Estaba el Johnny Barrancas leyendo a “La orilla del mar” o a “La orilla del agua”, el subconsciente del malhadado caminante de San Lucas Matoni, lo traicionaba y quien no quisiera estar en el inmenso mar en Acapulco, Zihuatanejo, en Paraíso o Puerto Escondido, meciéndose en una hamaca disfrutando de la briza, de la sombra de las palmeras borrachas y pachecas de sol, en este infierno de los diez mil demonios en se ha convertido el antiguo reino del rey Netzahualcóyotl… El calor se lo saboreaba el barrancoso tirándose a los ríos de la escritura inmediata, aullando, sudando copiosamente, su decadente mente no era ya la del Ruiseñor del notropil, que después de macerar un deliciosa pasta anaranjada se oxigenaba su dañado cerebro y empezaban a afluir las ideas, llevaba varios años en que se había afrezado, dejando de estar viviendo en vivo y a todo tecnicolor, y la anestesia para fugarse de este caótico mundo, tenía por delante escribir unas líneas de su entrañable camarada, que su muerte siempre seria vengada, le decía al Juan Pablo, por apelativos García Vallejo y mal nombrado como el Rana, Máster, Blaster disaster, Jean Paul de la Globalite, exegeta de SIDA y auténtico teórico de la distopía total y absoluta ¡un, dos, tres, cuatro!…. con quien el Barrancas había pasado tantas correrías y aventuras, se habían conocido en Acatloxford, allá por los años 80s cuando la resaca del 68 todavía pegaba a los universitarios insumisos y rebecones juveniles que no se tragaban las promesas primer mundistas del Carlos Salinas de Gortari, para aquella generación y algunos colados. Sin embargo hubo la universidad paralela, donde las chelas, el pulque, la mota, el peyote y las ventanas del conocimiento elevaban a la distinguida membrecía, que algunos conocieron como “la bandera” porque se levantaba una septembrina tricolor en medio de aquel solar o, el polos bar, que devino en una zona de poder, de los territorios más escatológicos y luminosos y a la vez oscurones que en primer termino se bautizo como el tercer mundo, para finalmente quedar como “el terzo” donde decenas como jean paul vivieron a toda velocidad, amistad, adrenalina, la charla del conocimiento, lunas, poesía, debates, rocanrol y muerte….
Pasarían algunas travesías que condujeron al Barrancas al mar ultramarino del La cenicienta del Pacifico, Ensenada, Baja California, donde después de unos añejos regresaría al Estuche de México, desempleado se encontró en el Tianguis del Chopo al máster, Jean Paul de la Globalite quien tuvo para variar una brillante y distopica idea: lo invito a que se uniera a un periódico de Ecatepunk, el Acontecer News, que era dirigido por el Ciudadano Kaen, contemporáneo también de la misma alma mater, ahí con el tiempo se profundizaría una amistad como pocas, porque tenía que recordar aquellas tardes en el Bar Toño, donde los tragos y la botana eran un elixir para la inspiración en la sala de redacción de la colonia Cuauhtémoc, el oficio siempre fluyendo en la humedad de las cebadas y en el deposito de Imelda donde “las soles” de medio litro precedían a los “churros malolientes” donde también se apuntaban el Morriña una pluma excelsa y ese gran rocanrolero el 6 muertos, y los escritos de una temporada inolvidable de aquella tribuna.
Como no recordar a nuestro homenajeado que acaba de cumplir cincuenta años, en la defensa del campamento en el Belvedere, en el Chopo las cañas y el trueque de libros por mostaza, por lo que tuvimos acceso al conocimiento de “El manjar de los dioses”, de Kent Clark , “Babel” de Paty Smith, los libros de Castaneda, del padrino William Borrughs, Jack Kerouk, Foucault, “El libro de los animales imaginarios”, sin agraviar y por mencionar algunos, como no apreciar a un faro en la mar embravecida de una negra noche, difusor de aquellos pensamientos que nutrieron el alma y el cuerpo, cuerpo que fue considerado y protegido por las iluminaciones de la columna del Notisida, donde muchos descubrimos que un condón te salva la vida, otros de los aspectos que disfrutamos con Jean Paul, fue la hedonista manera de ilustrarse a través de los cocteles de las presentaciones de libros, los debates y como puntilloso el Jean Paul, irredento se las hacia de emoción, ahí en el Fondo de Cultura Económica, en la Librería “Octavio paz”, en la Casa Laham, donde se paraba abría la perspectiva, como también hay que recordar sus ensayos y artículos esclarecedores del suplemento cultural “La Tinta suelta”, sus títulos como “La sociedad gandalla”, y una de sus obras más que cumbres, “El manifiesto pacheco” súper adelantado a los tiempos de la democracia decapitada de Felipe Calderón, como no plegarse “…para lo que son y los que no son y los que se quieren dar un son” y otra perla “no hay peor mariguana que la que no se fuma”.
Regresando el cassete están los debates en la Lonchería del Tacho, donde el Jean Paul, le daba fuerza a la tibieza, falta de huevos del Baby (Cuauhtémoc) Cárdenas, en el la elección del 88 y los trepadores de siempre y la discusión se armaba con la fauna contra con El Lagar, el Pier, el Macaco el Chucho Cuevas, a este último con el inefable Ocho se encontraron en la cobertura periodística, sigue recordando la dañada mente del Barrancas, en la selva chiapaneca en el primer Aguascalientes con el sub Marcos y el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional..
Capitulo aparte, y por la que siempre estaré agradecido decía ya el Barrancas en la insolación, a su inseparable sombra traviesa mi Jean Paul, es el obsequio de “Cómo nutrir el alma de tu bebe” de Elizabeth Clare Propeth, que fue una joya de gran ayuda para el Barrancas y Ángel de la niebla para que llegara su hija Corazoncito a cumplir quien se sabe que misión en este caótico mundo, pero llego sana y salva después de un embarazo de altísimo riesgo y con pocas probabilidades como dicen los Pumas ¡como no lo vamos a querer!….
Y también admirar y felicitar a Juan Pablo por su alta resistencia, tenacidad y fuerza en la guerra molecular de alta intensidad y llegar al medio siglo que le deparara seguramente otras exquisitas y distópicas aventuras con su compañera Noemí… pero esa es otra historia