BRUSELAS.- Las autoridades belgas sabían desde 2012 que un grupo de extremistas buscaba armas y explosivos para atacar blancos europeos, y no les impidió viajar a Siria.
La información fue revelada por diarios locales y confirmada por la Fiscalía federal, que justificó su inacción por el hecho de que “el fenómeno de viajes hacia Siria no era tan conocido entonces”.
En abril de 2012, el brazo antiterrorismo de la policía federal informó a la Fiscalía de actividades sospechosas en el departamento del belgo-marroquino Gelel Attar, ubicado en el barrio bruselense de Molenbeek.
Según la nota, la vivienda sería utilizada como local de reuniones de extremistas para planear la lucha armada contra las democracias occidentales, descritas por los sospechosos como “el principal enemigo del islam”.