Seiscientos mil muertos y al menos una decena de fallidas proyecciones después, México ha entrado en una fase de estabilización en la epidemia de coronavirus.
La ola de diciembre, enero y febrero fue demencial: 2 mil muertos diarios, hospitales y, en consecuencia, panteones y hornos crematorios saturados y una tragedia que parecía no tener fin.
Apenas tres meses después, el panorama es, aunque difícil aún, mejor.
La explicación parece una contradicción, pero, en realidad, es lógica:
Por un lado, no se compraron pruebas suficientes para hallar casos y dar seguimiento a sus contactos; los medicamentos para atender la enfermedad escasean, la recomendación de usar cubrebocas jamás se dio, y el gobierno apostó a que la población se curara como los animales del bosque: lamiendo las heridas.
Por otro, esa oleada mortal generó miedo pero también consciencia en los mexicanos, que comenzaron a utilizar el cubrebocas y a cuidarse.
El que pudo se quedó en casa y esa actitud responsable de la mayoría -también hay ignorantes que no acatan-, combinada con los factores señalados han dado resultado.
Hasta ayer había 20 millones de mexicanos vacunados, incluido personal médico, adultos sesenta y más, y cincuenta-cincuenta y nueve, profesores, abusivos y colados.
Además, los que han podido viajar a Estados Unidos a recibir su dosis. En principio se les crucificó, pero hoy hasta los gobiernos estatales y municipales llaman al turismo a viajar para ser inmunizado.
En México se han recibido 25 millones de dosis.
Se requiere inyectar a, por lo menos, 80 millones.
Nomás faltan 60 millones.
Muy lentamente, pero ha habido avance.
A ello debe sumarse la inmunidad natural.
Hugo López-Gatell Ramírez, subsecretario de Salud, dijo apenas en marzo que, probablemente, el 50 por ciento de los mexicanos ya tendría anticuerpos por haber estado en contacto con el virus.
Según la encuesta del Instituto Nacional de Salud Pública presentada en diciembre, cuyas muestras fueron tomadas entre agosto y noviembre, un 25 por ciento de la población tendría ya inmunidad.
Cinco meses después la cifra se ha doblado.
Esa fue la apuesta del gobierno de Andrés Manuel López Obrador:
Que se mueran los que se tengan que morir.
Selección natural, le llaman.
Y todo para no gastar y tener recursos para regalar becas y pensiones, que significan votos.
Y todo porque el estratega López-Gatell Ramírez así lo recomendó.
El Estado de México ya está en semáforo amarillo.
La CDMX lo estará el lunes próximo.
La tragedia parece comenzar a ceder.
Volverá el Corredor Azul
En el Estado de México, la carrera por las presidencias municipales se ha cerrado y el Corredor Azul, que surgió allá por el año 2 mil con el triunfo de Vicente Fox Quesada, está de regreso.
Apenas ocho días después de iniciadas las campañas oficialmente, en municipios (des) gobernados por Morena el panorama comienza a teñirse de azul.
Es el caso de Naucalpan, Cuautitlán Izcalli, Atizapán, Villa Nicolás Romero, Coacalco, Tultitlán y, por supuesto, Tlalnepantla.
El hartazgo de la población con los gobiernos de trepadores que se convirtieron en morenistas y los fallidos tres años del gobierno federal tienen de vuelta al Partido Acción Nacional (PAN).
En Tlalnepantla, las preferencias se cerraron apenas en una semana:
Según el sondeo telefónico más reciente de la encuestadora Massive Caller, sólo 9 puntos separan al candidato de la alianza Va por el Estado de México, Marco Antonio Rodríguez Hurtado, conocido como Tony, de Raciel Pérez Cruz, actual alcalde que busca la reelección.
Reza el dicho: caballo que alcanza gana.
El 6 de junio habrá un voto de castigo contra Morena.
Vámonos:
No fue accidente fue negligencia, decían las pancartas anoche en la vigilia por los 26 muertos del colapso de la Línea Dorada del Metro.
Marcelo Ebrard Casaubon lo construyó hace diez años.
Claudia Sheinbaum lo mantiene.
¿Quién dio la orden a la policía de golpear a los manifestantes?
albermontmex@yahoo.es @albermontmex