El pasado 13 de mayo, en entrevista al diario español “El País”, López Obrador responde a la pregunta concreta ¿es usted comunista?:
– AMLO: “¿Comunista yo? El comunismo es algo muy antiguo. Yo soy un liberal…”
No es la primera vez que el presidente ha dado visos de su ignorancia practica o su conveniente distorsión de la historia, para abonar a sus retorcidas versiones sobre su papel mesiánico, en el México actual.
En una definición general de que es ser liberal, podemos encontrar la siguiente descripción:
– Liberal es a aquella persona partidaria del liberalismo como ideología política, que promueve y defiende las libertades individuales, el respeto a la propiedad privada, la democracia, el estado de derecho, la limitación del papel del Estado en la vida ciudadana, entre otras cosas.
Asimismo, en el ámbito económico, el liberal es seguidor del liberalismo económico, que propone la mínima intervención del Estado en la economía, participando sólo como regulador y árbitro en los conflictos y las distorsiones del mercado.
En contra parte, un conservador, definición con el que etiqueta a sus detractores, críticos y opositores, se describe generalmente como:
– Conservador es a aquella persona partidaria del conservadurismo, es decir, se caracterizan por una férrea defensa de las políticas del pasado y los valores tradicionales, con una postura contraria a los cambios políticos, sociales y económicos, especialmente cuando estos son liberales o neoliberales.
En lo económico, el conservador ha sido históricamente defensor del nacionalismo y el proteccionismo económico, opuesta al libre mercado, propone la intervención del Estado en la economía, así como, en la conducta y valores de los ciudadanos.
Como podemos leer, tras estas definiciones entre liberal y conservador, López Obrador es un conservador de cuerpo entero: Su visión de país es retrograda, propone regresar al viejo y caduco sistema de estado totalitarista, centralista e intervencionista, tanto en la economía, como en la vida pública y privada de los ciudadanos y su moral; desconfía de la sociedad civil organizada y atenta constantemente contra las principales libertades individuales: la libertad de expresión, el respeto a la propiedad privada, la democracia y el estado de derecho; y, por último, busca suprimir la división de poderes, para imponerse como gobernante omnipotente y despótico.
Como ejemplos, en lo político, López Obrador busca imponerse como única figura de poder del Estado mexicano, “El Estado soy yo” y sólo yo represento los verdaderos anhelos e interpreto las verdaderas aspiraciones del pueblo. AMLO, es el presidente que más poder ha acumulado en la historia reciente de México, casi equiparado al poder concentrado por Porfirio Díaz (Ojo, quien terminó sus días en el exilio).
El Presidente ha emprendido una campaña de desprestigio y ataque contra todos los poderes y contrapesos, a la figura presidencial: como el poder legislativo, ya subordinado a los designios de este; o el poder judicial, despreciado en su autonomía y con miras a lograr imponer una mayoría fiel y dócil a su persona; a los medios de comunicación día con día los desacredita y menosprecia de fifís, al no aplaudir y festejar sus errores y ocurrencias; y a las organizaciones sociales, sectores y sociedad civil organizados, los ningunea y ridiculiza, declarándolos como sus adversarios y desacreditándolos como conservadores (el burro hablando de orejas).
Y va más allá, rompe con la objetividad, imparcialidad y laicidad que debe regir a un gobierno, postrando instituciones al servicio de sus caprichos, creencias, filias y hobbies, personales.
¿Qué el presidente es fanático de béisbol? Creemos la Oficina de la Presidencia para la Promoción y Desarrollo del Béisbol, designando 350 millones de pesos para ello; ¿qué el presidente es creyente evangélico? Convirtamos al Palacio de Bellas Artes en salón de fiestas, para que dé servicio a la celebración del cumpleaños 50 del líder religioso “apóstol de cristo y líder mundial de la iglesia la luz del mundo”; ¿qué hace 25 años, el ahora presidente, invitó a sus paisanos tabasqueños a negarse a pagar el consumo de luz y colgarse del servicio? Ahora que CFE olvide la deuda de más de 11 mil millones de pesos, condone, haga borrón y cuenta nueva sólo a mis paisanos huachicoleros de luz, en Tabasco.
Asimismo, el conservador López Obrador, impone sus preferencias por un Estado interventor en la economía y en el desarrollo del país; tirando por la borda los proyectos necesarios para el fomento de la competitividad de México y, con ello, derrochando cientos de miles de millones de pesos, a cambio de proyectos fallidos y caducos, en una era de modernidad y sustentabilidad mundial.
Es evidente, el presidente tiene la vieja creencia de que el petróleo lo es todo y que PEMEX es el “Ganzo de los huevos de Oro”. Por su origen tabasqueño, AMLO está convencido que PEMEX es lo único y lo suficiente para sostener la economía del país, como sostiene y depende de éste el estado de Tabasco. De ahí el capricho de construir una refinería patito en Dos Bocas, Tabasco, aun cuando las refinerías existentes sólo operan al 40% de su capacidad (no es falta de refinerías, sino baja productividad de las que ya hay); y peor aún, los más de 3 billones de pesos presupuestados en dicha refinería, serán sólo un derroche innecesario, cuando en los próximos 30 años el avance tecnológico y las energías renovables desplacen a los hidrocarburos (La Comisión Europea de Energía provee el año 2050 como la fecha de caducidad de los combustibles fósiles).
Así también, la retrograda decisión de volver a la generación de energía eléctrica en plantas carboníferas, lo que ha evidenciado la nula política medioambiental, en la Transformación de 4ta, y el nulo compromiso con la investigación, el desarrollo e impulso de nuevas tecnologías, para la sustentabilidad. En el mismo estudio, de la Comisión Europea, se propone que las emisiones de gases de efecto invernadero desaparezcan a mediados de siglo, lo que implica dejar de lado el carbón, el petróleo y el gas natural. Así, en 2050 el 80% de la electricidad provendrá de energías renovables y se luchará por erradicar y sancionar a las tecnologías más sucias.
En conclusión, lejano a ser un buen ejemplo de “político liberal”, en favor de las libertades, la democracia, la innovación, el medio ambiente, la sustentabilidad, la sostenibilidad y el libre mercado; López Obrador se presenta como un verdadero POLÍTICO CONSERVADOR, caduco, cerrado, retrograda, arcaico, autoritario, totalitarista y moralista. AMLO es el político de 4ta, que recicla las recetas tercermundistas del pasado, en un mundo globalizado que evoluciona a una velocidad nunca vista; y muy, muy lejano y ajeno al mundo de los años 70’s, al que tanto añora y se esfuerza en regresarnos.