NAUCALPAN.- Los mensajes agresivos que recibía en su celular “José”, estudiante de primero de secundaria de Naucalpan, pasaban inadvertidos para todos, menos para él, que se sentía angustiado y con miedo. Esta situación cambió cuando uno de esos mensajes decía que habían puesto un explosivo en la escuela, ya que lo comentó a sus compañeros, generando pánico en la clase.
“De cada 40 niños (estudiantes de secundaria de Naucalpan), hay tres que se nos acercan para decirnos que son víctimas de ciberbullyng”, nos comenta la psicóloga y policía primero de Naucalpan, Johana Talón Bautista, quien ha impartido pláticas sobre este problema y otros temas relacionados a los conflictos que viven los adolescentes, a 6 mil de los 47 mil 600 alumnos de este nivel escolar que hay en el municipio.
El ciberbullying es el uso de medios que combinan tecnología y comunicación para enviar y recibir datos a distancia (telemáticos), por parte de uno o varios adolescentes, con el propósito de ejercer acoso psicológico a otro menor; lo atormentan, amenazan, hostigan, humillan, insultan, mediante internet, teléfonos móviles y videojuegos en línea.
Talón Bautista es Coordinadora de Llamadas de Emergencia del Centro de Control, Comando, Comunicaciones y Cómputo (C4) del Gobierno de Naucalpan. Junto con los instructores Lorenza Gayosso Cruz, Agustín Bautista Jiménez y Carlos Ruiz Guerrero, han impartido pláticas en 25 escuelas, primero con el objetivo de crear conciencia entre los jóvenes del adecuado uso de la línea de auxilio, ya que en México de cada 10 llamadas de emergencia, nueve son falsas. En Naucalpan se ha bajado a siete este promedio.
Sin embargo, en la interacción con los jóvenes, detectaron algunos problemas que estaban viviendo de los que requerían información, como el acoso sexual por internet y el ciberbullying.
Una de las formas más comunes del acoso cibernético entre menores, es cuando un(a) adolescente publica una foto suya en una red social, y recibe burlas e insultos por su aspecto físico por parte de sus compañeros, con el propósito de humillarlo(a) ante quienes están agregados a esa cuenta.
También, hacer circular en las redes sociales rumores sobre la víctima, que suponga un comportamiento reprochable, para que terceras personas la juzguen, critiquen y ofendan, además del envío de mensajes amenazantes por correo electrónico o mensajes de texto, como le sucedió a “José”.
En ocasiones, el ciberbullying y el acoso sexual se relacionan. “Una situación de acoso, en la que un adulto a través de la manipulación obtiene de un menor fotos comprometedoras que luego hace públicas, puede generar burlas y ofensas de los compañeros, el menor se siente humillado y afecta mucho su autoestima”, nos explica Talón Bautista.
A la inversa también se da esta relación, una situación de ciberbullying puede provocar que un adolescente sea víctima de acoso, al exponerlo en la red estando en una situación emocional vulnerable.
Talón Bautista, relata que con los jóvenes que son víctimas de este acoso cibernético, se busca hacer una labor de contención y canalización, de primer contacto, “tenemos que ser empáticos y hablarles en su lenguaje, si no, no generamos confianza en ellos para que puedan expresarse”.
Indica que inician el tema de ciberbullying hablando del caso de Amanda Todd, una adolescente canadiense que a los 12 años sufrió acoso sexual y luego fue víctima de ciberbullyng durante tres años, situación que no soportó y se suicidó.
Amanda, luego de cambiarse de ciudad, empezó a inteactuar por chat para conocer nuevos amigos, uno de ellos, le pidió que le mostrara los senos (desnudos), ella accedió. Posteriormente el sujeto la intentó chantajear, pidiéndole un baile a través de la “webcam”, como no accedió, hizo pública la foto. Amanda cayó en una depresión y en el consumo de drogas, finalmente, el 10 de octubre de 2012, se quitó la vida cuando tenía 15 años.
Johana Talón nos refiere que después de una de estas pláticas una niña de 13 años se le acercó porque se sentía muy triste, ya que una persona que ella consideraba amigo la había comenzado a acosar con comentarios por unas fotografías que había subido al Facebook, en las cuales “ella mostraba sus pechos. A raíz de esta cuestión comenzó a cortarse los antebrazos. Ella manifestó sentirse muy culpable y confundida por la situación. También me indicó que ya estaba recibiendo terapia psicológica y que su mamá era quien la apoyaba”.
Johana no preguntó detalles de la foto, eso no era importante, sino escucharla. “Es prioritario hacer sentir a los adolescentes que no están solos, que hay personas que las pueden ayudar. A todos los niños que se nos acercan, los escuchamos y les damos los números telefónicos donde pueden encontrar ayuda, según el caso, la policía cibernética del Estado de México, el Instituto Naucalpenses de las Mujeres, el DIF Municipal”.
Según la Encuesta de Cohesión Social para la Prevención de la Violencia y la Delincuencia (ECOPRED) del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), en México el 32.2 por ciento de los jóvenes de 12 a 18 años ha sufrido acoso escolar, bullying, el cual generalmente cesa cuando los alumnos concluyen sus clases y retornan al hogar.
En el ciberbullying, con el uso de las nuevas tecnologías de la información y comunicación, las agresiones se pueden extender durante todo el día y en cualquier lugar en que se encuentre la víctima, y en los casos más graves, puede provocar suicidio, como le sucedió a AmandaTodd.
Vale la pena señalar que, si quien ejerce este tipo de violencia es un mayor de edad, no se considera ciberbullying, tampoco lo es cuando la intención del adulto es manipular a los menores para encontrarse con ellos fuera de la red, para fines sexuales o trata de personas, en este último caso se denomina “grooming”.
La ECOPRED realizada en 2014 en 47 ciudades del país, señala que en el 50 por ciento de los hogares, con adolescentes y adultos jóvenes, éstos expresan que hay situaciones de conflicto o peleas entre miembros del hogar, y el 61 por ciento señala tener por lo menos un amigo con problemas en casa.
La soledad que viven muchos adolescentes los pueden volver agresores y/o víctimas, en algunas ocasiones es la suerte lo que determina que serán primero.