MOSCÚ, Rusia.-Mbappé o Modric. Pogba o Rakitic. Griezmann o Mandzukic. Moscú coronará este domingo como campeona del mundo a la selección de Francia o a la de Croacia, la única superviviente este miércoles en el estadio de Luzhniki de un pulso hercúleo con la escuadra de Inglaterra, a la que batió por 2-1.
Los pupilos de Zlatko Dalic vencieron con el físico deshecho, que no el orgullo ni el honor, después de remontar un tanto encajado en el minuto 5 y de forzar la prórroga por tercer encuentro consecutivo. Y es que, tras una fase de grupos primorosa, en la que doblegaron a Nigeria, Argentina e Islandia, los Vatreni alteraron su ruta. Su continuidad pasó a depender del funambulismo.
En dos tandas de penaltis culminadas por Ivan Rakitic, ante Dinamarca y Rusia, hilaron su progreso hasta semifinales.
La historia del conjunto ajedrezado pudo eternizar, ya así, al grupo capitaneado por Luka Modric, como en 1998 a Davor Suker, Robert Prosinecki y compañía; pero, coincidiendo con el vigésimo aniversario de aquel bronce, la ‘Generación del 2018′ mereció un lugar todavía más preeminente en la memoria del fútbol croata.
Los once elegidos por Zlatko Dalic no pudieron oxigenar desde el arranque sus músculos a través del toque de Luka Modric, porque los Tres Leones impusieron su vértigo, evitando que el pulso pasase por el medio, ahí donde el ’10’ madridista e Ivan Rakitic son normalmente los catalizadores del juego.
A Modric, de hecho, se le esperaba desafiante desde el inicio ante la meta defendida por Jordan Pickford, pero arrancó la semifinal más cerca de su área.
Y en la zona central, próxima al semicírculo, cazó a Dele Alli.
Esa falta habilitó a Kieran Trippier para un formidable golpeo que terminó en gol, en el minuto 5, lo que obstaculizó la hazaña.
Southgate ya había advertido, no obstante, de la versatilidad del conjunto inglés. En Rusia se está mostrando tan capaz de vencer con un gol en el último minuto, como ocurrió ante Túnez en su primer partido de la fase de grupos; como de vencer sus miedos en una tanda de penaltis, como pasó ante Colombia en los octavos de final.
Con relativa comodidad resolvieron, en cambio, el cruce de cuartos ante Suecia, con una exhibición de su potencial aéreo.
En Moscú, con su afición descontando los cuatro días que restaban para la final que alumbrará al campeón en Luzhniki al grito de ‘Football’s coming home’ -una canción que el preparador de Watford “no incluiría jamás en una lista de reproducción” por trasladarle hasta el penalti que marró en la Eurocopa de 1996-, el equipo inglés quiso ratificar su candidatura gracias al valioso pie del jugador del Tottenham Hotspur.