En más de cinco años de conferencias matutinas, Andrés Manuel López Obrador ha mencionado 167 veces golpe de Estado, cuatro golpe de Estado técnico y una golpe blando.
Es una obsesión, pero también una trampa.
¿Por qué?
Porque sabe que, por ejemplo, la Ciudad de México está perdida para su candidata, Clara Brugada Molina, a la que impuso sobre Omar García Harfuch, el jefe de la policía capitalina que Claudia Sheinbaum Pardo quería como sucesor y que, en principio, él había aceptado pero se arrepintió.
Porque sabe, también, que Xóchitl Gálvez Ruiz, la candidata de la coalición Fuerza y Corazón por México, integrada por PRI, PAN y PRD, va creciendo en popularidad mientras su preferida, Claudia Sheinbaum Pardo, no sólo se ha estancado sino comienza a bajar.
Y también porque sabe que sus decisiones faraónicas han fracturado a Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y rémoras, partido que inventó y administra pésele a quien le pese, como el rechazo absoluto de Sheinbaum a Brugada.
López Obrador vive un momento crucial para el futuro de Morena y rémoras en las urnas el 2 de junio: el caso Ayotzinapa no sólo se mantiene vivo, sino que está a punto de salirse de control -si es que alguna vez estuvo- por el asesinato de Yanqui Kothan a manos de policías que, pareciera, el gobierno de Evelyn Salgado Pineda, hija de Félix Salgado Macedonio, está encubriendo.
Más de 180 mil ejecuciones en su gobierno, más de un millón de muertos por su negligencia y la de su zar anticovid, Hugo López-Gatell Ramírez, la desaparición de programas contra el cáncer y contra diversas enfermedades letales y no, con la revictimización de pacientes que se quedaron sin esos tratamientos y que, en la mayoría de los casos, perdieron la vida, lo tienen contra las cuerdas.
Y por eso su cantaleta, su discurso recurrente, de que la oposición, con el apoyo del corrupto Poder Judicial, prepara un golpe de Estado técnico, cuando el que sí lo piensa es él, porque, cobarde como es, jamás ha aceptado un resultado electoral que no le convenga.
Según Luis Estrada Straffon -trabajó en la Presidencia y en la Secretaría de Gobernación en el gobierno de Felipe Calderón– y su consultora llamada SPIN, en 1298 monólogos en Palacio Nacional, llamadas conferencias o mañaneras, López Obrador ha recurrido a esa trampa.
Y sólo hay una explicación:
Él sí es capaz de cerrar Paseo de la Reforma o, incluso, negarse a desalojar el Palacio Nacional, en caso de que sus candidatas pierdan, como señala la lógica.
Basta recordar cómo en 2006, cuando acusó a Calderón de robarle la presidencia de México, con aquél 0.56 por ciento de diferencia, se plantó en Reforma para exigir, entre otras linduras, la apertura de todos los paquetes electorales.
“¡Votoxvoto, casilla por casilla!”, gritaban y lo exigían.
Hoy son otras condiciones las que se viven, pero igualmente candentes.
Quiere tener argumentos para decir, en caso de que sucede, el clásico “se los dije” y, en caso necesario, hacerse la víctima y acusar a los conservadores, neoliberales y anexas de golpistas y traidores a la patria.
ESPAÑOLES SÍ… CUANDO LES CONVIENE
Los morenistas y todos sus aplaudidores de internet son más incongruentes que López Obrador.
Por un lado critican a la participación, aunque sea a control remoto, pero, por otro, hasta aplauden y lo quieren ver mexicano.
Así los casos de Cayetana Álvarez de Toledo y del rey de España, Felipe VI, diputada de derecha que acusa a Andrés Manuel de autoritario, de dictador, de todo.
Y que brincan los porristas en nómina para acusarla de todo, absolutamente de todo.
Pero cuál sería la sorpresa del mundo, que Felipe VI criticó ayer el papel que las buscadoras iban hasta a necesitar en la organización.
Al entregar el premio de derechos humanos Rey de España, destacó la labor de las madres buscadoras, esas a las que López Obrador no recibe, porque le machan su traje blanco, como de primera comunión.
Ah, pero el remate lo dio el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, líder de la Internacional Socialista, o sea la izquierda, que también lanzó una bomba porque la democracia mexicana está en riesgo.
Ya casi a la medianoche, el partido negó que Sánchez hubiera hecho esas declaraciones.
Ya, de remate y salida, está el caso de otro español, Abraham Mendieta, desagradable hasta en su forma de ser, y que opina todo lo que quiere de la política mexicana, a favor de López Obrador.
Él sí, bienvenido, dicen los congruentes seguidores del tabasqueño.
Nos leemos en la próxima entrega de Día Hábil.
Vámonos: En el Estado de México la situación no es muy distinta. Morena perderá presidencias municipales, porque Delfina Gómez ha decepcionado. Sólo los votos que compra con los programas sociales se mantendrán.
alberto.montoya@diahabil.com.mx @albermontmex