¡Garnachita ni que pinche garnachita! Yo soy el Guitarrista fantasma, soltó encorajinado el Tenoch, mi alma hipotecada al innombrable me costo para tu vengas a decirme como se peguen los ovarios, así aunque estés bien correteable, a mi me respetas si no quieres que me ponga a cantar las rolas de Los Pasteles verdes, de La tropa loca o el Leo Dan, eh mi Gladis vaya bajándole de volumen tres rayitas a su cabecita loca… Eso así me gustas que te pongas perro, me excitas cuando sacas la bestia que traes en tu caparazón mi Tenochcito, pero no te saques de onda no es para tanto, como que los Pasteles verdes, ahora que sí me quieres complacer tócame toda por donde más te plazca soy tuya cada martes como decía la Rarotonga te acuerdas, por cierto que día es hoy. Pues miércoles respondió agüitado el músico del barrio, pero ¿por qué ser tan rígida…?
El Guitarrista se incorporo y busco a la musa quien tenía el torso desnudo, era hermoso, esculpido por un artista renacentista, estaba reclinada sobre el quicio de la ventana que daba a bordo del rio y donde las ramas de los eucaliptos y los pirus dominaban el paisaje y estaba oteando que pasara la lechuza de la medio noche o el nagual que luego aullaba para poner los pelos de punta a los vecinos. El silencio se hizo de repente solo se escuchaban las respiraciones, apenas se percibían, el aliento de la vida poblaba el ambiente, la luz ámbar del foco de 60 wats hacia más penumbrosa la morada en perfectos caos, en una mesita estaba un envoltorio de papel periódico con “mostaza verde limón”, cannabis indica de exportación, que había conectado hacia unos días para relajarse e inspirarse, la espulgó y guardo los cocos para el monocultivo, forjo en un dos por tres con unos papers de hoja de maíz amarrillo mazorca, que eran su predilectos porque le daban un sabor diferente, más natural a su “soma favorito”, lo prendió, inhaló, “lleno el tanque” y aguantó la respiración y exhaló cuales pequeñas nubes viajeras. Cuando quiso compartir la “golosina” a la acompañante, ya no estaba ahí, la historia de siempre, desde su estancia en el Mictlán, ¡¿Qué le pasa a mi cabeza, me estoy volviendo loco?! Ya veo cosas, dijo el Tenoch, quien cayó como tronco derribado por talamontes y entro en un profundo sueño, que ya no puedo escuchar los golpes que casi derriban la puerta de su cantón.
La mente, la máquina de los sueños lo transportó años atrás, iba corriendo con una larga rama de pirú, persiguiendo mariposas para su colección ya tenía varias y las acomodaba en una cajita de madera que le regalo su papá donde guardaba sus amuletos, las que le gustaban mucho, era los “gallitos”, los brillantes colores anaranjado con negro, los “padrecitos” tenían sus alas negras con puntos blancos, pero la especial era una “maravilla”, más grande, amarilla y negra. El Tenoch corría, era feliz a toda velocidad por la rivera del río, junto con el Beto, el Toño, Jonás, todos ya llevaban sus trofeos en unas bolsas de plástico, otros traían su resortera y mataban a los gorriones, pero eso si no le gustaba, no le cuachalangueaba darles matarili, ya que volaban hermosos, como las golondrinas que en vuelo raso tocaban la superficie agua corrediza y luego se quedaban colgadas en los cables de la luz eléctrica. Corriendo como chivos locos, se cansaron para luego organizar un fut de a “chesco por piocha”, pusieron las porterías con unas rocas en el baldío-solar bordeado por unos magueyes y con el pasto alto siempre era el portero, se creía el Superman Miguel Marín, del Cruz Azul, su equipo favorito, se puso “trucha” y no dejo más que pasar “dos dianas” contra cinco del equipo contrario para zumbarse su Pepsi. ¡Aquello era vida! la tarde ya pardeaba y el burro 16 fue la siguiente parada, la calle era iluminada por una luminaria que empezaba a refulgir con los primeros luceros, para su perra suerte le toco “fletarse”, aguantó callado como los bravos, doblo la espalda y puso las manos sobre la cabeza, para que pasaran cual cuatreros del oeste neochichimeca, comenzaron: Uno, pin-uno; dos patada y coz; tres camino de San Andrés; cinco desde aquí te brinco; seis elevado lo es; siete te pongo mi chulo bonete; ocho te lo remocho con saliva y suave; nueve te saco una copita de nieve; diez al revés; once caballito de bronce; doce el rabo te crece; catorce la vieja cose; quince usas el trinche y 16 muchachos a correr… La estampida de mozalbetes echó la corretiza, tan-tan-tan-tan el rudo ruido a la puerta lo despertó del pasaje del ayer, ¡Tenoch abre la puerta! ¿Qué te pasa? De mala gana se paro, la penumbra del amanecer todavía iluminaba la luna y las estrellas mañaneras ya casi se desaparecían para dar paso a la actividad de un nuevo día, ¿quien toca a estas horas? Abre soy el Farina, apúrate que me vienen persiguiendo la jauría, ¡ayayay a que mi Memín Pinguín! triste Farinas que no sabes que las visitas de cortesía a estas horas no son apropiadas. Lo que pasa es que estaba en el tocada del Emigrante latino y que vale cobra, respondió el fugitivo, me andan siguiendo para darme en toda la cara, ¿pues que hiciste negro del demonio?, Yo nada, dijo, solo porque no me quise discutir para las guamas, los del barrio del terremoto me quien achicalar y además como le baje a la Petra al Tiburcio, pues se “peino de rayita a lado”, yo que tengo la culpa de estar tan guapo y de bailar como los ángeles… Y yo que culpa tengo de tus destrampes, expulsó el Tenoch, quien comenzó a afinar su guitarra, pásale y escóndete de bajo de la cama no te vayan a quitar lo señorito hijo de mi decima cuarta aventura jajajajajajajajaja. ¿Qué paso mi Tenoch? tú eres mi cuate no, además ahí traigo un material que solo contigo me voy a mochar, es una colombiana que me llego del mismo barrio de Tepito… Ay-ay-ay canijo negro, que andas haciendo por allá te van a despelucar, no manches tu traje de la primera comunión, está bien pesado, pero yo ya me aleje del vicio mi Farinas, no me vengas a sonsacar que ya llevo una semana sin meterme nada a la nariz, no quiero que se me caiga, imagínate que me quede sin mi perfil griego ¡esa si sería una desgracia que no me perdonaría!, Bueno, bueno como quieras, entons con tu permiso me pondré yo solito bien cocodrilo. Nunca te compusiste mi negro, repuso el Guitarrista Fantasma. En menos que cantara el gallo kkkiririririiikki, el clon de Memín Pinguín ya había calentado el vidrio con el alcaloide, trabajando el polvo blanco con una charrasca y sin decir agua, que se pone a chatear ante la atónica mirada del Tenoch que se había prometido jamás volver a inhalar la droga del diablo, que lo desdoblaba como si fuera un chamuco. Bueno ya estuvo, luego nos vemos mi Tenoch, lástima que te hayas vuelto fresa, ¡ahora si voy por esos vatos a mí nadie me hacer ver como un correlón y leandrin! Te digo mi Farina, luego te veo déjame dormir que encuentres tu destino y que te proteja Quetzalcóatl. Vale ahí te deje unas rayas de cebra ahí nos topamos, se despidió el Farinas dejando inquieto al Tenoch, cuando tocaron otra vez a la puerta…! Holaaaa mi Tenoch! Ya regrese y no me importa que no sea martes, miércoles o jueves, quien me dejo este regalito, y sopas perico par luego se zumbo “las cebras” la fémina salvaje. Estas de suerte me convenciste por lo que dijiste el otro día, ¿pues que te dije Marquesa? ya no me acuerdo. Nada ahora me cumples o me dejas como estaba, pues que te traes condenada, decía el Guitarrista Fantasma, quien ya era lamido por la bravucona de la Gladis que bajaba a su entrepierna, pero esa es otra historia…