El Padrino no existe.
Bueno, sí existe pero no es Salvador Cienfuegos Zepeda.
El general fue exonerado por la Fiscalía General de la República (FGR) del siempre eficaz Alejandro Gertz Manero, nomás leyendo las 751 hojas del expediente que Estados Unidos envió con todo y el acusado, liberado y exonerado.
Justicia expedita… para quienes conviene.
Es decir, está más limpio que la conciencia de un recién nacido.
La liberación sin cargo alguno del general secretario de la Defensa Nacional en el sexenio de Enrique Peña Nieto sólo confirma el creciente poder del Ejército y las Fuerzas Armadas, a las que está sometido por presión, por decisión propia y por temor a un golpe de Estado, Andrés Manuel López Obrador.
Basta recordar cómo antes de la epidemia, se la pasaba, un día sí y otro también, haciendo referencia a un golpe militar y descartándolo, como si hubiese tenido información de que se gestaba al interior de la milicia en su contra.
En octubre de 2019, el discurso del general Carlos Gaytán Ochoa encendió las luces de alerta en Palacio Nacional: el ejército estaba inconforme con la estrategia de seguridad del nuevo gobierno y con la orden de no contestar a las ofensas, ataques e insultos del pueblo bueno.
Entonces eran comunes las imágenes de civiles agrediendo a militares, principalmente en los operativos contra la ordeña y el robo de combustible, llamado ridículamente huachicoleo.
El discurso fue frente al general Luis Cresencio Sandoval, actual secretario de Defensa Nacional. Gaytán Ochoa dijo en un desayuno con la elite militar que en el Ejército “existen preocupaciones por la polarización del país y los soldados se sienten ofendidos”.
Desde entonces, y ya desde antes, incluso, López Obrador consentía a los militares y repetía que en México no se daría jamás un golpe de Estado, porque el Ejército es leal a su comandante supremo.
Al presidente, pues.
En campaña y aún después de ganar las elecciones de julio de 2018, decía que los militares volverían a los cuarteles, porque la estrategia de Felipe Calderón Hinojosa, quien declaró la guerra sin planeación y “dio un golpe al avispero”, continuada por Enrique Peña Nieto, estaba equivocada.
Y llegó a acusar al ejército de cometer masacres y matanzas.
Que acababa con los jóvenes, con los criminales, que son seres humanos.
Hoy ese Ejército criminal es fundamental en su plan de gobierno.
Ni lo regresó a los cuarteles ni lo sometió.
Todo lo contrario.
Hoy no sólo combaten al crimen y al narcotráfico -se concretó la reforma constitucional que les otorga facultades para investigar, se creó la Guardia Nacional que iba a ser dirigida por un civil y que en realidad comanda un militar-, y hacen de todo.
Construyen el aeropuerto Felipe Angeles, en Santa Lucía; participan prácticamente en todas las obras del gobierno federal, auxilian a la población en caso de desastres, escoltan las pipas de Pemex que transportan combustible para evitar la ordeña, queman sembradíos de mota y amapola, y hoy hasta aplican la vacuna contra la Covid-19.
Por eso Andrés Manuel los ha consentido. Por eso tienen 4 fideicomisos por más de 30 mil millones de pesos, cuando se extinguieron 109.
Por eso hace unos meses aseguraba en sus discursos que el ejército mexicano es leal, patriótico y que jamás cometería un golpe de Estado.
El Ejército y las Fuerzas Armadas, históricamente la base de todos los gobiernos en el mundo, tiene hoy un poder inusitado.
Y la exoneración fast track de Cienfuegos Zepeda así lo confirma.
Cuando la DEA (Drug Enforcement Administration, en inglés) lo detuvo en el aeropuerto de Los Angeles, California, en octubre del año pasado, el discurso a bote pronto de Andrés Manuel y hasta del canciller vuelto secretario de Gobernación y vicepresidente de facto, Marcelo Ebrard Casaubon, fue de condena y de repudio.
¡Ah!, pero cuando la clase militar, poderosa, protestó por el trato dado a su máximo representante en el gobierno peñanietista, Andrés Manuel dio la orden a su Carnal Marcelo para negociar con el gobierno de Donald Trump, a quien se le concedió todo para que dejara de apretar con sus amenazas de aumento de aranceles y de rompimiento comercial si no se frenaba a los migrantes… invitados por el presidente mexicano a venir a México.
Y así fue como, inusitadamente, Washington ordenó la liberación, sin cargos, de Cienfuegos Zepeda.
Y así fue como Gertz Manero, fiscal carnal de López Obrador, obedeció la orden de éste.
Y así fue como Ebrard Casaubon se contradijo.
El 19 de noviembre declaró:
-Para México no existe el escenario de impunidad. Sería muy costoso para México haber optado por tener esta conversación con Estados Unidos, lograr que se desestime por primera vez en la historia los cargos contra un ex secretario, en este caso de la Defensa, que se haya retornado a México y luego no hacer nada. Sería casi suicida.
Pues ya lo fue.
La exoneración de El Padrino, como le llamaban según las 751 hojas del expediente hecho público ayer por la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) de Ebrard Casaubon, a orden de su Carnal y jefe, está consumada.
Ciertamente, el expediente muestra inconsistencias, como faltas de ortografía que, difícilmente, un funcionario del nivel de Cienfuegos debiera cometer, que se observan en los mensajes de Blackberry revelados.
O cuando Juan Francisco Patrón Sánchez, el H2, conversa supuestamente con su sobrino Daniel Isaac Silva Gárate, el 9 de diciembre de 2015.
-El Padrino me dio el nombre de Salbador Sinfuego Zepeda (así escrito), dijo a su tío.
¿Entonces quién es El Padrino?
Andrés Manuel López Obrador acusó a la DEA de mentir, prácticamente de inventar.
Y respaldó a la FGR.
A Gertz Manero.
-Ayer resuelve la Fiscalía que no procede la acusación que se le fabricó al general Cienfuegos por la agencia estadunidense encargada del combate a las drogas. Por la DEA.
Yo lo que veo es muy poco profesionalismo. Se actuó a la ligera. ¡Y eso de las casualidades!
Y cómo es que se lleva a cabo la captura unos días antes de la elección, dijo en la llamada mañanera.
¿Qué tiene en la cabeza Félix Salgado Macedonio?
El virtual candidato de Morena a la gubernatura de Guerrero se organizó una fiesta de cumpleaños, con quinientos invitados, de gorrones y convenencieros.
El senador con licencia morenista es lo peor que puede sucederle a ese estado, de por sí en ruinas por los gobernadores que ha tenido, como el actual Héctor Astudillo Flores.
Vámonos: De Benito Juárez, a Benito Mussolini, a Benito Bodoque.
albermontmex@yahoo.es @albermontmex