No sólo basta con las buenas intenciones, para cumplir la eterna promesa de los gobiernos en turno y, principalmente, el centro de propaganda política de los gobiernos populistas: reducir la desigualdad y erradicar la pobreza.
Generalmente, los gobiernos populistas se desviven en la demagogia permanente: valiéndose de halagos para las clases desfavorecidas (los descamisados, el pueblo bueno o la patria pobre), sosteniendo falsas promesas que son populares, pero difíciles de cumplir y otros procedimientos para adoctrinar, convencer al pueblo y convertirlo en instrumento de la propia ambición política.
La idea de redistribución de la riqueza, de estos gobiernos, gira en torno a la leyenda de Robin Hood: Quitarles a los ricos, para regalarle a los pobres, hasta el instante en que ya no haya ricos y todos sean pobres.
Nuestra condición humana, nos mueve a actuar para aliviar el sufrimiento de nuestros semejantes, a evitar el dolor evitable y a buscar el bien común, en nuestra comunidad. Pero, no es suficiente tener sólo buenas intenciones y abogar por que el gobierno asuma un papel paternalista, una política asistencialista, totalitaria y centralista, en la aplicación de los programas sociales; una política que es excluyente y que menosprecia la importancia de la operación ordenada de los programas y la participación de la sociedad civil.
El nuevo gobierno de cuarta apuesta a una estrategia burda y perversa, en la que se busca ignorar todas las normas y reglas de operación, para entregar de manera directa y en “cash” el recurso a los beneficiarios de los programas. Es decir, regalar el dinero a discreción, para mantener una base clientelar-electorera; y sostener, así, a una nueva clase política que, en adelante, buscará la mediocre administración de la pobreza.
La vieja frase: “que te mantenga el gobierno” será el eslogan de esta transformación de cuarta; donde, sin importar la condición social y la paridad en la distribución de los recursos públicos. Todo “regalo de dinero”, que dé el gobierno federal, se entregará a quien lo necesite o no.
Porque estos apoyos no se sustentan en estudios socioeconómicos confiables, ni en un proceso de verificación para que los beneficiarios no reciban más de un programa por familia. El “censo”, que más bien es un levantamiento de candidatos a recibir los programas, es realizado sin método estricto, ni reglas operativas; son registros discrecionales realizados casa por casa por los mal llamados “Servidores de la Nación” (sólo faltó agregar “Bolivariana”), que no son más que militantes y simpatizantes de Morena, que están reclutando electores cautivos potenciales.
Así, en un solo hogar, los integrantes de una familia podrán recibir hasta tres o más programas sociales: la o los abuelitos, la Pensión a Adultos Mayores (aun sean pensionados del IMSS, ISSSTE, ISSEMYN, Afore, etc.); la mamá, con sólo manifestar que es jefa de familia o trabajadora, recibirá el Apoyo a Madres Trabajadoras (ya depende de ella si lo destina o no para la guardería, si tiene niños menores de 4 años); el hijo(a) que estudia prepa, recibirá una beca escolar (así tarde más de tres años en concluirla) y; el hijo(a) que es NINI, recibirá su beca de Jóvenes Construyendo el Futuro (aún pase toda su juventud buscando trabajo, rogándole a Dios no encontrar).
Lo que no ha entendido el gobierno de 4ta. y sus defensores, intelectuales perversos que no aprenden de las malas experiencias del populismo, es que los gobiernos son ineficientes, por muy buenas intenciones que tenga quien lo encabeza. Aún más, si se conforma por funcionarios inexpertos, improvisados y con objetivos mezquinos de adoctrinamiento político disfrazado de “justicia social”, ¿primero los pobres?
Los funcionarios de este Gobierno, que promueve la sustitución del “Neoliberalismo” por el “Neopopulismo”, no sufrirán las consecuencias directas de sus malas decisiones, pues siempre trasladarán la culpa de sus errores, negligencia y demagogia a: los errores de gobiernos pasados, al neoliberalismo, al intervencionismo extranjero, a los poderes fácticos, a las mafias del poder, a la oposición, a la crítica fifí, a los empresarios y a “una operación masiva de la derecha”.
Al final, quien pagará los platos rotos será el contribuyente cautivo, el que, sí trabaja, el que produce, el que emprende, el que genera empleos y riqueza… el que no es mantenido del gobierno, pero si exprimido por él.