CARTAGENA, Col.- Con un atardecer sobre las murallas de esta urbe caribeña, banderas blancas, aplausos y gritos, el presidente Juan Manuel Santos y el jefe de las FARC, Timoleón Jiménez, terminaron una guerra de 52 años y casi 300 mil muertes.
“Sí se pudo, sí se pudo”, fue el grito constante de los dos mil 500 invitados en la plazoleta del Centro de Convenciones de Cartagena, donde ondeó la bandera nacional, en manos de víctimas de la guerra, vestidos de blanco para una ceremonia y firma históricas.
La brisa y el atardecer adornaron las imponentes cúpulas de las iglesias de la ciudad amurallada, y la emblemática Torre del Reloj, testigos mudos del hecho más importante en la historia reciente de Colombia, desde 1810 cuando se dio el grito de la independencia.
Hoy, 200 años después, no fue el grito de la independencia, sino un acto de evocación a la vida, y un grito de no a la muerte, a los desaparecidos, a los desplazados por los diferentes actores de la guerra, a los despojados de sus tierras.