Es reiterada la pregunta ¿cómo ves las elecciones? ¿crees que pierda el PRI? Sin duda, es un punto de interés colectivo y por eso vale la pena hacer algunas consideraciones. Es importante mencionar que, en el Estado de México, el mismo grupo ha gobernado desde 1942; es decir, lleva 81 años sin perder el control político del gobierno estatal. También es interesante acotar que nunca habían tenido un adversario de alta competitividad como el que enfrentan en este proceso electoral.
Si bien ha existido alternancia en la mayoría de los municipios mexiquenses, esto no ha significado un riesgo para la clase política identificada con el viejo y nuevo PRI. Más bien, la alternancia con la oposición ha sido un riesgo calculado por el priismo. Esa tendencia bajo control ha cambiado luego de las elecciones de 2017; y todo indica que puede consolidarse en 2023, en un escenario que pronostica una derrota para el PRI.
Sin embargo, es relevante considerar que el PRI mexiquense si algo sabe es competir. Es el único partido en la entidad capaz de cumplir con todos sus representantes en las casillas electorales; de igual manera, cuenta con una estructura de movilización del voto en los 125 municipios que componen el estado. Estas dos condiciones básicas no las reúnen sus opositores ni siquiera sus aliados.
Adicional a estas ventajas operativas, para este proceso contará con el apoyo de los medios nacionales: sus columnistas, sus reporteros y de su línea editorial. Esta tendencia es lógica por el enfrentamiento que los dueños de los medios tienen con el presidente del país. Los grupos empresariales locales y nacionales es probable que apoyen la causa del PRI por considerar sus intereses en riesgo, al menos, en la modalidad en la que siempre han operado con los gobiernos priistas. Al parecer, los grupos religiosos organizados también apoyarían a la candidata de la coalición PAN-PRI-PRD.
Si bien disminuidos, los sindicatos de trabajadores, transportistas y organizaciones de comerciantes establecidos, ambulantes y tianguistas sumarían a sus agremiados a la causa de la coalición priista. De igual manera, cuentan con el apoyo de sus gobiernos municipales, tanto los del PRI como los del PAN, fundamentalmente. En estás administraciones no hay miramientos: todo va para la causa. Y la causa es ganar.
La nómina de trabajadores de la administración estatal es considerable y actuarán en bloque por sobrevivencia, ¡nunca han tenido otro patrón que no sea el PRI! El sindicato de trabajadores estatales y municipales es otra unidad operativa inseparable de la continuidad. La policía estatal y las municipales siempre actúan por orden oficial. Su ejército de operadores es numeroso y actúan siempre con sentido de unidad, todos apoyan la causa y son efectivos cuando no simulan.
A pesar de todo lo señalado, el voto más duro en favor de la coalición se ubica en el Programa de las Tarjetas Rosas y en el de las clases medias. La movilización de las mujeres beneficiadas está cuidada para dar miles de votos. Por rechazo al Lopezobradorismo, una cantidad de votos que puede ser decisiva para la coalición está garantizada en la participación de las clases medias. Este voto no lo mueve nadie, se mueve solo y puede ser la diferencia entre ganar o perder.
La coalición suma ventajas atractivas para seguir en el poder estatal, pero existen dos variables de alto riesgo: el hartazgo hacia el PRI y una percepción creciente de derrota. Es la corriente contra la que tienen que remar y, para ello, es necesario evitar la simulación del grupo que rodea a la casi candidata de la coalición.