El hoyo negro en que estaba convertida aquella habitación era un claro ejemplo de la pachorrez, la modorra, la depresión y la falta de huevos para enfrentar a la cruda realidad, por la que atravesaba el siniestro Johnny Barrancas, para variar andaba volando bajo, la depresión crónica lo estaba apabullando, hasta la madre de toda la hipocresía y estulticia que rodeaba al mundo, el resentimiento lo conducía a extremos de estupidez que aliviaba fumando mata-siguaraya del barrio del Peralvillo y que lo tenía todo jamaicoso, a punto de batir el record del rastafari más connotado de la comarca. No sabía que hacer con la remesa y la había compartido con la banda, cancelando prohibiciones y siguiendo el credo de Bob Marley, que corra la mostaza y que se abra la tierra que esta lleno de inmundicia. Se sumergía en aquella penumbra, le rodeaba el camastro maltrecho y el desorden de libros y hojas que rodeaban su mesita donde tenía su máquina de escribir, y montones de ropa por aquí y por acuallá colillas de cigarro, bachas, botellas de caguama que lo hacían sentir un emula, que no emulo del Hemingway, del máster Bukowsky, Rubén Romero, del H. Manjarrez, muy a la distancia del Saldaña Parménides, aquel cabrón si que era todo un Pasto verde, declaraba, se quería convertir en todo un ecléctico escribiente que llegaría a las puertas sublimes de la imperfección, que no de la percepción, escuchando al Rey Lagarto, Jim Morrison, releyendo Las enseñanzas de Don Juan, para terminar con las pastas Nación Prozac de Elizabeth Bhurtzell, o no se que Alzheimer apelativos, que lo hacían ver en el abismo cual centro de la tierra girando y en caída libre al vacío en cámara lenta, escuchando voces como: “te lo dije, nunca te compusiste “, “garbanzo negro” “eres un perdedor, un don nadie, la oveja negra de la familia” “que se podía esperar de un cuate así”, y la sombra seguía girando hasta el fin, para rebotar y volver a tocar la misma rola, hasta que sudoroso, despertaba todo ardiendo por dentro, sintiendo la flama candente del alcaloide, que había succionado alegremente por las fosas nasales, chateando el cocol de los papeles que se había conectado para armarse y soportar la cruda realidad de este infumable y torcido mundo, la fuga a toda velocidad hasta estrellarse una y otra vez más, vaciándose el alma, secándose el corazón, y llenándose de odio, y a la vez anhelando encontrar un ángel que lo salvara de la perdición, de aquel infierno en vida a las tres y minutos de la madrugada y yo en mi insano juicio jajajajajaaaaaaa soy un freak canturreando “…déjame acercarme junto a ti prometo estar agradecido/ ya no lo pienses más da la vuelta sin mirar atrás/ se que te va gustar/ no tienes rival/ prometo estar agradecido….” giraba en su mente la rola del Rosendo, mientras apretaba la dentadura, enconchado y llorando “¿como salgo de esta jaula a la que me vine meter a lo penitente?” Y los recuerdos le llegaban a su atrofiada mente. Se veía por la y griega de “la Quebrada” buscando en su libidinosa mente un clítoris salvaje, iba colocado hasta la estratosfera, quien se lo podía impedir, ya era noche y había una invitación, una fiesta, una promesa por encontrar aquel Monte de Venus por aquella serranía, el deseo lo subyugaba, abordó el bus-avión por la ciudad amurallada para trasbordar por Tequesquinahuac, no llegó a la parada, bajo a medio kilometro antes del puente peatonal, subió la pendiente y la avenida de seis carriles se veía en aquella boca de lobo, un auto a toda velocidad en el de alta, no había bronca, en la oscuridad camino confiado a sus reflejos tienes cara de … cuando ya a la mitad del cruce a la de sin susto se jalo la maquina rodante como si lo quisiera cazar y reventarlo, pensó el Barrancas, corrió con todas sus fuerzas y se tiro adelante para evitar el golpe. El impacto fue seco brutal, ¡madres! instantáneo y perdió el conocimiento en uno segundos, regreso a la realidad, se quiso poner en pie, pero no pudo y a lo lejos venían ya otras luces que se acercaban rápidamente, se arrastro como lo que era un gusano, un insecto rastrero. Mientras el automotor que lo alcanzo ya regresaba a rematarlo, se apuró a la banqueta que estaba de frente a una iglesita con su cruz, “Así te quería ver arrastrándote frente al crucifico pecador” escucho una voz interna, cuando chillaron las llantas y freno el automotor, bajo un gormondio con sus trajecito y corbata, -“Cómo estas eres una persona, pensé que le había pegado a un perro”-, Te veo la cara cabrón mejor ayúdame que ya me desgraciaste para el resto de mis días”, le dijo el Juan Lisiado -“No te vi perdóname, todo esta oscuro y además para que son los puentes peatonales, pase uno, por que no lo usas mi chavo” reviro, el mataperros. Ya no sermones hijo de Norberto Rivera, enfurruñado ladró ya saben quien. Te llevo a la Cruz Roja, acudía para los 15 años de mi sobrina soy el padrino, pero vámonos recio, porque ahí bien ese pinche motociclista. Ya vas Barrabas, cinta de Rolling Stone repuso el Barranquillero. Un doc sinaloense lo atendió de primera, le enyeso el pie y le advirtió que ya no jugara con su perra vida, se había salvado de milagro, que no le tocaba, el conductor pago las curaciones al Barrancas y lo mando en el taxi a su cantón. Barrancas no daba crédito cuando llego a la casa, sorprendidos le dijeron ¿no que te habías ido a una fiesta? Si vengo del más allá, pero esa es otra historia….
Comparte