Desde la llegada del nuevo régimen kakistocrático de morena, autodenominado la 4T, no se han guardado sutilezas, ni recato por evidenciar sus pretensiones por desmantelar y apoderarse de todo tipo de contrapesos a la figura presidencial de López.
No les ha bastado una sobre representación en el congreso federal, sino que también han buscado imponerse en la designación de magistrados en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de consejeros en el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), o de comisionados en el Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información, así como nombrar de manera fraudulenta y desvergonzada a Rosario Piedra Ibarra como Comisionada Nacional de los Derechos Humanos.
El presidente López y Morena van por más y tienen en la mira otros organismos autónomos, necesarios para su proceso de des-democratización de México y la instauración de un poder absoluto entorno a la figura presidencial.
Por ello, han iniciado una estrategia elaborada para tomar por asalto no solo al Instituto Nacional Electoral, sino otras instituciones incómodas por su aportación al análisis de las cuentas nacionales, estadísticas de desarrollo, fuentes de información o formación profesional y académica, tales como el INEGI, el Banco de México y la UNAM.
Así es como se puede explicar el actual ataque contra la UNAM, por parte de grupos porríles y anarquistas, vinculados a grupos de la izquierda radical morenista. Incluso, no se descarta la infiltración e injerencia de agentes del régimen cubano, que tejen una sorprendente red de conexiones y que ocultan sus ligas con Palacio Nacional.
Así como en la UNAM, últimamente varias universidades han sido asediadas por poderes fácticos y formales. No es casual que la Universidad Nacional Autónoma de México hoy sea blanco de ataques, por medio de grupos de choque infiltrados a través de manifestaciones con causas legítimas o desde otras esferas del poder.
No es casual que el diputado morenista, Miguel Ángel Jáuregui, presentara una iniciativa que busca reformar la ley orgánica de la UNAM “para democratizar” la elección del rector y de los directores de las facultades, escuelas e institutos de investigación, por medio de “elecciones abiertas, equitativas, competitivas y transparentes, a través de voto libre y secreto”.
Ahora resulta que la competencia académica y la selección escrupulosa de rectores, directores y demás, esté subordinada al proselitismo, la popularidad y hasta las dadivas electorales y clientelares a alumnos, académicos y personal sindicalizado.
De acuerdo a investigaciones periodísticas, como la del analista Enrique Rodríguez, se devela que aquellos que están detrás de las acciones violentas contra la comunidad universitaria y que buscan cerrar los planteles de la UNAM, son grupos aliados con agentes cubanos que lograron tomar control del ejército y la economía de Venezuela, así como grupos bolivarianos afines al gobierno de Nicolás Maduro y que tienen su punto de operación en el mal llamado Auditorio Che Guevara, el cual lleva tomado desde hace 20 años.
Los objetivos de los agentes cubanos y venezolanos apuntan a la infiltración sin adoctrinamiento en las universidades públicas: UNAM, UANL, UdeG, Chapingo, Universidad Autónoma Agraria “Antonio Narro”, Instituto Politécnico Nacional y Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca; en los sindicatos de maestros, como la CNTE; en organizaciones campesinas: Antorcha Campesina y comisariados ejidales; así como en organizaciones populares, como tianguistas, entidades feministas y LGBT.
El plan es controlar la vida de esos organismos para luego “presionar” al gobierno a dar un viraje hacia un régimen abiertamente socialista, que busca estandarizar la pobreza como fuente de clientelismo electoral al servicio del Estado.
En el caso de la UNAM, estos operadores extranjeros están asociados a los grupos porríles y anarquistas, distinguidos por agredir y violentar a los profesores, que no admiten el diálogo y se montan en las protestas contra la violencia de género, como una excusa para llevar a cabo sus acciones.
“Al tener cercanía con el gobierno de Venezuela, Morena muestra su afinidad con estos grupos y su interés es el poder controlar al cien por ciento la Universidad”, aseguró el analista Enrique Rodríguez.
A lo anterior, lo evidente es que haya grupos, autodenominados anarquistas, que están operando conjuntamente con paristas y grupos porríles, que indudablemente obedecen a grupos de poder que mueven realmente los hilos y que buscan escalar los conflictos y la violencia, para provocar crisis institucionales o, incluso, para desarticular movimientos sociales legítimos.
Con la llegada del gobierno de 4Ta. la UNAM vive su peor crisis, desde el paro de 1999, y no es casual que, con la llegada de López, el acoso y la violencia en torno a la Universidad sean la nota diaria de los noticieros de México, por parte de grupos subversivos, paristas y anarcos que actúan con el impulso de poderes facticos provenientes de los regímenes autoritarios y antidemocráticos de Cuba y Venezuela, bajo la “tolerancia” solapadora del gobierno federal y el gobierno de la Ciudad de México.
“Morena quiere adueñarse de la Universidad Nacional Autónoma de México, pues por su riqueza estudiantil y su alto presupuesto le conviene meter a un rector con su ideología”. -Eduardo López Betancourt, presidente del Tribunal Universitario-