Las hojas metálicas del portón resplandecieron, en aquella noche poblada por la niebla, dándole un halo misterioso a la accidentada serenata que brindaba de su inspiración el Tenoch, convertido en el Guitarrista Fantasma, Fantomas para los cuates, que con su instrumento musical había permitido el milagro, sus acompañantes se alistaron a cruzar el umbral igual que el músico para llevarse una agradable sorpresa, al menos sus rostros reflejaron una sonrisa de niños, el fortachón anglosapón y el narigón copetudo que acompañaban al Fantomas al cambiaron su hosco semblante, el camino que se presentaba era bordeado por enredaderas y arboles floridos casi fosforescentes iridiscentes, por pequeñas luces de neón de colores los conducirían a un lugar insospechado, unos cientos de luciérnagas también brillaban en aquella tupida ceiba, que tenía sus recovecos, pues comenzaron la andanza que ya se prolongaba ya por largos minutos y que empezaron a inquietar a los caminantes nocturnos, que escuchaban también algunos dulces trinos de pájaros que aquietaron sus malos pensamientos.
¿Ahora que cotorreo? bullía en la mente del Tenoch quien percibía a través de su aguzado oído a lo lejos el sonido de una arpa, un dulce sonido, que lo hipnotizaba, flaqueando su voluntad y redoblaba su fuerza para continuara la caminata que ya llevaba unas largas leguas, lo notaba porque el Barby ya sacaba el bofe y su aristocrática playera Polo number dos estaba mojada de sudor, mientras que el David Karlos ya traía una larga vara que le servía de bastón, también sudaba copiosamente, bien calladitos los pelaos, como si los hubieran entoloachado a los carajos hijos de su pelona, que también como que disfrutaban de la dulzura ahora de una flauta, como si estuvieran en un remanso de paz, que nunca sus enchamucadas almas y vidas se los hubieran permitido, ni por error u horror.
El Fantomas ya rasgaba las cuerdas para el acompañamiento, que seguía iluminada por aquellos diminutos seres luminosos cual hadas en un imaginario país de lo desconocido, que parecían indicarles el camino hasta desfallecerlos, pero se recomponían que ni cuentas se percataron que ya casi amanecía. Ya va salir el sol, soltó el Tenoch, ¡no que íbamos a dar serenata chinga¡ ya me canse, ¿qué va ser peregrinación o qué trueco mi gringo, qué acción mi Deivis Karlangas es manda o que chifladuras? Ya mis “chompers” y mi uña enterrada no dan pa más, vamos a descansar un leve este laberinto esta de locos de atar y ustedes ¿qué tienen que están todos suatos, bien pendecuaros?
A los que los tramposos, respondieron: no hagas olas y siga caminando. A lo que el Fantomas respondió musicalmente “hace algún tiempo en ese lugar/ donde hoy bosques se visten de espinos se oyó la voz de un poeta cantar caminante no hay camino se hace camino al andar/ golpe a golpe verso a verso/ cuando el jilguero no quiere cantar cuando el poeta es un peregrino/ cuando de nada nos sirve rezar caminante no hay camino se hace camino al andar/ golpe a golpe verso a verso… eso esas rolas están de peluches mi Fantomas, eres grande. Gracias mi gringo, -también te gusta la poesía, pues clarines, y en el aire también las compongo como Antonio Machado, al igual que Federico García Lorca son nuestros favoritos, intervino el David Karlos con la vos entrecortada, casi quebradona… Y también me gusta la comida mexicana ya tengo una hambre de lobo, reparo el gabacho, unos de cabesoplas o ya de perdis unos de al pastor alemán serían u agasajo a estas horas. Y siguieron caminando cual migrantes centroamericanos y nacionales persiguiendo el sueño americano, ya después de otro kilometraje, el narigón Deivis Karlos ya se había puesto unas ramas de pirú en las orejas de hobbit que tenía y saco como por arte de magia una botella a la que le dio un buen trago y la corrió a sus compañeros de viajes, ¡chúpenle¡ sin albur que es la pura sabrosura, a lo que no le hicieron el feo para volver a seguir caminando.
Esta selva esta luminosa nunca había visto unos colores tan locochones hasta parece la nueva película del Batman, El Caballero Oscuro, que truco, cuestionó el alma callejera del Guitarrista Fantasma ¿qué nos está pasando?, mira ese estanque que increíble, no pensé que por este barrio estuviera de lujo, hasta parece la Laguna de Zumpango, pero cuando no estaba contaminada. Sin pensarlo que se quitan el vestuario para quedar en traje de Adán, dar el brinco y saltar al agua cual tritones, que ya no se acordaban de la reina de sus desvelos, de la jaina a la que según le habían llevado gallo porque estaban bien enamorados, ¡esto es vida y no limosna de la existencia! reparo el Fantomas, quien se aventaba sus busitos mientras que sus
acompañantes andaban extrañamente repegados, dándose casi respiración de boca a boca, por lo que se alejo, no lo fueran a confundir, cuando que les empiezan a caer unos rocones por la tatema, y después escucharon unas risotadas de unos chamacos que ya emprendían la huida en sus baicas Bennotto, y que le despejaron la mente cuando observo el letrero que decía “Vaso de Cristo. Propiedad Federal, no arrojar basura cualquier persona que se le sorprenda tirando basura será remitido a las autoridades” y ya no le empezó a cuachaleangar el paisaje al Guitarrista Fantasma quien recordó que en el trayecto se había zumbado unos ácidos lisérgicos combinados con vodka y peyote que le había pasado el Melalcoholias a la triada de peregrinos antes de salir como demoños a la Barranca Mulata, a la distancia miro a los viajeros de LSD que ya dormían la mona después de caminar toda la noche habían caído como angelitos negros exhaustos embarrados de lodo y apestando a rayos, mientras a lo lejos sobre la rivera del cuerpo de agua ya se dirigía hacia ellos la chota levantando una tolvanera, pero esa es otra historia….