El perdón que pidió Felipe Calderón no fue como el que le exigían Javier Sicilia y millones de mexicanos por los 40 mil muertos de su guerra contra el crimen organizado: fue un perdón, sí, pero sólo y exclusivamente por no haber llegado a tiempo a proteger y salvar a quienes han sido asesinados por los criminales, no por las víctimas inocentes –“las menos”, según él mismo- y los daños colaterales, pero, mucho menos, por haber comenzado esta guerra.
Y ayer, en twitter, refrendó lo dicho en un día en el que sumó 34 tweets: “Y sí, debemos pedir perdón por las víctimas que no pudimos defender. Pero no por haber actuado contra los criminales que causan esas muertes”.
En el diálogo por la paz, justicia y dignidad, Calderón mostró tres caras: la del presidente autoritario, que golpea en la mesa, arquea una ceja e impone; la del que se conmueve al grado de quebrársele la voz y la del que escucha, negocia y hasta bromea.
Créame que si lo hubiera planeado no le hubiera salido tan bien. Me explico: pese a que advirtió que el combate al crimen continuará, pese a que, como ya señalé, el perdón fue a medias y pese a que dejó bien claro que su estrategia no cambiará “mientras no haya otra”, cierra una semana muy productiva, al menos en imagen.
Veamos: lo alabaron en Guatemala, a donde acudió a una reunión de seguridad regional; le echó flores el zar antidrogas de Estados Unidos, Gil Kerlikowske, en la cumbre bilateral en la Ciudad de México al decir que es muy valiente; atrapó a Jesús Chango Méndez, jefe de La Familia Michoacana, y también a Javier Sicilia, quien con la foto del abrazo le dio, prácticamente, el perdón y el aval a su lucha.
El encuentro fue igualmente emotivo y tenso que el de Ciudad Juárez en febrero de 2010, cuando la masacre de Villas de Salvárcar tenía quince días y Luz María Dávila, madre de dos jóvenes ejecutados en aquella fiesta, le reclamó: “¡No diga sí, señor presidente, haga algo!”.
Que el diálogo se dio como nunca en el Castillo de Chapultepec, sí, y que resulta imprescindible en una democracia, también. Sin embargo, ¿el Sicilia del jueves fue el mismo que exigió a “esos hijos de la chingada” ya pararle y que gritó “¡Estamos hasta la madre!”? No lo creo.
Sicilia parecía sobrado, acaso influenciado por esos personajes de siempre como Emilio Alvarez Icaza y los izquierdosos asesores que le sugieren reclamar todo, desde el fallido operativo contra Hank hasta la captura de El Chango Méndez.
Y esa entrega de un escapulario y un rosario que familiares de algunas víctimas le dieron durante su caravana de Cuernavaca a Ciudad Juárez ¿qué tal?
Margarita Zavala, y el secretario de Gobernación, Francisco Blake, flanqueaban al mandatario. ¡Ah! y también estaba Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública, de quien Sicilia exigió su renuncia en el Zócalo tras la marcha que encabezó desde Cuernavaca, Morelos, después de que su hijo, Juan Francisco, fue ejecutado en Temixco, Morelos, junto a otras seis personas y que detonó este movimiento.
Calderón de entrada se mostró duro, reacio y hasta agresivo cuando contestó a la exigencia de Sicilia de que se disculpara y pidiera perdón por los altos costos de la guerra.
“En su calidad de representante del Estado, señor presidente, está obligado a pedir perdón a la nación, pero en especial a las víctimas”, dijo Sicilia al comienzo del encuentro en el Alcázar del Castillo.
“¡Ahí sí, Javier, estás equivocado!”, dijo el presidente mientras golpeaba en la mesa y levantaba la ceja, indicativo de su molestia. “Contra lo que se ha dicho que fue irresponsable actuar, pienso sinceramente que lo verdaderamente irresponsable hubiera sido no actuar.
“Sí, efectivamente, el Estado tiene una responsabilidad y tienes razón, el no haber cumplido en todos los órdenes de gobierno con su deber de proteger la vida de las víctimas. Y en ese sentido, todos los que integramos el Estado y cada quien en su grado de responsabilidad somos responsables. Y coincido en que debemos pedir perdón por no proteger la vida de las víctimas, pero no por haber actuado contra los criminales.
“De lo que en todo caso me arrepiento es no haberlos mandado antes y de no haber tenido un operativo justo en Cuernavaca, que pudo haber atrapado a la banda que mató a Francisco,- hijo de Sicilia.
“Y en ese perdón tenemos que ir todos los que fuimos omisos en eso, y también quienes se han empeñado en frenar la acción”. Y después hizo una mención del porqué de esta estrategia, que defendió por supuesto, para reiterar:
“Sí, sí es de pedir perdón por las víctimas que murieron y que no pudimos defender, pero no es procedente por haber actuado contra los criminales que están causando esas muertes”.
¿Lo ve? Calderón se negó a ofrecer una disculpa y a pedir perdón por los 40 mil muertos de su sexenio, hasta ahora, y por las víctimas inocentes, muertas en los cruentos tiroteos o quienes han sido confundidos por las fuerzas federales.
Lo hizo, textual, por las víctimas a las que no se pudo salvar, pero siempre dejando bien claro que no los mataron las fuerzas del orden, sino el crimen.
Calderón, aunque dispuesto a escuchar, ciertamente, no pretendía ni pretende dar un paso atrás en esta lucha que comenzó en 2006 y que llevará hasta el final de su mandato.
Y en lo que podría interpretarse como una justificación dijo:
“Que me gustaría que esta violencia terminara, por supuesto. Me gustaría ser recordado por lo que he hecho. Lamentablemente voy a ser recordado por este tema y, probablemente, con mucha injusticia”, dijo.
Que no le avisaron
Justo lo que ya le he dicho en esta columna, el presidente lo confirmó el jueves al asegurar que en el operativo contra Jorge Hank Rhon no le avisaron.
“Independientemente de cómo haya sido la captura –como reconociendo que se violaron los derechos de Hank al no existir orden de cateo o aprehensión- había delito”, dijo y “no, no me avisaron, y me molesté mucho y ya apliqué correctivos”. De ser cierto, qué grave y de no serlo, más grave.
Y ayer, insisto, pasada la emoción y después de que analizó lo sucedido en Chapultepec, Sicilia dijo que lamenta que el perdón de Calderón no haya sido más de corazón.
“Yo hubiera preferido que fuera más del corazón mismo del presidente, pero lo que le estamos pidiendo, que es el cambio de estrategia, no lo entendió”.
Sepultan la reforma política
Nadie creyó que los partidos políticos serían capaces de atentar contra su emporio, que les representa acaparar candidatos y miles de millones de pesos en recursos y así fue.
La reforma política, que permite candidatos ciudadanos o independientes -¿lo serán realmente?- está sepultada, al menos para 2012. Francisco Rojas, coordinador de los diputados del PRI, se reunió el jueves con Francisco Blake, secretario de Gobernación, en el club de industriales, e hizo el anuncio.
La reforma requiere ser aprobada antes del 30 de junio en 17 de los congresos estatales para poder aplicar en las elecciones de julio de 2012, lo que a estas alturas es, prácticamente, imposible.
No me ayudes, compadre, le dicen a Fox
Y luego de que el ex presidente Vicente Fox –el mismo que ahora regala bandas presidenciales en su restaurante de San Francisco del Rincón, junto a Martita, como si fuera cualquier trapo-, dijera el domingo que el PRI va a ganar las elecciones del Estado de México, y las presidenciales de 2012, los panistas se pararon de uñas.
Josefina Vázquez Mota, coordinadora de los diputados pitufos –azules-, además de asegurar que continúa con su “proyecto interno de llegar a la contienda interna de mi partido y buscar la candidatura a la presidencia”, dijo que “el presidente (sic), el ex presidente, está equivocado”.
SuperChepina, quien sirvió a Fox como secretaria de Desarrollo Social hasta que renunció para irse con Calderón –a su campaña- asegura que no minimiza los desafíos, pero dice estar segura de que, como en 2000 y 2006, lo conseguirán.
Como dijera Calderón, su actual jefe, aunque en referencia al PRI, eso está por verse.
Y mientras, hoy comienzan los cierres de campaña en suelo mexiquense. Eruviel Avila inició en Toluca como preludio del cierre del próximo miércoles en Ecatepec, municipio de donde es originario y al que gobernó dos veces.
Alejandro Encinas y Luis Felipe Bravo, sus competidores por PRD y PAN, son simples espectadores. Ocho días para las elecciones.
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