¿Sabrá John Ackerman lo que es un sicario?
Porque el esposo de la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval Ballesteros, así llamó ayer a los periodistas y a los medios de comunicación.
“Este video demuestra que el ataque contra @OHarfuch fue una acción coordinada del crimen organizado en contra del gobierno de @Claudiashein y la #4T. Los sicarios del narco son la contracara del sicariato mediático”, tuiteó el nacido en Filadelfia, Pensilvania, e hizo estallar twitter.
Según la Real Academia Española, sicario significa “asesino asalariado”.
Asesino a sueldo.
John Mill Ackerman Rose está desesperado, desquiciado, presionado.
Tras la acusación de Carlos Loret de Mola de que posee una colección de inmuebles junto a su esposa, Irma Eréndira Sandoval Ballesteros, secretaria de la Función Pública, busca a toda costa desviar la atención y evitar mostrar la legalidad de sus bienes.
Además, en un afán por encontrar apoyo de las diversas tribus de Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y quedar bien con la cuarta transformación y en una posición de real militancia que raya en el absurdo, asegura que el atentado contra Omar García Harfuch, secretario de Seguridad Pública capitalino, es una acción en contra del gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo, mandataria capitalina, y de la 4T.
¿Qué tiene en la cabeza el señor Ackerman?
La organización Reporteros Sin Fronteras y el Programa de las Américas del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) condenaron la expresión.
Ya su esposa la había utilizado igualmente en twitter.
“No permitiré que los sicarios mediáticos manchen mi nombre ni el de mi familia. Esta lucha va en serio y hasta el final”, tuiteó el 19 de junio.
Vaya violencia la de la secretaria. Es integrante del gabinete presidencial y no se da cuenta.
Ella, como su esposo, también está desesperada y denuncia una campaña en contra.
Lo cierto es que el poder los ha hecho perder la sensatez.
Ella, como funcionaria, y él, como su esposo y como ideólogo de Morena y del gobierno de Andrés Manuel López Obrador y de todo lo que tenga que ver con la cuarta transformación.
Serénense.
Estos sí son sicarios
La treintena que atacó ayer a García Harfuch sí fue contratada para acabar con él.
Y casi lo consigue.
Ellos sí son pistoleros a sueldo.
Preocupante porque confirma que
Apenas el jueves, Andrés Manuel ordenó al secretario de Defensa Nacional, Crescencio Sandoval, dar a conocer los nombres de los cárteles que operan en el Estado de México y en la CDMX.
Y hasta contradijo en la mañanera de Texcoco al secretario de Seguridad, Alfonso Durazo Montaño, quien segundos antes se había negado a identificarlos, por ser un tema de Estado.
Pero el mero preciso pidió al titular de la Defensa que pasara al micrófono y lo diera a conocer.
-Porque esto demuestra que no damos garrotazos a lo tonto al avispero, dijo en clara referencia a Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, quien en un afán por legitimar su triunfo en las elecciones de 2006, cuando le robaron la elección al tabasqueño, declaró la guerra al narcotráfico y al crimen.
Y el jefe de la milicia reveló que en el Estado de México operan el CJNG, La Familia, Los Templarios y Guerreros Unidos.
En la CDMX dijo que son dos, pero no los identificó.
Está claro, ahora, que uno es el cártel Jalisco.
¿Y el otro?
¿Por qué si había amenazas contra funcionarios del gabinete, específicamente de seguridad, no se reforzaron las medidas de vigilancia?
Durazo Montaño reconoció ayer en Morelia, Michoacán, donde se llevó a cabo la mañanera de viernes, que había amenazas, que las conocían.
Y sólo dijo que se reforzó el cuidado de uno de los funcionarios amenazados, que no identificó.
En la lista estaría Marcelo Ebrard, canciller y secretario de Gobernación de facto, por la extradición de El Menchito, Rubén Oseguera González a Estados Unidos, hijo de Nemesio Oseguera Cervantes, el jefe del grupo.
Esto debe significar un cambio en la estrategia de seguridad y de combate al crimen organizado y desorganizado.
Porque está claro que no es suficiente sólo combatir las causas. Debe enfrentarse a los delincuentes con estrategia, con inteligencia y dejarse de discursos vacíos.
El 2020 ha presentado desafíos muy grandes para Andrés Manuel y para el país.
La crisis económica, la pandemia por Covid-19 y la creciente inseguridad que ha llegado al corazón de la nación.
Esto no puede ni debe permitirse.
Jamás se había atentado contra un jefe de la policía en la Ciudad de México. Contra un secretario de Seguridad.
El ataque demuestra y confirma que están en la CDMX y no sólo tienen representantes, operadores, como se ha dicho desde el gobierno de Ebrard, pasando por el de Mancera.
“Esta mañana fuimos cobardemente atacados por el CJNG, dos compañeros y amigos míos perdieron la vida, tengo tres impactos de bala y varias esquirlas. Nuestra Nación tiene que continuar haciéndole frente a la cobarde delincuencia organizada. Continuaremos trabajando.”, tuiteó el secretario de seguridad cuando apenas era atendido en el hospital.
CDMX era un oasis
Jamás un secretario de seguridad de la Ciudad de México había sido atacado.
Un atentado.
Sí, imágenes que hasta hace unos años, cuando Marcelo Ebrard Casaubon era jefe de gobierno eran prácticamente inimaginables.
-No, ¿cómo en la capital del país, sede de los Poderes de la Unión, donde habitan 10 millones de personas y donde hay cien mil policías?
Eso sólo pasa en las rancherías, en los municipios donde las policías son inferiores en número y armamento y donde les aplican el clásico plata o plomo.
Eso jamás se verá aquí, porque hay capacidad de reacción, porque hay cámaras, porque es la ciudad de México.
Ya sucedió.
Vámonos: A naranja, en pleno pico.
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