A no ser que ese alguien no quiera serlo.
Me explico: El secretario de Hacienda y Crédito Público, Ernesto Cordero, ha ido de resbalón en resbalón.
Sin duda, el más recordado es el de los seis mil pesos que alcanzan para todo; luego el de su destape-madruguete-dedazo, en el que titubeante y hasta temeroso lanzó un “¡sí quiero!” como de novia casada por la fuerza, y, para cerrar con broche de oro, acabó con la pobreza de México y los mexicanos de un plumazo.
Mejor dicho, de un dichazo.
El que parece candidato presidencial bendecido desde Los Pinos –traducción: Calderón lo apoya-, ha hecho todo, hasta ahora, para no ser el bueno.
Porque con esas declaraciones es difícil imaginar que pretenda ser presidente y líder de un país que no sólo es pobre –más de 50 millones de mexicanos medio comen y medio viven y cinco millones se sumaron al selecto grupo en los diez años de panismo -, sino que está en guerra por decisión de quien lo impulsa.
O tal vez la instrucción sea esa: hacer como que sí, pero como que no, para ganar tiempo -¿cinco años no fueron suficientes?-, como en el futbol y que el entrenador decida quién entrará de cambio cuando el partido se ve perdido o se va abajo en el marcador. Porque así están el PAN y el PRD actualmente, abajo en la pizarra y lejos, muy lejos, del líder del torneo: el PRI y su inminente candidato y goleador, Enrique Peña Nieto.
En San Luis Potosí, dijo el martes: “Hace mucho que México dejó de ser un país pobre. México es un país de renta media con un problema de pobreza muy importante que tenemos que enfrentar, que estamos enfrentando, que estamos resolviendo, pero en este momento México ya es un país de renta media que viene a consolidar clases medias como hace tiempo no lo lograba.
“Y si logramos hacer lo que tenemos que hacer en los próximos años México, sin ninguna duda, va a ser muy diferente dentro de cinco años. Nos estaremos consolidando como un país que ha sido capaz de generar desarrollo económico y prosperidad social”. Y el mundo se le vino encima.
El jueves, en el aniversario del Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros (Bansefi), Cordero al fin reaccionó y dijo no aprovecharse del cargo para promocionarse y negó lo evidente:
“Yo no me confundo, a mí me queda muy clara la responsabilidad que tengo”, dijo a los reporteros. O sea, tiene muy claro que es el candidato o pre, como se quiera ver, pero es respetuoso de los tiempos y no hace proselitismo desde el cargo ni utiliza tiempos ni recursos oficiales.
Y pregunto: ¿De ser así, entonces por qué su destape fue en pleno Palacio Nacional, con todo lo que representa? Y más: ¿Qué hacía un secretario de Hacienda en el Día de la Marina a bordo de un buque nacional explicando su resbalón con la pobreza de México?
Recién destapado, el inexperto político del albiazul cumple a la perfección con el perfil que el ex embajador de Estados Unidos, Carlos Pascual, describió de los panistas: son grises y no tienen futuro.
Lozano, lozano
Javier Lozano, quien no es muy agradable que digamos, pero eso es cosa aparte, tuvo un acierto esta semana: enfrentar a los diputados y diputadas –parafraseando a un clásico-, durante su comparecencia ante la Permanente, lo que desató una batalla campal.
Los legisladores, muy cómodos, siempre enfundados en trajes de diseñador, con el cabello bien recortado y peinado y, claro, perfumados, se molestaron cuando Lozano agarró valor y respondió a los insultos.
Y es que el priísta Sebastián Lerdo de Tejada exhortó al secretario del Trabajo a moderarse, pues “mal hacen los que mucho ladran, poco aportan y nada construyen”.
¿Qué o quién les da el derecho a los legisladores para agredir así a un secretario de Estado o funcionario que comparece? ¿El fuero?
La razón o no de diputados y senadores como Ernesto Pompa, Marcela Guerra y Armando Ríos Piter para criticar la labor de Lozano, en este caso, al frente de la Secretaría del Trabajo, puede o no ser fundada, pero de eso a las ofensas hay mucha diferencia.
Y casos como ese sobran. Juan Molinar Horcasitas, llamado “asesino” por el incendio en la guardería subrogada ABC del IMSS, o Genaro García Luna, igualmente calificado como “corrupto y criminal” son ejemplos. Esas comparecencias, que nada aportan y que fueron hechas para, en otros tiempos, el lucimiento de los secretarios, hoy son caducas y obsoletas. Insisto, pueden tener o no razón para atacarlos y criticar su trabajo y soberbia, pero no para las injurias.
El espaldarazo de Calderón a García Luna
La instauración del 2 de junio como el Día del Policía y el discurso del presidente Felipe Calderón no dejan lugar a dudas: Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública federal, es hoy el hombre más fuerte en el gabinete.
García Luna no sólo se queda, sino que lo hace fortalecido por el espaldarazo de Calderón, quien ve en él al constructor de la nueva Policía Federal.
“Ha sido clave para iniciar la transformación profunda de este cuerpo federal, en uno profesional”, dijo el presidente el jueves.
Y pensar que el 8 de mayo el poeta y escritor Javier Sicilia pedía en el Zócalo al presidente destituirlo “como señal inequívoca de que nos escuchó”.
García Luna, sabedor del momento que vive, aprovechó para ensalzar a sus subordinados: “Los policías federales son héroes de la nación y la historia dará cuenta de ello”, dijo contundente ante sus elementos.
Sacerdocio cívico
En el evento, Calderón llamó a los universitarios a sumarse a las filas de la Policía Federal para terminar con la mala imagen y desconfianza y hacer de la profesión un sacerdocio cívico.
El miércoles, en Guaymas, Sonora, en el marco del Día de la Marina, el presidente había dicho, emocionado: “Las Fuerzas Armadas son más fuertes que cualquier organización criminal o que todas ellas juntas”.
La fuga
René Arce y su hermano Víctor Hugo Círigo, hechos en el PRD, quienes han sido senadores, diputados federales y locales y delegados en Iztapalapa, se sumaron esta semana a la campaña de Eruviel Avila, candidato del PRI a la gubernatura del Estado de México. Arce ofreció 140 mil votos de la zona oriente.
Dolores Padierna, eterna pejista y secretaria general del sol azteca, de inmediato salió a decir que “ni en sus mejores tiempos, Arce y Círigo habrían juntado cien mil votos”. Es la guerra de tribus y facciones en el perredismo a su máxima expresión.
Y ni tan Bravo
Diecisiete días después del arranque de las campañas en el Estado de México, Luis Felipe Bravo, candidato –¿o candidote?- del PAN, se dio cuenta de que su esfuerzo ha sido fallido y que no, que no jala y que su sueño de alcanzar el cielo está más lejos que marte de la Tierra.
Su líder, Gustavo Madero, amenaza con una campaña reloaded y, ahora sí, respaldar a su soldado. ¿Cuándo? El domingo ¿Dónde? En Tlalnepantla. ¡Ajá!.
Elba Esther, otra vez
No bien lo señalé en esta columna la semana pasada, cuando Elba Esther Gordillo, dirigente eterna del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) volvió a adular a Felipe Calderón, al llamarlo “el presidente de la educación”.
Ya había ido en menos de un mes de la crítica a la alabanza con su “gracias, porque nos ha cumplido el incremento salarial” y “en verdad, en el gremio se le quiere y aquí está la voz de mis compañeros”, para rematar el martes pasado en la firma del Acuerdo para la Evaluación del magisterio. Como dijo un clásico: “No tienen remedio”.
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