En Chihuahua se escasean las opciones; mientras el control de la delincuencia se incrementa. Son dueños del territorio donde ejercen su poder a través del uso de fuertes cantidades de dinero, las armas y la violencia. Se pueden enumerar hechos que demuestran que la autoridad ha sido rebasada; sin embargo, eso de poco ayuda a encontrar las soluciones que regresen la tranquilidad a la población.
Se han puesto en marcha operativos conjuntos para contener la violencia, pero no han funcionado. Desde el 2008, se han implementado tres planes de acción y ahora – al inicio del 2011- se da a conocer la noticia que será rediseñado otro más. En menos de dos años, estamos viendo que la autoridad en su conjunto no ha tenido éxito en sus intentos por abatir la inseguridad en la entidad.
Ciudad Juárez es noticia internacional. Día con día no deja de sorprendernos el nivel de violencia que se vive en esa ciudad. Hace unos días, un escolta del presidente municipal fue asesinado por un policía federal, cinco jóvenes fueron acribillados en una cancha de futbol; es tal la repetición de estos hechos que ya son un referente de la incapacidad para brindar seguridad a la población. Según datos del diario “Reforma” en el 2007 se registraron 83 homicidios, en 2008 la cifra creció a 1,129, en 2009 se llegó a 1,462 víctimas; sin embargo, para 2010 la cantidad se disparó a 2,377 asesinatos. Para abrir este año, en lo que va de enero ya se tiene el registro de 136 muertos. A pesar de lo sorprendente que nos pudieran parecer los datos del 2010, otras fuentes calculan la cifra de homicidios en 3,100.
En estos lamentables indicadores se encuentran los crímenes cometidos contra mujeres y jóvenes, cuyas familias no encuentra justicia y han perdido la esperanza de que el gobierno recupere el control de la entidad. Esto hace de Chihuahua un estado fallido, sin alternativas visibles de corto, mediano y largo plazo.
Todavía hay quien hace encuestas para medir la calificación de las autoridades, en particular del Gobierno Federal, como si esta situación de emergencia tuviera que valorarse por porcentajes de popularidad de los gobernantes. Esto es un fracaso y una muestra palpable de la ineptitud, falta de visión de la autoridad. Según Consulta Mitofsky, que le encanta hacer este tipo de estudios, la calificación del Presidente Calderón es de 32 por ciento en Chihuahua como si eso contribuyera a mejorar la seguridad en la entidad.
Todavía hay otros consultores, asesores y metiches que piensan en que la mejor manera de ganar el poder es no haciendo nada; que es mejor –para salir bien en las encuestas- no actuar, evadir la responsabilidad pública. Asómbrese porque a pesar de realidades tan adversas como la de Chihuahua, todavía hay quienes aconsejan no moverse para evitar el escándalo y el descrédito; ese que se lo lleve Calderón.
Para cambiar esa realidad es necesario impulsar un gobierno de coalición para Chihuahua, que nazca de un acuerdo donde participen las cámaras de Diputados y Senadores, la Cámara local, el Ejecutivo Federal y el de la entidad. En el país existen personas capaces de apoyar en la solución de los problemas que padecen. En principio, el gobernador debe reconocer- y aceptar- que sus medios han sido rebasados y que requiere del apoyo de la Federación en una estrategia conjunta, donde el tema de seguridad sea uno más de la agenda a seguir, pero no el principal como ha ocurrido. Sobre una estrategia de gobierno para rescatar Chihuahua es necesario que los diputados federales entiendan el nivel de emergencia que padece el estado y autoricen los recursos necesarios para poner en marcha las obras y acciones definidas.
Los recursos asignados deben ser etiquetados para los fines planeados y auditados con estricto apego a la ley, de tal manera que si algún funcionario hace uso indebido de ellos, sea sancionado con todo rigor porque sería tan criminal como los que hoy tienen a la entidad aterrorizada por la violencia.
Los nombramientos de funcionarios clave, como el Fiscal General de la entidad, el de Derechos Humanos, el de una fiscalía para delitos cometidos contra mujeres, y todos los delegados federales tienen que recaer en personas de probada honestidad, capacidad y compromiso social. Invariablemente, también tendrían que ser seleccionadas por consenso entre los involucrados del acuerdo. Hasta ahora esos nombramientos se hacen localmente por preferencias personales o cuotas de grupos políticos y en el caso federal por designación y escasa valoración. Esto a pesar de la emergencia que se tiene; tal parece que no se entiende la realidad que impera en la entidad, porque se sigue con prácticas del “botín” de gobierno y no de unir vocaciones para hacer que funcione Chihuahua.
Es necesario que el Fiscal General, jueces y ministerios públicos y los mandos de policía tengan protección durante y después del desempeño de sus cargos. Si esto no se asume es insistir en la simulación. Sus familias tienen derecho a la protección del gobierno en caso de que un familiar dedicado a estas tareas sea abatido. Los elementos de policía y sus familias requieren de la seguridad de una pensión justa, gozar de un seguro de vida que brinde alimento y educación a sus hijos. Lo que se tiene es irrelevante y tan escaso que al morir un elemento en cumplimiento de su deber, también se lleva a su familia, porque los deja en total estado de indefensión.
El acuerdo por Chihuahua es realmente simple: solo requiere de voluntad. Sin ella no será posible mejorar la seguridad ni impulsar una reforma integral de gobierno en el estado y seguiremos conociendo de planes, estrategias, operaciones conjuntas destinadas al fracaso. ¿Quién les cree? Nadie. ¿Qué resuelven? Nada.
El gobernador, recientemente en funciones, tiene seis años para hacer por su estado lo que los últimos tres no han podido. Si lo asume con la visión que se requiere podrá estar entre los hombres y nombres que vale la pena recordar. En caso contrario, será otro más que cargará con el estigma de no haber hecho nada, cuando los ciudadanos confiaron en él. Sin embargo, tampoco debe estar tan tranquilo y piense que puede dejar pasar el tiempo hasta que venga una nueva elección y entregar el cargo. Es probable que la sociedad organizada no tenga tanta paciencia y se manifieste con mayor fuerza mucho antes de que trate de asumir su responsabilidad. Gobierna una entidad fallida que requiere acciones innovadoras, con gran visión.
Hay muchos mexicanos de bien, profesionales y capaces que pueden ayudarle. Más que a él, lo harían por Chihuahua. Sólo basta que quiera y pedir la ayuda a los otros niveles de gobierno. Ya empezó mal al insistir en la estrategia punitiva, en la solicitud de más policías y más dinero para seguridad pública. Alguna vez Felipe González -en una entrevista con José Gutiérrez Vivó- comentó que los españoles voltearon al lado izquierdo y no vieron petróleo; luego al derecho y no vieron petróleo; al frente y a su espalda y tampoco encontraron petróleo y, entonces, concluyeron que España no tenía petróleo. Usted haga lo mismo y se dará cuenta que tiene bajo su responsabilidad un estado fallido que urge de un gobierno de coalición, no partidaria sino con las mejores mujeres y los mejores hombres.
*Politólogo, ex Presidente Consejero del Instituto Electoral del Estado de México.