Ya avanzada la 4T, a más de un año de puesta en marcha, AMLO remarca su personalidad como presidente de México similar a la de un dictador absolutista, más que un demócrata republicano.
Si hubiese comparativo con algún personaje de la historia, López podría ser comparado, no a un López de Santa Anna o un Porfirio Díaz, sino a un Luís XIV. Sí, al Rey Sol de Francia del siglo XVII, por ser uno de los personajes más representativos del absolutismo y quién acuñara la famosa frase “L’État, c’est moi” (El Estado soy Yo).
Al igual que Luís XIV, el Presidente Sol no tolera que algo lo eclipse, ya sea una noticia o la opinión incómoda, que buscan empañar o desviar la atención a su agenda y a su diarrea verbal. López se esfuerza por imponer la nota diaria, para que la opinión pública y los medios de comunicación ronden e irradien su mensaje. Es celoso de que la opinión pública y los medios se distraigan en temas que para él le son menores, fastidiosos e incómodos, como: el desabasto de medicamentos, la crisis de inseguridad, los feminicidios o el estancamiento económico.
Es imperdonable eclipsar al Presidente Sol, por ello AMLO “se calienta” cuando la prensa crítica, ya sea nacional o internacional, osan señalar sus errores y, hasta, compararlo con personajes del pasado, aun tengan las mismas tentaciones y obsesiones de acumulación de poder e imposición de ocurrencias y caprichos.
Así, cuando el Wall Street Journal lo compara con los exmandatarios como Santa Anna y Porfirio Díaz, por retornar al “país de un solo hombre”.
López Obrador sale a la ofensiva contra el medio estadounidense, porque la comparación si “calienta”, pues Santa Anna fue presidente 11 veces y Porfirio Díaz ocupó la presidencia por 34 años; cuando él solo lleva 15 meses. Claro, el daño hecho por el actual mandatario podría ser el equiparado al de retroceder 40 años atrás… y lo que le falta en los años subsecuentes de gobierno.
Pero el hecho a destacar es que, para AMLO, fue más importante hoy en su agenda mediática atacar y desacreditar al WSJ, por compararlo con sus colegas igual de autoritarios, que el asesinato de tres estudiantes en Huejotzingo; que el riesgo de que el Coronavirus nos agarre confesados ante un sistema de salud desmantelado y desabastecido; que la amenaza de paro de médicos y hospitales, ante el hostigamiento, los recortes y los despidos injustificados del gobierno; que el clima de violencia contra las mujeres y los feminicidios que han originado un movimiento nacional de protesta creciente; y que la confirmación de la contracción de la economía mexicana y su entrada a una fase recesiva.
El día de hoy, en la mañanera, tres niños que viajaron desde Jalapa, Veracruz, a la Ciudad de México, para asistir a la conferencia matutina del presidente López y denunciar la suspensión de su programa radiofónico, fueron ignorados por el mandatario, por lo que se externaron no decepcionados, sino encanijados:
“No siento decepción sino coraje porque nosotros justo lo que defendemos es participar, que nos tomen en cuenta […] queremos ser escuchados, tenemos el derecho a participar, a la libertad de expresión, justo algo que no nos dio la oportunidad el señor presidente, aunque nos vio muchas veces”. dijo el niño Bruno, ex locutor del programa de radio “Periscopio Espacio”.
Estos niños, lamentablemente, vivieron el cerco informativo de las mañaneras, en el que se controla y coloca a modo la participación de los representantes de los medios informativos, formales e informales, con el fin de no exponer al Presidente Sol ante preguntas o cuestionamientos incómodos que puedan eclipsar, lo que para el sí es importante, su agenda mediática, aunque ésta no se ajuste a la terca realidad y al interés de la sociedad y la opinión pública.
Como Luís XIV, ahora el inquilino del Real Palacio Nacional de México ha adoptado la frase “el estado soy yo” y, por ello, nada estará por encima de lo que, a su capricho, interés y comodidad, él guste comunicar.