Andrés Manuel López Obrador es un sinvergüenza.
Su sexenio que está a punto de concluir cerrará con 200 mil asesinatos. Más que Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña.
Es el gobierno más sangriento en la historia de México, desde la Revolución y todavía se atreve a decir la tonería “Hay muertos, pero
Y así cerraron ayer las campañas.
Un video brutal, en el que se ve cómo asesinan por la espalda con dos tiros a la cabeza al candidato de la coalición PRI, PAN y PRD a alcalde de Coyuca de Benítez, Guerrero, José Alfredo Cabrera Torres, simboliza lo que ha sido la miserable y mediocre administración de López Obrador.
Por supuesto, dirá que es la herencia de Calderón, precisamente, y de García Luna, y sus fanáticos, sus seguidores, que lo idolatran no sólo por su verborrea y su indudable carisma sino por los 922 mil millones de pesos que regala en pensiones, becas y apoyos, le creerán a ciegas.
Son incapaces de analizar, de entender el momento tan grave que se vive en México, porque el dinero, la limosna que regala el tabasqueño del dinero que no es suyo, sino de todos porque es producto de los impuestos, compra sus consciencias.
Sí, los calla.
Seis mil miserables pesos, en el caso de los adultos mayores, hacen que el mexicano o mexicana se olviden de que murieron por negligencia de López Obrador y de su operador, Hugo López-Gatell Ramírez, más de un millón 200 mil personas por Covid-19.
Porque no había equipo para los trabajadores de la salud, desde médicos hasta afanadores en los hospitales.
Porque López-Gatell decía cínica y estúpidamente que “el señor presidente no era un foco de contagio más que cualquiera de nosotros”.
Porque no se ponían el cubrebocas ni, mucho menos, recomendaban a sus súbditos hacerlo, ya que enviaba una señal de debilidad.
Porque han asesinado a 187 mil mexicanos y vamos por la gloria, con 200 mil, ya que los abrazos, no balazos, nomás no funcionan.
Porque el incongruente que predica austeridá pero vive en un palacio del virreinato ataca y polariza a los mexicanos y a la sociedad en general.
Porque no hay medicamentos ni en el IMSS ni en el ISSSTE ni en el hospital militar. Mucho menos en la dizque megafarmacia, que ha surtido ni el 10 por ciento de los medicamentoe
Porque el sistema de salud está devastado y en manos de un secretario mediocre y porque jamás será mejor que el de Dinamarca, como ha prometido el frustrado sujeto ya citado.
Porque cuando llegó el huracán Ottis a Acapulco el año pasado no fue capaz de avisar a los ciudadanos, pese a que sabía la gravedad del caso, y éste lo devastó, no ayudó a los empresarios –chicos, medianos y grandes-, con el cuento de “primero los pobres”.
Porque se acabaron las becas del Conacyt –así sin h-; porque desmanteló los organismos que costaron años de trabajo y de responsabilidad.
Porque no hay medicamentos ni químicos contra el cáncer.
Porque desapareció el Seguro Popular y dejó a 52 millones de mexicanos sin servicio de salud público.
Porque el INSABI fracasó y, aún así, envió a todos a atenderse en el IMSS.
Y porque todos los días ataca a quien no piensa como él, con aires de dictador y autoritario.
Porque vendió un avión sin venderlo; porque inauguró un aeropuerto que atiende sólo vuelos locales -tiene una o dos rutas internacionales- y porque canceló el de Texcoco, que iba a tener más de 96 puertas o posiciones de contacto y 68 posiciones remotas.
Porque construyó un Tren Maya que jamás dará ganancias al gobierno y porque compró la aerolínea Mexicana, pero nadie las usa.
Y porque siempre dijo ser distinto y no sólo es igual sino peor.
Por esos motivos se tiene que ir Andrés Manuel López Obrador.
En total, 23 candidatos asesinados.
Vámonos: Llegaron, por fin las lluvias. Ahora los embotellamientos serán culpa de las aguas.
alberto.montoya@diahabil.com.mx @albermontmex