El rojo del cielo se encendió cual lienzo al óleo de Vicente Van Gho, para iluminar el paisaje circundante, árboles, casas, gente que caminaba alrededor de la pirámide de la ciudad amurallada, la esfera fuego anaranjado que se estacionaba en el horizonte colmaba la contemplación del Juan Barrancas que se deleitaba en silencio, sin que los ruidos de los coches, los claxonazos de los cafres, los gritos de unos futbolistas echándose una cascarita al lado en la Plaza Wichita lo perturbaran. Era una comunicación profunda del ser con el universo, como seguramente, pensaba se conectaban loa que alguna ocasión habían disfrutado de aquel valle ahora convertido en caos, ruido comerciantes que ofertaban sus frutas, tacos de cabeza, dulces, churros donas, pura comedera, pero también aparecían los enfermos que pacientes tomaban su ficha para la consulta del doctor de medicamentos genéricos que estaban de paso, por ese camino real para cientos que se distribuían por la y griega que formaban el camino viejo a la ex Hacienda del Tenayo en calle Tizoc, –un recordado chichimeca– donde estaba la vinatería o-my-good y más adelante el expendio de pulques “El Rinconcito” donde el néctar de los dioses rifaba con la botana de enfrijoladas, chicharrón en salsa verde y más salsa de molcajete para los clavados, que combinadas con el neutle, los curados de avena, jitomate, piña, durazno y de más variedad, ponían en gravidez a los no poco parroquianos que combinaban el lenguaje del gallito inglés, que juegas siempre con él, los calambures y el gozo de la embriaguez de los magueyes que rifaban por los caminos las milpas, pero que ahora los habían extinguido, las “cebadas” bien frías, los barbacoyeros, los forasteros que había expulsado a la mancha urbana de la gran ciudad delos palacios, la otrora Tenochtitlan y que cubrían con sus casas ya las faldas de los cerros de Guadalupe y “la modernidad y el progreso” con la carretera, –donde pasaba el “postergado” — la súper a Querétaro, “paso para el norte” de Mexicalpan de las tunas la gabacho, San Luis, Chihuahua, Tijuana, Ciudad Juárez, el mofle de los foráneos retumbaba estruendosos con los pasajeros abordó que atisbaban apenas la ciudad amurallada, como cualquier lugar sin importancia, aquella zona sagrada con su observatorio cósmico donde el Juan Barrancas sintió una mano en la espalda.
Ahí estaba levantando su mazo y ataviado con sus pieles y plumas, colguijes, amuletos, chuchillo de obsidiana un guerrero, quien resplandecía una luz amarilla, azul, cual aparición de un brebaje de los especiales del mentado Rinconcito…
El Juan Barrancas, pa pronto soltó, ¿qué acción y tú de donde saliste mi carnal? si ahora no me he puesto como quiero para andar viendo visiones jajajajajaaa. –No tengo porque darte explicaciones Juan, solo vamos a dar un recorrido para que me expliques que está pasando en los que fue el reinado del gran Tlatoani Xólotl, mi nombre es Nopaltzin. ¡A chinga pues que tengo cara de guía de turistas o que jais! Haber despepita cual va ser la misión. –Últimamente hay muchos muertitos en el barrio y allá por el Mictlán están desconcertados, dijo el Nopaltzin con voz pausada y serena muy dulce como si en la acción de la palabra hubiera una fuerza difícil de dejar de escuchar, aquí en Tenayucan las cosas eran diferentes, el pájaro cenzontle le hablaba a la flor, mandaba su mensaje a la tribu había una armonía, una paz y ahora esta cambiado. Así es mi pequeño saltamontes, mi amigo Nopaltzin bienvenido al caos total y absoluto. Había terminado de soltar las palabras cuando de manera inexplicable se encontraban ya caminando por el rumbo del campo santo, donde el Juan Barrancas empezó a abrir los ojotes, al ver que en el barrio las sombras de la noche perfilaban a los transeúntes como en una niebla espesa y a pesar de que en las calles iban y venían el silencio era contumaz, no podía escuchar algún sonido. Volteo a mirar a Nopaltzin quien ya le decía: no temas que como dicen por aquí solo Judas temió, no pasa nada, las vibraciones son de bajo espectro, ¿y eso que quiere decir? Rebuznó el burriciego. Que ellos no te pueden ver porque tu estas en otro plano, prosiguió– estas frío y por un tiempo no vas a sentir ni escuchar es como estar fuera de circulación, mas menos, me explico cuestionó al Juan, quien lo único que pudio decir “presta para andar igual, que es lo que te pone así” Emulando al Alex Lora, seguía canturreando por los caminos de la noche cuando por la avenida principal vieron un tumulto, una centena de gentes se arremolinaban en medio de la avenida Benito Juárez, en donde estaba el altar de los innombrable, “Le pegaron al chuchis unos balazos”, se escuchaba el murmullo, nomás le soltaron ocho balazos, la imagen era ya común del barrio, yerto ensangrentado en el suelo un infeliz con la mirada vidriosa inerte escurriendo sangre por la boca y el cuerpo desangrando, uno más que se echan , y son los mismos que andan de maloras hace tiempo.. Los llantos de mujeres, y el sonoro estruendo del aviso del paso de tren congelo la imagen, el Barrancas no daba crédito otro más de los del barrio que se lo despachaban con “la flaca”. El Nopaltzin le dijo vez a lo que me refiero: el umbral de la muerte lo han abierto los demonios, y es hora de pararlos, ¿de pararlos kimo savi? No me apuntes, que yo estoy muy a gusto aquí de baboso, pero no tengo aptitudes de guardián del orden, apenas tengo para entender que viene a hacer aquí y en eso empleo mis neurotransmisores. Tu haz sido elegido para acabar donde están los que están sembrando el miedo, tú los conoces. Bueno eso como de conocerlos conocerlos, es una exageración, tengo una idea remota, pero si te das cuenta arriba del cerro debajo de la capilla que construyó el padre Rafael que me lo mandaron para San Juan Totoltepec, no sé porque, el padrecito era a todas madre, que déjame decirte era rudo pero a todas madre, te decía tus verdades aunque dolieran, pero te daba el bálsamo y te sentías mejor, tenía buena vibra pero bueno debajo de la capillita y de la Santa cruz, que con tantos esfuerzos construyó para bien de la comunidad, sí te das cuenta por ese lugar están pasando cosas extrañas, yo ya ni subo, por la primera y última vez que estuve por ahí me sacaron una charrascota, me dieron una corretiza y del miedo me dio chorrillo varios días que ni la ranitidina, ni el omeprazol para la gastritis me componía el córrele que te alcanzo mi estimado Nopaltzin. Bueno tenemos que ir allá, respondió el guerrero. Y dale de nuevo la burra al trigo, ¿tengo cara de explorador? Además tengo un jaira que ya no la aguanto discútete mejor unos tacos del Serrano, son los mejores de cabeza al horno, ponte ¿cómo ves mi Nopaltzin? Bueno iremos también ya medio hambre decía ya con empatía el guerrero del Mictlán. En un dos por tres ya estaban en el tendejón del queretano que hacía chupar los dedos con la carne de vacuno, salsa, verdura y unos “chescos” que ay papá, ya disfrutaban del gourmet culinario del barrio, cuando para la mala suerte de Barrancas llegaron unos vatos que los andaban cuerdosos y bajaron en un cuatro llantas rodante y se les quedaron mirando feo a la pareja. ¿Y estos porque nos miran así? no que no podrían Nopaltzin. Estos sí nos pueden “vicentiar” y lo peor tantito es que viene por ti, son las sombras que te quieren llevar, pero se les va a apestar. Ayayay quien está el mismo Juanito Barrancas que anda juido desde hace unas vidas y al fin lo encontramos donde menos esperábamos, el Barrancas se puso en alerta le estaban sabiendo de lujo las “muertes lentas” y ya apuraba el refresco por lo chiloso de la salsa cuando sintió que ya iban por él y el Nopaltzin había desaparecido, pero esa es otra historia…
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