CIUDAD DE MÉXICO, Méx.- A 60 años de su muerte, el pintor mexicano Diego Rivera, se mantiene vigente a través de obras tan reconocidas como “La creación” y “Germinación”, así como por aquellas como “Retrato de un español”, poco conocidas pero cuyo precio oscila entre 3 y 5 millones de dólares.
La Casa de Subasta Sotheby’s ubicada en Nueva York anunció la venta de “Retrato de un español” realizado por Rivera en 1912, como una de las obras estrella de la subasta de arte latinoamericano que se realizó el pasado 21 de noviembre.
En tanto, en México, el Museo Mural Diego Rivera y Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo se alistan para la exposición simultánea “Diego Rivera y la experiencia en la URSS”, que reunirá un total de 289 piezas que se dividirán en los dos recintos.
La muestra estará conformada por una importante selección de obra plástica, fotográfica y material documental que darán cuenta de la labor artística y experiencias que Rivera tuvo durante sus dos visitas a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). La primera fue realizada en 1927 y la segunda en 1955.
Diego María Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de la Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez, su nombre completo, nació el 8 de diciembre de 1886 en la ciudad de Guanajuato y desde muy temprana edad comenzó a dibujar.
De 1896 a 1902 estudio en la Academia de San Carlos, donde tomó clases con Santiago Rebull, Félix Parra y José María Velasco, entre otros, pero que abandonó a los 16 años de edad debido -según sus propias palabras- a que el sistema de enseñanza de pintura sólo estaba dirigida a la reproducción fiel de los objetos.
Posteriormente, con la ayuda del promotor, pintor y vulcanólogo Gerardo Murillo, “Dr. Atl”, organizó su primera exposición individual en 1907 y ganó una beca para estudiar en Europa.
Años más tarde se trasladó a España becado por el gobierno veracruzano y de ahí viajó a distintas partes de Europa, como Gran Bretaña, Francia, Bélgica y Holanda, lo que le permitió estar en contacto con obras del Renacimiento, el cubismo y la vanguardia.
Su obra de esa época muestra el estudio y el análisis de la obra de Paul Cezanne, del cubismo, fauvismo y neoimpresionismo, además de que experimentó con el óleo, pastel, acuarela, fresco, encáustica y temple sobre tela, cartón, papel y corcho prensado.
En México, su primer mural fue “La creación”, de 1922, destinado al anfiteatro Simón Bolívar de la Escuela Nacional Preparatoria. Ese mismo año, fue uno de los organizadores de la Unión de Trabajadores Técnicos y Plásticos.
A principios de la década de 1930, el muralista viajó a Estados Unidos, donde pintó murales en San Francisco, Detroit y Nueva York.
Su fresco “Hombre en la encrucijada” recibió numerosas críticas por la semejanza de los rasgos de una de sus figuras con Lenin.
Rivera siempre se declaró ateo y un luchador social a favor de los débiles, por lo que en el fresco de Nueva York aparece además un técnico controlador de la naturaleza y a la sociedad dividida en dos mundos: el socialista y el capitalista.
Su más ambicioso y gigantesco proyecto fue un mural pico sobre la historia de México para el Palacio Nacional, el cual quedó inconcluso debido a su muerte.
Desde finales de la década de 1930 se dedicó a la pintura paisajística y de retratos, y en sus últimas pinturas desarrolló un estilo indigenista y social de gran atractivo popular.
La primera compañera reconocida de Rivera fue la artista emigrante rusa Angelina Belloff, con quien procreó un hijo que murió poco después. Tiempo más tarde nació su hija Marika, producto de los amoríos que tuvo con la pintora rusa Marievna Vorobiev-Stebelsca.
Como segunda esposa tuvo a Guadalupe Marín, modelo de sus retratos, con quien se casó en la Iglesia de San Miguel, en la ciudad de Guadalajara. De esta relación nacieron dos niñas: Guadalupe y Ruth.
Otra de las musas de Diego fue Tina Moddotti, quien aparece en sus murales como “La tierra dormida”, “Germinación” y “Los frutos de la tierra”, entre otros, con quien mantuvo una relación amorosa que perduró hasta 1927.
El 21 de agosto de 1929 se casó con Frida Kahlo, 24 años menor que él. Su relación fue abierta y extraña, pues ambos se autorizaron a tener relaciones sexuales fuera del matrimonio. Para 1940 se divorciaron, pero se volvieron a casar después de un año, y esta vez la relación perduró hasta la muerte de ella, en 1954.
El 29 de julio de 1955, casi un año después de la muerte de Kahlo, Diego contrajo matrimonio por cuarta vez, con Emma Hurtado, quien era mucho más joven que él y amiga suya desde hacía más de diez años. Ella permaneció a su lado hasta su muerte, ocurrida el 24 de noviembre de 1957.