TOLUCA, Méx.- Cuando un padre enseña a su hijo a odiar a otro de sus progenitores, representa una grave y persistente amenaza para la salud mental y emocional de ese niño, afirmó la especialista de la Universidad Autónoma del Estado de México, Nelly Guadalupe Méndez Nava, en el marco del Primer Foro de Maltrato Infantil, convocado por la Facultad de Ciencias de la Conducta.
Esta situación, mencionó la académica, es una de las problemáticas más importantes y difíciles de afrontar para la familia después del divorcio, pues significa tomar la decisión de con quién se van a quedar los hijos, cuestión que irremediablemente trae como consecuencia conflictos.
Uno de ello, advirtió, es que algunos padres, en su afán de descargar su frustración, enojo e ira, se orientan principalmente a manipular al niño, con la finalidad de molestar al otro progenitor e inculcar mediante comentarios repetitivos un patrón que produce en el menor el Síndrome de Alineación Parental (SAP).
El anterior concepto, acuñado en 1985 por el Doctor Richard Gardner, explicó, es identificado como un trastorno que surge principalmente en el contexto de las disputas por la guardia y custodia de los niños, cuando éstos sufren la manipulación de uno de los padres para ser usada en contra del otro y así satisfacer intereses del primero, es decir, se refiere a las acciones, eventos y secuencias tendientes a separar y menoscabar el amor de un hijo hacia uno de los progenitores.
De lo anterior, abundó, se sabe que Gardner comenzó a estudiar estos factores en los niños, utilizando el término de Síndrome de Alienación Parental para referirse a aquellos factores que apreciaba después de la separación o divorcio, consistentes en la denigración y el rechazo de un padre antes amado.
Nelly Guadalupe Méndez Nava subrayó que con la presencia del SAP, la diferencia recae en que pareciera que los niños han dejado de amar a alguno de sus progenitores, transformando todo aquel amor y cariño en desprecio y desaprobación, manifestados con un odio exacerbado.