A Andrés Manuel López Obrador le importa poco el peso.
Dice tener todavía margen de error para continuar con su obsesión de destazar al Poder Judicial, pese a la inestabilidad que ha provocado en los mercados y la moneda mexicana.
-¿En cuánto estaba el dólar antes de la elección del 2 de junio?, pregunta y alardea con ser el presidente con el que más se ha apreciado el peso en los últimos 20 años.
Y, lo peor, es que es cierto, pero no por su extraordinario gobierno, sino por causas y circunstancias especiales que se han dado, principalmente externas.
Con él, el dólar se apreció y se ubicó en 16.50 hasta el 2 de junio y se disparó a 17.50 el lunes, un día después de que se conociera que Movimiento Regeneración Nacional (Morena), el partido que inventó y administra, tendría mayoría calificada en la Cámara de Diputados y casi en la de Senadores, lo que le permite hacer lo que se le antoje con la Constitución.
Al día siguiente, la candidata ganadora, Claudia Sheinbaum Pardo, próxima sucesora de López Obrador, ordenó a Rogelio Ramírez de la O, secretario de Hacienda y Crédito Público que repetirá con ella, y al coordinador del proceso de entrega-recepción, Juan Ramón de la Fuente, salir a dar un mensaje para calmar las aguas, pero no funcionó.
Fueron casi dos semanas de devaluación hasta ayer, que el peso recuperó algunos centavos, pero siempre en riesgo de desplome ante cualquier declaración o actitud fuera de lógica del señor que presume austeridad, pero vive en un palacio.
El dólar rasguñó los 19 pesos el miércoles y aún así, López Obrador advirtió que la reforma al Poder Judicial, la que ha provocado este desastre financiero, va porque va en septiembre, el último mes de su fracasado gobierno y el primero de la nueva legislatura.
Tal advertencia ha hecho reaccionar a los inversionistas y expertos, quienes aseguran que es una mala señal y que la estabilidad del país podría estar en riesgo, lo que el tabasqueño descarta.
Y, machista, misógino y autoritario como es, hasta dejó en ridículo dos veces a Sheinbaum Pardo, quien, sabedora ciertamente de que de nade servirá y todo está escrito, ofreció un parlamento abierto y mesas de diálogo, así como una consulta para conocer la opinión de los diversos sectores y la sociedad en torno al tema.
López Obrador asegura que el recibió en 2018, cuando comenzó su lúgubre sexenio con más de millón y medio de mexicanos muertos por violencia y Covid-19 –debido a su negligencia- el dólar en 20 pesos, así que todavía hay margen de maniobra.
Ese inminente error de septiembre es comparado ya con el de diciembre de 1994, cuando en el incipiente gobierno de Ernesto Zedillo el peso se devaluó casi ¡300 por ciento! con tasas de interés de hasta 150 por ciento anual.
Cabe recordar que para reformar la Carta Magna se requiere de dos terceras partes de los legisladores, lo que significa 336 de 500 diputados y 86 de 128 senadores.
Morena y rémoras –Verde y PT- sumarían 370 legisladores en San Lázaro y 82 en Paseo de la Reforma, por lo que en el primer caso están sobrados, mientras en el segundo necesitan convencer o sobornar a cuatro, lo que no parece difícil si Movimiento Ciudadano (MC), el partido del palero Jorge Álvarez Máynez y el incondicional Dante Delgado Rannauro tendrán cinco.
Todas las cifras están aún por definirse, lo que sucederá a más tardar el 23 de agosto, cuando se hayan definido conteos finales e impugnaciones, ya que el Congreso se instalará el 1 de septiembre.
Vámonos: Marko Cortés Mendoza, aún líder del Partido Acción Nacional (PAN), no conoce la vergüenza. Tiene que irse ya de la dirigencia.
alberto.montoya@diahabil.com.mx @albermontex