CIUDAD DE MÉXICO, Méx.- La emblemática “Piedra del Sol” azteca es más que un calendario o una simple representación del dios del sol, es un retrato dedicado al gobernante Moctezuma II como un “rey sol”, elaborado unos años antes la llegada de los conquistadores españoles, según la teoría de David Stuart.
De acuerdo con la hipótesis desarrollada por Stuart, profesor de historia del arte de la Universidad de Texas en Austin (UTA) , la nueva teoría “muestra históricamente las imágenes y el monumento, yendo más allá de verlo como una escultura religiosa o cosmológica”.
“Los estudiosos han debatido acerca de la identidad de la cara central de la piedra durante más de 100 años, pero esta nueva línea de investigación de Stuart muestra que puede haber más en la historia”, indico la UTA en un comunicado.
“Investigadores anteriores habían identificado el nombre pictográfico de Moctezuma en la piedra, pero el siguiente paso fue identificar el nombre como una etiqueta y no solo una nota sobre quién lo hizo”, señalo la institución.
En un reciente viaje a Ciudad de México, Stuart guió a una delegación de la Universidad de Texas a través del Museo Nacional de Antropología y su exhibición icónica de la Piedra del Sol Azteca.
“Recuerdo haber notado un nuevo detalle en los glifos de la piedra que me dio una pausa”, dijo. “Continué con la gira, pero hice una nota mental para regresar a las fotos y los dibujos. Ese momento me condujo a una nueva línea de investigación “.
La famosa piedra, también conocida como la Piedra del Calendario Azteca, fue desenterrada en la Ciudad de México en 1790. Tiene casi 3.6 metros de diámetro y está cubierta de jeroglíficos, con una deidad solar en su centro.
Stuart cree que los dos glifos que aparecen sobre la cara central se refieren a Moctezuma II y al dios patrono de Mexica Huitzilopochtli.
Con base en lo que se conoce hasta ahora acerca de las relaciones texto-imagen en el arte mesoamericano, Stuart plantea la hipótesis de que su ubicación tiene una relación directa con la identidad del rostro en sí.
En el arte de Mexica, los glifos de nombre rara vez funcionan como entidades independientes y, en cambio, casi siempre se encuentran junto con retratos e imágenes como medio de identificación de imágenes.