TOLUCA, Méx.- La población que recibe agua o consume peces de la presa Madín podría sufrir estrés oxidativo y daño material genético que compromete su salud a largo plazo con enfermedades como Parkinson, Alzheimer y cáncer, advirtió en el Congreso local el Consejo de Cuenca de Presa Madín (CCPM) ante el diputado Max Agustín Correa Hernández (Morena), presidente de la Comisión de Asuntos Metropolitanos.
Así se dio a conocer durante la presentación de resultados del impacto a la salud humana por los contaminantes presentes en el agua de presa Madín, que abarca los municipios de Xonacatlán, Jilotzingo, Naucalpan y Atizapán de Zaragoza, derivado de un estudio realizado por áreas de investigación de la Universidad Autónoma del Estado de México y del Instituto Politécnico Nacional.
En la Biblioteca Legislativa ‘Dr. José María Luis Mora’, el legislador Max Correa reconoció que los resultados del estudio reflejan la crisis socioambiental en el Estado de México, por lo que indicó que es la oportunidad de que, a partir de la sociedad y las asociaciones, se empiece a resolver la crisis y se reconozca a la naturaleza como sujeta de derechos, además de que cambie el desinterés político con las causas de vida y el derecho a tener un medio ambiente sano.
Explicó que en el Congreso local se analiza una iniciativa para modificar la estructura de la administración pública estatal, con lo cual, el gobierno de Delfina Gómez Álvarez podrá asumir nuevos compromisos en materia ambiental, aunque recalcó que desde la ciudadanía se debe convocar a una cumbre de guardianes del agua y de los bosques para no tener batallas aisladas.
El estudio fue expuesto por Marcela Galar Martínez, quien, en compañía de Eduardo Espinosa Medel, Xiomara Trujillo Gutiérrez y Miguel Miramontes Lira, integrantes del CCPM, criticaron la permisividad de las autoridades ante el desastre ambiental en la presa Madín y resaltaron la necesidad de la concurrencia de los tres niveles de gobierno y de los tres poderes de la unión en defensa del principio in dubio pro-natura.
Concluyeron que se necesita un saneamiento del embalse para evitar que lleguen contaminantes, plantas de tratamiento, humedales y biodigestores; una gestión adecuada de los residuos sólidos con su separación, instalación de rellenos sanitarios y plantas de transferencia, programas de recolección de residuos electrónicos, pilas y medicamentos; y la preservación de zonas de conservación ecológica y áreas verdes para evitar cambios de uso de suelo y detener las construcciones en la zona.