¡No ni madres chinguen a su madre pinches rateros! y que suenan unos plomazos que dejaron sordos, y fríos a los pasajeros mientras todo se revolvía, las emociones, el miedo, el terror y el ultraje se mezclaron, haciendo un nudo en el estómago, haciendo que la cabeza explotara, en un santiamén, cuando el Tenoch vio una luz violeta refulgente que pensó, que de nuevo ya le lo llevaba San Pífas, de rebote de donde lo habían exiliado y se quedó como angelito profundamente dormido…
Mientras por la colonia La Romana el Juan Barrancas se había desdoblado y estaba atento con un viejo amigo, en otra de sus reencarnaciones escuchaba a Chebo, quien comenzó a despepepitar las páginas del pasado, era más de la mitad del siglo veinte cuando la Tierra de en medio iniciaba su fundación de la era moderna, cuando se empezó a transformar, lo que convertiría en una gran ciudad, la voz de un testigo cuando en Tlalnepantla los policías del barrio eran amigos del vecindario.
Mi papá, comienza la charla Eusebio emocionado, se llamaba Modesto Robledo Álvarez le decían el Chato, tenía su peluquería el Ritz, ahí se cortaba el pelo Don Venancio Ugalde q.e.p.d., Don Jesús Moreno Vélez, el mero mero de la Cocem, en aquellos años, el difunto Lomelí que eran de los ricachones de aquí de Tlalne y en esa calle detrás de la iglesia en la mera esquina había una biblioteca, que diga una tlapalería era de Don Abel Huitrón, presidente de Tlalnepantla, también uno de los primeros, como en el año 58, 60; yo iba a ala primaria que estaba a la vuelta, ahora donde está la de mariscos, había una cortinita chiquita, Tortas La Michoacana, ahí vendía Don Daniel y la Canadá era de los Pompeyo, eran de Coacalco, Don Ricardo, esa fue la primera Canadá que hubo en Tlalnepantla por el cine Elvira, las colas que hacíamos compadre eran de unas cuadras para ver las películas del Santo y el Monstruo de la Laguna Negra, dábamos toda la vuelta y en la mera esquina donde está la Taquería la Única, del que mataron, había una tortillería, fue de las primeras donde trajeron esas pinches maquinotas automáticas y la gente hasta nos espantamos, cuando llego mi papa a la casa nos dijo vayan a ver, vean como están haciendo las tortillas ahí, antes eran a mano y en comal y la gente feliz, porque luego tenías que estar dos tres horas para que te despacharan, porque las hacían a mano y a pincel.
Tlalnepantla fue bonito, brillan los ojos de Chebo, vibra su voz, cuando pasaba por el rio, y la laguna donde todos los nativos de Tlalnepantla nos íbamos a nadar, en “El Pilar” donde está el Tecnológico, la Mario Colín era el río por ahí a tres cuadras vivía tu servidor en la calle de Cuauhtémoc 55 y enfrente era un rastro donde está el kínder y ahí en Cuauhtémoc 55 enfrente fue la primera casa que ocupó Emilio Cárdenas, el presidente y la primera calle que tuvimos luz fue la Cuauhtémoc porque mandaron a poner un poste y creo que se lo robaron con figuras bien bonitas y aun lado donde es la Cámara nacional de comercio eran puros baldíos y a un ladito vivía el dueño de los Morales tenía un localito donde vendía pan y de ahí se fue para arriba para que veas que bonito era Tlalnepantla
La calle que es el río San Javier estaba lleno de árboles de capulines muy bonito, el Barrancas iba a platicarle a Chebo que también tuvo sus aventuras como Tom Sawyer, cuando la depredación salvaje no era la vida cotidiana de hoy, pero continuaban los recuerdos del Tlalnepantla que el viento se llevó, bueno casi, la voz cheboriana seguía, los Todoberto eran los dueños donde está el Plaza Lancaster, ahí eran terrenos baldíos después fueron campos de futbol, eran dueños de todo, yo iba con unos de sus hijos a la escuela, cuando se habla de Tlalnepantla, también hay que recordar las tardeadas, aquellos años donde está el café Nápoles y en la esquina estaba el Banamex que fue el primer banco en Berriozábal, ahí nos juntábamos todos en la presidencia que era una biblioteca que se llamaba Leona Vicario en aquellos años, despachaba el presidente Arana Morales, luego don Abel Huitrón; el primer candidato del PAN fue Nicasio Tiscareño, un señor de Aguascalientes, de ojos azul, tenía unas hijas muy bonitas y su negocio era una mantequera, don Juan Gavilán fue una persona muy potente muy trabajador, llego aquí de la Barca, Jalisco, vivía en la Romana en un localito con sus frituras con su hermano Pedro.
Era bonito Tlalnepantla de aquellos tiempos cuando éramos jóvenes de veintitantos años estaba con mis alhajas en la calle a las doce una de la mañana y no había tanto pinche asalto ni nada, en aquellos años había aun boxeador, que fue peso ligero que le decían “campeón sin corona”, que se llamaba Manuel Rivera, de Monterrey avecindado en Tlalnepantla, “la mejor izquierda” que ha existido en el box, a la talla de Olivares, de Mantequilla, una de las mejores izquierdas, él fue policía Manuel rivera, el en la noche el si te veía borracho te llevaba a tu casa, junto con Chagoya, otro policía te llevaban a tu casas y ya les dabas su propina si era Tlalnepantla con su policía de barrio, todos nos conocíamos le decíamos que paso campeón, yo practique el box con el cómo mi manager y el me llevo a ganar el campeonato los Guantes oro del estado de México, yo llenaba las plazas, la Arena “López Mateos” si yo no peleaba no se llenaba en aquellos tiempos con el campeón Manuel Arocha, con Cabrera el Halimi, el Costeño morales mi época fue muy dura porque hubo policías muy cabrones, Chucho castillo, Romeo Anaya, Lalo Guerrero, Rodolfo Martínez, Rubén Olivares, Rafael Herrara, yo peleo con Manuel Mendoza con el campeón mundial Gallo, él era de Toluca, también peleamos en Cuautitlán era peso gallo naturalito 53 quinientos compadre, después debutamos en la Coliseo con Lalo Cuadros allá en la calle de Perú, fue el primer nocaut que tuve ahí hasta se conmocionó el señor que noquee y de ahí nos fuimos peleando a Chetumal, Monterrey con mi manager Manuel Rivera y su hijo también que se llamaba Manuel Rivera Junior, con otro gran peleador que se llama Sotero Cabrera, antes estuvieron el Chuy El Vaquero, pero nosotros hicimos una época en Tlalnepantla empezamos con el box en Tlalnepantla, de hecho en la empresa con Manuel Rivera, Ponciano López, y supuestamente el que era el Santo que era el dueño de la arena, se apellidaba Guzmán, nosotros peleamos con el los boxeadores del Marcelo Alacrán Vargas, inclusive mi manager se lo madreo porque me robaron un trofeo, un día que nos ponemos a tomar y que se lo chinga, que va y se lo quita porque Manuel era una figura, un gran campeón. El Barrancas se despidió don un abrazo, la charla le había dado nostalgia, para él no le había tocado el policía de barrio, para el el Batallón de Radio Patrullas del estado de México, que traían a salto de mata a sus compas, el otro lado de la moneda, pero esa….