-Serenos, tranquilos, tenemos capacidad para enfrentar esta situación.
-En cuanto a México, siento que no vamos a tener problemas mayores. Ese es mi pronóstico.
-Lo del coronavirus, eso de que no se puede uno abrazar. Hay que abrazarse, ¡no pasa nada! ¡Detente enemigo, que el corazón de Jesús está conmigo! No dejen de salir. Vamos a seguir haciendo la vida normal.
-De acuerdo a nuestros técnicos, el 19 de abril vamos a poder salir de la gravedad.
-Nos vino esto como anillo al dedo para afianzar el propósito de la transformación.
-México es, después de la India, el país con menos infectados por coronavirus.
-La fuerza del presidente es moral, no es una fuerza de contagio El mínimo era seis mil. Otro escenario era ocho mil. Otro era 12 mil 500, que lo presentamos en una conferencia de prensa el 27 de febrero, allá en la Secretaría de Salud. Y teníamos así hasta 28 mil, que se redondea a los 30 mil, e incluso un escenario muy catastrófico que podría llegar a 60 mil.
¿Cuál de ellos es real? La respuesta es: todos pueden ser reales en distintas condiciones.
-La efectividad del cubrebocas no está comprobada.
-Vacunar a un niño significa quitar una oportunidad a un adulto.
Estas son algunas de las frases de Andrés Manuel López Obrador y suzar anticovid, Hugo LópezGatell Ramírez, que serán recordadas para siempre.
Ayer, tres años y 700 mil muertos después cuando el escenario muy catastrófico era 60 mil terminó la emergencia sanitaria por Covid19 en México, apenas unos días después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo hiciera.
Son, oficialmente, 335 mil, con un exceso de mortalidad de 505 mil 746 más los no registrados. Sí, un subregistro, una cifra negra.
¿700 mil? ¿800 mil? ¡Un millón!
Nadie sabrá nunca cuántos mexicanos murieron por Covid19.
La negligente forma como el gobierno de Andrés Manuel López Obrador atendió la epidemia será juzgada con el tiempo y, acaso, castigada.
Todos, todos los mexicanos conocen a alguien que murió, que enfermó gravemente o que sólo se contagió.
Será inolvidable cómo López Obrador se negaba a usar el cubrebocas, igual que su subsecretario de Salud, “el mejor funcionario del mundo”.
Y todo por no afectar la imagen presidencial de presunta fortaleza y salud. De nada valió, porque se ha contagiado tres veces, la más reciente hace apenas dos semanas, cuando se negó, se escondió y se manipuló para generar una guerra mediática… de la que acusaron a la oposición, ‘a los conservadores y a los medios vendidos’. Y si cuando había 2 mil muertos diariamente no se recomendaba el uso del cubrebocas, mucho menos ahora que ya ni se contabiliza.
Esa negligencia será cobrada en las urnas en 2024.
Vámonos: López Obrador quiere continuar en el gobierno hasta después de septiembre de 2024, cuando ya haya presidente electo. Así lo demuestra su advertencia de que enviará tres reformas, incluida la que ordene constitucionalmente la elección de ministros de la Corte por el voto del pueblo.
¡Cómo le dolió la anulación del autoritario Plan B!
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