La presidenta, Claudia Sheinbaum Pardo, cumplió un año al frente del destino de la nación, lo hace de la manera que pocos esperaban, entre ellos sus opositores. Llega a su primer informe de gobierno con una evaluación alta (73.5% GobernArte 01/11/2025) y esto tiene dos lecturas, según sea el lado de donde se mire. Para los afines al movimiento de la 4T, seguidores y simpatizantes de Morena es el resultado del cambio en el modelo económico mexicano, donde la base de legitimidad son los más desfavorecidos, que desplazó al reducido grupo de privilegiados aliados del viejo régimen, que ejercieron el proyecto neoliberal, cualquier cosa que este término signifique.
La otra versión es que el prestigio nacional e internacional de la presidenta, que ha dado continuidad al movimiento Lopezobradorista, constituye el hecho demostrativo del fracaso de la oposición, que dejó de ser un factor de competencia y está en un proceso prácticamente de extinción debido a que se mantiene atada al esquema que se reprodujo durante casi cien años, con el control total del poder público y político. Esto ocurrió a pesar que ejercieron presión para motivar un rompimiento, cualquiera de las dos versiones, no son buenas noticias para los partidos políticos aliados en contra de los grupos de la 4T que administran los asuntos de gobierno y marcan la línea, tanto discursiva como política en el país. Tampoco para sus aliados de los grupos económicos, en específico empresarios y dueños de los medios de comunicación, quienes de asociados pasaron a ser controladores de los poderes Ejecutivo y Legislativo del Estado mexicano.
El esquema operativo de donde nace la fortaleza de la continuidad del movimiento morenista no es nuevo, solo que reunieron las condiciones para su regreso e impulsarlo como factor de consolidación del cambio político en el país. Han sido exitosos y los resultados no se pueden discutir, mucho menos negar. Tiene la mayoría de los gobiernos estatales, cámaras locales y, sobre todo, el control del Poder Legislativo. También llamada mayoría calificada.
Adicionalmente, la presidenta dio una muestra contundente del poder político que ejerce por mandato superior, fundado en la legalidad y la legitimidad de las reglas de la competencia electoral que, fueron diseñadas y aprobadas por sus opositores cuando tenían el dominio del régimen político. Modificó el acuerdo bajo el que se elegía al Poder Judicial. Eso significó el golpe más duro a la oposición, porque se quedaron sin medios para enfrentar al Poder Ejecutivo. Ya no tuvieron tiempo de utilizarlo bajo la modalidad que tuvo éxito en Brasil, Bolivia, Perú o Ecuador.
El error de fondo de esa forma de operación y comportamiento político es la negación que México vive una transformación donde ellos ya no son factor de decisión, su fuerza no alcanza siquiera para ser un actor a la mesa de las negociaciones. Además, carecen de agenda justamente para negociar. El líder del PRI tiene a todo un partido, al sistema electoral vigente, la cobertura de los medios tradicionales de comunicación y las escasas posiciones ganadas por la vía electoral solo para defenderse y no terminar en la cárcel, como parece que puede ocurrir. Y no, no es un perseguido político, es un vociferante astuto útil para que acabar con lo que queda del partido que dirige o del se apropió.
En el caso del PAN ocurre un escenario parecido, el partido es un refugio para los señalados de ser parte del cártel inmobiliario. Para acabarla, acuden a un foro donde el convocante está señalado de evadir al fisco y no quiere pagar. El cumpleaños opositor no tiene nada que celebrar.







