Don Baldomero, el regente de la Gloria, era un tipazo, preparaba un gatito que sabía a rechupete de conejo en adobo, pero aquella ocasión las prisas no se lo permitieron y se discutió con un molcajete de salsa martajada, unos kilos de gordas de maíz, hechas a mano en el comal con una cazuela de fríjoles y nopales para el bajón, todo iba bien, el ambiente era la pura sabrosura, cuando a pleno sol empezó a tronar el cielo, el ventarrón comenzó a chiflar y unas tímidas nubes llegaron con una lluvia tupida que formó en el cerro del Chiquigüite un arcoíris radiante como el que no se había visto por aquellos barrios, la luz del sol radiante difuminó las nubes y por la cúspide del cerro del Chiquigüite, resplandeciente serpenteaba una imagen dando giros en el cielo atravesando el arco multicolor parecía un dragón, pero el Tenoch boquiabierto que ya se le caía la baba de oso, del espeso liquido blanco de su jícara, espetó abriendo los ojotes que se comerían los gusanos algún día, ¡no manches es la serpiente emplumada que está en la pirámide de Tenayuca! ¡Quetzalcóatl! Preciso Nopalzint, el gran guerrero neo chichimeca que había ya vivido algunas aventuras con el Tenoch para parar de cabeza a unos malosos que andaban envenenando al barrio hacia algunos ayeres. Ahí con su piel de ocelote y su penacho de flores y su lanza de obsidiana, estaba el osado príncipe que en su primer viaje al futuro se había aprendido unos pasitos cumbianberos que el Tenoch le había aleccinado y en contraparte, el Tenoch había disfrutado de un slam en las celebraciones del Gran Tlatoani Xólotl, en la pirámide de Tenayuca, la ciudad amurallada donde la fiesta fue un enlace cosmogónico con la naturaleza, empezaba a recordar el Tenoch, aquellas imágenes psicodélicas que habían aparecido con la ingestión de unos botones de peyote que le habían convidado, y su mareada mente se despabilo cuando las vísceras le reclamaron y se fue a un rincón a cantar rancheras a capela , ¿qué estaba pasando? No quizo investigar jalo con su lira y se acercó con don Baldomero a despedirse, la Gloria no le había caído bien y salió a caminar por el barrio de Chalma, arrastrando los convers, ya repuesto empezó a cantar aquella que le llegaba de su adolescencia “ hace algún tiempo en ese lugar/ donde hoy los bosques se cubren de espino/ se oyó la voz de un poeta gritar/ caminante no hay camino se hace camino al andar/ golpe a golpe, verso verso… y cuando ya terminaba por ir en Babilonia se fue a caer en una cráter que le acomodó el esqueleto, el hoyanco que en su inicio había sido un bachecillo, pero que con el tiempo se había convertido en una trampa y hasta algunos vecinos mordaces habían celebrado con pastel que tenía un año rompiendo huesos.
Ahí el Guitarrista fantasma se había dado en la cabezota y empezó a manar un hilillo de moronga, que le embardunó la frente y lo transfiguro en el Hellboy de Marvel, cual diablo rojo del Toluca y, se incorporó y ahí en la barda había una leyenda “Si no hay justicia para el pueblo que no tenga paz el gobierno” puros sueños guajiros pensó el Tenoch, y siguió su camino hasta una gasolinera donde se lavó la cara y se aliviano se miró al espejo y pensó, que igual no todo estaba perdido para él, seguía respirando, con el corazón palpitando y la salvaje sangre circulando por su venas, igual algo que lo hiciera vibrar habría para el Guitarrista Fantasma en la noche que ya se anunciaba con el horizonte y los rojos encendidos del ocaso, agarró fuerzas de sus pasado y llego a la parada del transporte público, el RTP venía semivacío, se paró y subió donde encontraría un bálsamo a su tormentosa alma que no tenía sosiego desde hacía tiempo pero esa es otra historia…