Resulta difícil aceptar lo que pasa en varias entidades del país y la clase política recurra el instrumento más eficaz que tiene para enfrentar el reclamo social: discursos con frases hechas, palabras que se pierden en el vacío de la nada. Llamar a esto demagogia es una manera elegante de referirse a lo que la autoridad ha dejado de hacer, para concentrarse en una instancia que administra, pero no gobierna. No ejerce el poder, porque ese está en otra parte y en otras manos; en grupos que tienen el dinero y las armas para hacer valer o reclamar su derecho a cogobernar.
En referencia a la elección de gobernador del 13 de noviembre de 2011, Ricardo Alemán escribió: “…el verdadero ganador de la elección michoacana es el crimen organizado y el narcotráfico. En las boletas ganó el PRI; en el palacio de gobierno estará sentado un político del PRI, pero la gobernabilidad de Michoacán estará en manos de las bandas criminales… perdió la democracia electoral mexicana, que hoy muestra evidencias contundentes de que fue penetrada por el crimen organizado y el narcotráfico”.
La existencia de gobiernos paralelos es la alerta máxima del fracaso de la autoridad, de su paso de gobierno legal y legítimo a gobierno sumiso y maniatado. Suena paradójico, pero no son los grupos de traficantes ni su accionar, lo que los tiene en ese lugar; es la corrupción generalizada lo que ha carcomido sus instituciones públicas. Lamentablemente eso no es lo peor ni lo más grave; a la infiltración criminal en las distintas áreas y órdenes de gobierno; a la corrupción generalizada, a veces por temor y otras por elección; hay que sumarle la ausencia de políticos con visión de estado, a políticos sin causa social ni ideológica, sin formación sobre el valor real de dedicarse a la política. Esos personajes que ahora se dicen políticos son meros accidentes electorales, ganadores de procesos a golpes de despensas, dinero de procedencia ilegal y tarjetas de débito canjeables en establecimientos determinados. Son una modalidad de delincuencia organizada legalizada. Son criminales que asesinan la democracia y, por tanto, a las instituciones de gobierno.
Son tan delincuentes como los otros, nada más que aquellos se les persigue y esto se les paga, se les da fuero para ejercer un poder que ganaron ilegítimamente. ¿Cómo pedirles que reflexionen y actúen para bien de la población?, simplemente no hay modo, no existe la forma, porque, además, la ineficiencia no es un delito ni la demagogia se persigue de oficio. El daño que hacen es más que el conjunto de los grupos criminales; estos saben que practican un negocio ilegal, pero también están conscientes de pagar el precio; uno de ellos es comprar el silencio y la complicidad de la autoridad que representan los mercaderes de la política, en funciones de gobierno.
Un abogado que me hace favor de compartir sus opiniones, me señaló que suena absurdo pedir la desaparición de poderes en Michoacán, su interpretación es simple: se pide la desaparición de poderes donde existen, pero en Michoacán hace mucho que desaparecieron. Es una entidad sin gobierno, sin líderes capaces de actuar frente a la emergencia que viven los michoacanos, esa orgullosa clase política, con talento y formada para las tareas constructivas ha dejado de existir; lo que se tiene son aviadores del cargo público. Llegan por una desgracia y se van por otra más grave: la derrota moral de los michoacanos. ¿A quién acudir? ¿A quién pedir que gobierne y haga valer la ley, si los que llegaron lo hicieron precisamente por violarla y gobiernan con ausencia de ella?; No pueden decir que representan a los poderes públicos del estado, que gobiernan aplicando la ley, porque los hechos en su contra son contundentes: sangre, muerte, inseguridad, pero, sobre todo, indiferencia ante la realidad que los supera.
Reclaman autonomía y exigen respeto a la soberanía de la entidad, pero piden más militares, marinos y policías federales para que se encarguen de enfrentar a la delincuencia; se enojan cuando les dicen que existe ingobernabilidad, pero no tienen gobernador, o dos a medias; se indignan por los señalamientos de vacío de autoridad, pero tienen guardias comunitarias o grupos de autodefensa, precisamente porque la clase política gobernante no tiene la capacidad para garantizar la seguridad a la población; tiran la llave donde está oscuro y la buscan donde está prendido el foco.
Criticaban al presidente Calderón, lo responsabilizaban de la guerra al narcotráfico, pero lo añoran porque ahora no tienen a quién culpar; en quién descargar sus culpas e incapacidad. El gobernador enfermo no se va porque quiere seguir controlando el presupuesto público y el interino ya quiere que se vaya para disponer del mismo. ¿Gobernar? ¡Hay pueblo no te pongas pesado ni seas tan exigente!
La negativa al fracaso del gobierno estatal llega al nivel de lo chusco, de lo penoso y de un cinismo que asombra. A pocos meses de haber asumido el cargo de gobernador, Fausto Vallejo, declararía en una gira de trabajo con el presidente Calderón que Michoacán era “un oasis de paz y tranquilidad y de desarrollo”. Esto lo dijo a pesar de que el viernes 10 de agosto de 2012, se suscitaron fuertes enfrentamientos entre la policía federal y presuntos miembros de la delincuencia organizada en los municipios de Apatzingán, Nueva Italia y Mújica, con un saldo de 4 policías y 5 delincuentes muertos; más 34 vehículos dañados y 17 incendiados. Frente a los acontecimientos, el gobierno federal envío 600 elementos de la fuerza federal para reforzar la seguridad en el estado. Días después, enviaría 400 más, para vigilar el paraíso del gobernador michoacano.
Michoacán ha registrado acontecimientos que han sacudido la opinión pública nacional e internacional. Son fechas que forman parte del calendario de las desgracias para el pacífico y trabajador pueblo michoacano. Este espacio no es suficiente para integrar los hechos de violencia que se han integrado al paisaje de la entidad; únicamente se citan algunos de los ocurridos en el 2013.
24 de febrero de 2013. Surgen grupos de autodefensa en los municipios de Tepalcatepec, Felipe carrillo Puerto, Buenavista Tomatlán, mismos que se suman a los existentes en otros municipios del estado.
11 de marzo de 2013. Se da a conocer que en los primeros cien días del nuevo gobierno federal, Michoacán registró 156 ejecuciones.
22 de marzo de 2013. Ejecutan a siete personas en el municipio de Uruapan.
26 de marzo de 2013. Mueren cuatro civiles y queda un policía federal herido durante un enfrentamiento en el municipio de Buenavista Tomatlán.
10 de abril de 2013. Hombres armados atacan una caravana de productores y cortadores de limón el municipio de Apatzingán, Michoacán. En la agresión perdieron la vida nueve personas y cinco más resultaron heridas. En otro enfrentamiento registrado en los municipios de Múgica y Gabriel Zamora perdieron la vida seis personas más.
25 de abril de 2013. El gobernador interino desconoció a las guardias comunitarias que operan en municipios como Buenavista Tomatlán y Tepalcatepec. Los calificó de grupos de autodefensa. Los grupos que operaban en San Juan Nuevo y Cherato del municipio de Los Reyes, únicamente queda en operación el de Santa Clara del Cobre. Quedan grupos de hombres armados en La Ruana y otros municipios, como el de Aguililla.
29 de abril de 2013. Mueren 10 personas y siete más resultan heridas luego de un enfrentamiento entre los autodenominados Caballeros Templarios y miembros de la policía comunitaria de la Ruana, municipio de Buenavista Tomatlán.
2 de mayo de 2013. Asesinan a José Torres Chávez, hermano del presidente municipal de Buenavista Tomatlán.
12 de mayo de 2013. Dos hombres fueron asesinados y sus cuerpos fueron colgados en un arco metálico, ubicado en la entrada principal de la comunidad denominada Limón de la Luna, en el municipio de Buenavista Tomatlán.
Y, seguirán creciendo. No hay voluntad política de que esto cambie. La federación tiene que hacer más de lo que hasta ahora ha realizado. Mandar a otro militar como secretario de Seguridad Pública Estatal no es una solución que toque el fondo del problema o, por lo menos que lo aborde; es un paliativo con el propósito de bajar la presión al conflicto, y corresponde al precario o elusivo manejo que se está dando al problema de la inseguridad pública. No hay una estrategia, lo que existe es una oficina de relaciones públicas que atiende la coyuntura, con la consigna de desvirtuar todo lo se relacione con el tema de la inseguridad.
Michoacán no tiene alternativas, lo único que resta es la restauración de los poderes públicos, no desaparecerlos porque tienen años que no existen; al menos desde los últimos tres gobernadores. Es un tema no menos importante de los señalados en el Pacto por México. Ese sería el lugar adecuado para acordar una acción a la altura de lo que requiere Michoacán, lo demás es moneda de curso corriente, que no lleva a ningún lado.