la segregación y los abusos policiacos en los juegos poniendo una rodilla al piso a la hora del himno nacional de Estados Unidos.
El movimiento Black Lives Matter -La Vida de los negros Importan- tomó fuerza con las protestas de Kapernick, a las que se unieron otros jugadores, lo que fue criticado fuertemente por Trump.
El quarterback no volió a ser contratado jamás, porque ni la liga ni los dueños de los equipos quisieron tener más problemas con el totalitario republicano.
Fue una especie de Pacto de Caballeros, el ilegal acuerdo entre propietarios de equipos en la liga mexicana de futbol con el que deciden a quien contratar o vetar y dejar fuera.
Lo mismo, sólo que en deportes distintos.
Evidentemente la presencia de Trump tiene una intención, porque no debe olvidarse que el deporte también es política y que, en este caso, la NFL y, sobre todo, el Super Bowl, son seguidos y vistos por cientos de millones de personas alrededor del mundo.
El magnate neoyorquino se reunió con familiares de las quince víctimas del atentado terrorista de año nuevo en el tradicional French Quarter o Barrio Francés, durante la ceremonia del tradicional volado.
Es por eso que Trump acudió al estadio ayer.
Por cierto, espero con ansias conocer qué políticos de la dizque 4T acudieron al Super Bowl a pagar, cuando menos, cien mil pesos por un paquete, además, claro, del trepador Pedro Haces, quien se dice líder de los trabajadores con su farsa CATEM.
Primero los pobres.
Vámonos: Por cierto, el entreguismo de Claudia Sheinbaum al aceptar el envío de otros 10 mil elementos de la Guardia Nacional a frontera para evitar el tráfico de fentanilo -ella evitó mencionar que básicamente es para imnterceptar migrantes que quieren llegar a Estados Unidos- no sirvió de mucho.
Ayer Trump dijo que no es suficiente y que el mes de gracia para no imponer los aranceles de 25 por ciento a la mercancía mexicana importada está corriendo.
alberto.montoya@diahabil.com.mx @albermontmex