Ráfagas de metralleta en el estadio, tiroteo en una primaria de Juárez, otro periodista ejecutado, Acapulco sangriento, y el ataque a un casino lleno de clientes con saldo de 53 muertos, significa la escalada hacia lo que el gobierno del presidente Felipe Calderón ha incorporado desde ya a su vocabulario: el terrorismo.
¿Pero, además, qué cree? “¡Vamos ganando!”
¿Qué falta por ver en este país agobiado por una guerra contra el crimen que no tiene pies ni cabeza y en la que el gobierno ha sido rebasado? ¿Es esto terrorismo como lo calificó el discurso oficial?
La barbarie en la masacre de 72 migrantes en San Fernando, Tamaulipas y sus fosas clandestinas; en Villas de Salvárcar, en Ciudad Juárez, o en los ataques a centros de adictos en Tijuana y de la misma Juárez nos sacudió, pero el salto a lo inverosímil que comenzó con los granadazos de 2008 en la ceremonia del Grito de Independencia en Morelia, Michoacán, y que mató a nueve personas inocentes, el jueves llegó a su clímax en Monterrey, Nuevo León, con la muerte de 53 inocentes en el Casino Royale.
Hasta ahora, no queda claro si los civiles se han convertido en el objetivo de la delincuencia, que reacciona como fiera acorralada y se defiende ante su cazador, que sólo acierta a herirle, pero que no puede ni sabe cómo cazarle.
La obsesión de Calderón por derrotar a los malos, “que son ellos y nadie más”, ha ido en ascenso y la respuesta de la delincuencia no ha sido en la misma proporción, sino cada vez más virulenta y enfermiza.
¿Y cuál es la reacción del gobierno federal? Más militares, más federales, una recompensa de treinta millones de pesos por los responsables, y el discurso de siempre de Alejandro Poiré, vocero anticrimen a quien le pagan por defender lo indefendible, y del mismo Calderón:
“Este acto de terror inadmisible y repugnante contra inocentes no quedará impune y los responsables pagarán”. Más de lo mismo y el país inmerso en una impunidad desesperante.
Y en el estadio de Santos de Torreón la historia pudo ser la misma el sábado pasado, pero el diseño y planeación inteligentes del inmueble, así como supuestos con los que sería vano especular, arrojaron un resultado absolutamente distinto: cero lesionados.
Acaso el objetivo en ambos casos no era matar a inocentes –en el casino testigos aseguran que les advirtieron que salieran “porque iban a quemar el lugar”-, sino presionar por el pago de protección o simplemente demostrar “quién manda”, pero la realidad es que hay cincuenta y tres muertos y que la impunidad es brutal.
Y Calderón de condena en condena con 140 caracteres vía twitter desde el tiroteo en el estadio, posteó el jueves después de conocer del incendio:
“Con profunda consternación expreso mi solidaridad con Nuevo León y con las víctimas de este aberrante acto de terror y de barbarie”. “Estos repudiables actos nos obligan a todos a perseverar en la lucha contra esas bandas de criminales sin escrúpulos. Todo el apoyo a NL”.
Y el video de 2 minutos con 30 segundos del ataque revelado ayer es igualmente indignante. La impunidad, la forma como descienden los sicarios de los vehículos con metralletas y cómo operan con total seguridad y libertad son impresionantes y no se explican de no ser por la complicidad de la policía.
Calderón, vestido de negro, sólo atinó a declarar luto nacional de tres días –que por los 50 mil muertos de su sexenio ya debieran ser tres años-, a refugiarse en el concepto de terrorismo que le conviene para convencer a la gente y a sí mismo de que está en el camino correcto, a reiterar su “enérgico” reclamo a Estados Unidos por su corresponsabilidad en esta violencia, por no controlar el consumo de drogas y venta de armas, y a prometer justicia. “Pero no nos confundamos ni nos equivoquemos. No estamos hablando de un accidente, sino de un homicidio brutal e incalificable. No estamos enfrentando a delincuentes comunes. Estamos enfrentando a verdaderos terroristas.
“Son homicidas incendiarios y verdaderos terroristas sobre quienes debe caer no sólo todo el peso de la ley, sino el unánime repudio de la sociedad, de los poderes públicos, de los partidos políticos, de los líderes sociales y de los medios de comunicación”, dijo en su mensaje mañanero.
Y en su discurso de veinte minutos, sugirió una especie de tregua o zona de tolerancia –como ocurre con la prostitución-, para que Estados Unidos defina rutas claras de entrada de la droga, si es que no van a dejar de consumirla.
“Parte de la tragedia que vivimos los mexicanos tiene que ver con el hecho de que estamos al lado del mayor consumidor de drogas del mundo y, a la vez, del mayor vendedor de armas en el mundo que paga miles y miles de millones de dólares cada año a los criminales por proveerlos de estupefacientes.
Y lanzó una joya:
“México ya no puede ser la puerta de acceso, ni pagar las consecuencias que ese mercado genera y que se traduce, no sólo en cientos de miles de millones de dólares ilícitos, sino en miles de muertos, a consecuencia de la violencia que ejercen las bandas criminales.
“Si están decididos y resignados a consumir drogas, busquen, entonces, alternativas de mercado que cancelen las estratosféricas ganancias de los criminales, o establezcan puntos de acceso claros, distintos a la frontera con México. Pero esa situación ya no puede seguir igual.
“Somos aliados, somos amigos, pero también hay una responsabilidad directa”, dijo Calderón al gobierno de Obama.
Salta la duda, entonces. ¿Por qué cinco años después se da cuenta de ello?
La salida más rápida y pronta ha sido esa: pasar del combate a la guerra, de la guerra a la barbarie como consecuencia lógica de ésta y al terrorismo, “porque ellos son los malos, los que verdaderos causantes de la violencia”.
Es decir, el narcotráfico ya es terrorista.
Y ciertamente, el discurso desesperado y fuera de lugar del gobernador Rodrigo Medina, del alcalde Fernando Larrazábal y, por supuesto, del gobierno federal hablando de los permisos y preguntando quién y cómo los otorgó, sin minimizar por supuesto el caso de las salidas de emergencia bloqueadas e irregularidades diversas del establecimiento.
Somos vecinos, somos aliados, somos amigos, pero también ustedes son responsables.
Y Fox con su foxilandia
Vicente Fox, uno de los peores presidentes que ha tenido México no sólo por su ignorancia y su sometimiento a las faldas de Martita, volvió a decir una de las tonterías que acostumbra y que, en su momento, sedujeron a los votantes: que el gobierno de Calderón, con el que mantiene una abierta disputa y al que no se ha cansado de golpetear, debe pactar con el crimen para que termine la violencia.
Pregunto: ¿Una tregua? ¿Y con quién si los cárteles están fracturados y los líderes ya no son dos o tres como antes, sino decenas?
¿Acaso Fox sugiere una tregua similar a la que se especula que su gobierno hizo con Joaquín El Chapo Guzmán para dejarlo salir de Puente Grande, Jalisco, con la promesa de controlar a los grupos rivales?
Y Fox es responsable, así como los setenta años de gobiernos priístas, de lo que hoy vive el país. Sin duda. Basta recordar el desmantelamiento del Cisen y de los cuerpos de inteligencia durante su sexenio para encontrar respuesta a muchas preguntas. Que Fox se calle.
Moreira tira jabs y se defiende
Hasta ahora, Humberto Moreira, líder nacional del PRI, no ha contestado la pregunta clave y sin bromas, como acostumbra: ¿Es cierta o no la deuda de más de 32 mil millones de pesos que dejó en Coahuila? y, más aún, ¿en qué los gastó?, porque en seis años de gobierno significa 5 mil 300 millones de pesos anuales, 460 mensuales o 1.5 millones de pesos diarios. ¿Qué hizo con ellos?
No bastan respuestas vagas y trilladas, porque para obra pública es mucho dinero.
El espaldarazo a Josefina
El panorama en el Partido Acción Nacional comienza a clarificarse: el presidente Felipe Calderón dio un giro de 180 grados en su posición y el jueves, en la plenaria de los diputados del albiazul en Morelia, Michoacán, fue muy generoso con ella en sus elogios y quedó claro que el coraje porque la ex secretaria de Desarrollo Social y Educación Pública no aceptó la candidatura para el gobierno del Estado de México quedó superado o, al menos, archivado por ahora.
Y es que ese “Pina que te vaya bien en otros menesteres, que seguramente emprenderás pronto”, reveló que Calderón prefiere a cualquiera, menos a Santiago Creel, el otro precandidato rebelde.
Josefina es el plan B del presidente, en caso de que su preferido, Ernesto Cordero, secretario de Hacienda, y Alonso Lujambio, secretario de Educación Pública, no levanten en las encuestas. Chepina, “que te vaya bien”, dijo el presidente cariñosamente y con un gesto que indicaba todo.
Manlio, el chico tecnología
Manlio Fabio Beltrones, presidente del Senado, sorprenderá al mundo el próximo martes, cuando lleve a cabo su informe de labores a través de internet.
El sonorense, quien dice pelear la candidatura presidencial del PRI al superfavorito Enrique Peña Nieto, dice que no aburrirá con palabrería y que, en cambio, escuchará. Son los sueños de un seductor.
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