El resplandor de la puerta del museo de Xólotl, el gran tlatoani de los chichimecas era cegador, ¿on toy? dijo el Juan Barrancas, al tiempo que su acompañante la correteable Chofis, expresaba huele raro, como a petate quemado, a lo que el Barrancas hurgo en sus bolsillos y se percató que llevaba todavía el guato de “mostaza” de su autocultivo cannabico, el olor era penetrante y la luz cual espectáculo de luces y sonido del Polymarchs o, cuando en las fiestas patronales le prendían la mecha a los “castillos” los fuegos pirotécnicos, y hasta como con el humo de la pólvora se esparció, cococoffffcooff y también la tos, como si hubiera fumado de la regañona les llego a los dos aventureros, ahí frente a la entrada imponente de aquella pirámide, construida para el culto a Quetzalcóatl, la gran serpiente emplumada, que emprendiendo el vuelo hacia el cielo de la penumbra del ocaso ya realizaba, observaron atónitos y atontados los cachondos mozalbetes después de cruzar, lo que parecía un portal, ¡ay guey mira como en Harry Potter, Germanoyi! Qué diga Chofis,– ¡Cálmate Giovanni dos Santos, no me andes confundiendo con Emma Watson! Cabeza de alcornoque si quieres mantener tu hermosa sonrisa, sin hacerlo caso Juan seguía sorprendido ¡no manches mira cruzamos una puerta del tiempo y el espacio! como la del mago británico y balín que tiene bien sopes a los mexicanos y medio mundo. La Chofis, respiro hondo y profundo al registrar en sus neurotransmisores, un paisaje que la dejo sin aliento, ahí estaba en todo su magnificencia la ciudad amurallada, alrededor de la gran pirámide se celebraba una fiesta única, guerreros con sus atavíos de poca madre, sus pieles de venado, de tigre, sus collares, plumajes, y jóvenes doncellas hermosamente ataviadas que dejaban reflejar su gracia, también tupiéndole al huarache musical elevando la fina polvareda en aquella danza colectiva, en medio de una alegre música que se filtraba por doquier. Juanito Barrancas y la Chofis se miraron incrédulos ante el verdor de los árboles, los jardines que ornamentaban al gran templo, de donde la cúspide salía ese canto dulce y alegre que contagiaba los corazones de todos los ahí reunidos, toda la bandota del barrio en aquel slam punketo en una corriente eléctrica que los ponía en movimiento, cuando de repente una viejecita con un vestido hermosamente bordado de flores de colores y una diadema de flores y plumas les convido un jarrote de presta para andar iguales, espumoso el pulque blanco, cual esquimo mágico, el néctar de los dioses se lo inflaron sin pensarlo para conectarse más, vieron en vuelo una parvada de pajarillos, cientos de ellos, de los que alguna ocasión atravesaban el cielo en sus mocedades, ggluglugluggg el Johnny apuro “la baba de oso”, le lo puso al tiro, mientras que la Chofis mas remilgosa, ya pedía a la viejecita ¡otro jarro del elixir de la fiesta de la vida y del amor! que les fue servido con reverencia al tiempo que en un leguaje gentil que no entendían ni maíz palomo, pero expresaron en sacrílego castellano, las amables gracias al tiempo que Juan con la mirada la invitó a seguirla hacia un jardín donde había un arroyuelo de diáfana y cristalina agua, se sentaron para sorprendidos continuar aquel carnaval de los antiguos pobladores de Tenayuca. Este es otro plano a poco no Sofí, ¿a dónde llegamos? Tu recuerdas haber estado en tus otras vidas en un lugar tan salvajemente hermoso, Cálmate Miguel Portilla, para tu información y bien lo sabes vato esta es zona de poder, este lugar está bien vibrado, eso es lo que pasa y lo mejor es el esquimo que nos invitaron, pura crema de lo mejor. Juauarjuarar tienes toda la razón, mejor ¡a chupar y gozar que este mundo se va acabar! y así continuó el culto al tlachicotón ¡salud por el gran Tlatoani el Rey Xólotl! ¡Y que no pare la fiesta, dont-stop-the-party! hasta que catarsis aguante y las fuerzas desplegadas de nuevo cobraron su sentido y la danza irrefrenable alcanzó hasta más de la madrugada y Jon y Chofis quedaron rendidos para variar en la sombra de un pirú….
El señor de los sueños alcanzo la olas del mar de la turbada y tlachicotonorera mente del Johnny, se conectaba con su viejo en las últimas lunas, los relatos de sus infancia lo trasladaban a un pasado cuando la urbe moderna de México, Distrito Federal, era esbozada por los poemas musicales del Chava Flores, y los salones de baile y las pulcatas eran el centro de esparcimiento de los pachucos, hasta que empezó a proliferar la cerveza, las cebadas bien helodias y las haciendas pulqueras empezaron a decaer, pero en el la cúspide de su bonanza, cualquier barrio citadino que se respetara, debía tener su expendio de pulques finos, que eran buenísimos para la digestión y la digresión emocional como “Los Compadres”, que estaba por la calle de Bach; “Los Fifis”, por la callejuela de Julián Carrillo; “La India Bonita” por la calle que honra al músico Debussy, por la colonia ex Hipódromo de Peralvillo y una que no te voy a decir, ya era la voz de Don Lucio, en las estelas del sueño profundo de Juanito Barrancas: mis parientes eran pulqueros, ora resulta de donde viene el gusto, apuntó mentalmente, era primos de la tu abuela la señora Góngora, Cristóbal, quien tenía una de las pulquerías más visitadas, “La Consolidada”, por aquel tiempo de manera inexplicable por el barrio empezaron a desaparecer las siete vidas de los gatos, era una noticia que no pasó desapercibida, pero el cuento esta que trabajaba de machetero y andaba con unos compas en un tráiler cargando y descargando varillas de acero, unas 15 toneladas en cinco viajes diarina y huevo y me iba bien Juanillo, pues resulta que el pulque estaba siempre espumoso y de primera, les gustaba ir a mis cuates, terminamos de llevar aquel sábadito lindo el primer viaje y ya nos esperaba mi tío con el cazo del almuerzo, chamorrito enchilado ¡ay papá! la carnita estaba para chuparse los dedos en chile cascabel todos repitieron y ya satisfechos emprendimos el regreso a la faena, para que me llamara el tío Cristóbal preguntara al oído al joven Lucio ¡¿Qué tal estuvo el gatito!? Pues a todo dar, con razón usted también le entro se carcajeo, haber cuando regresan están invitados juarajuaraa! Sí que lo preparaba de gourmet, sí que sabía ehh de competencia culinaria !qué cual Chef Oropeza ni que ocho cuartos! Ahí también luego iba con un amigo que era de Tepito, el Antonio, se soltaba don Lucio con los recuerdos, tenía su expendio de pan, pero era bien moto, bien mariguanote como el Germán Valdez Tintan, a le gustaba la mota, la mariguana, como al músico jarocho Agustín Lara, el “Tín Larín” pero a mí no, —-ya en los brazos de Morfeo el Juan reflexionaba porque él era la oveja humeante y negra de la familia—siempre me invitaba al barrio bravo que antes lo era pero “puro trompo bailador” y pues un día que llegamos y ahí estábamos cuando que llega un vato que tenía fama de traicionero y que se me abalanza y de un quijadazo que se queda en el suelo orando y meditando sobre su culeandra manera de ser. Luego un día que vamos a un cabaret allá por la colonia Obrera, que salimos como a las dos de la madrugada ya no había gente a esa hora y que me dan ganar de desaguar la vejiga y que se aparece un policía abusivo que rájale a la malagueña me dio un garrotazo en la espalda que hasta me hizo reparar del dolor y ya venía a soltarme otro traicionero golpe cuando saco mi navaja de pata de ganso, que traía siempre porque un malora que me andaba cocoreando, pero que le doy un piquetito al matute que se quedó aullando de dolor y silbando por ayuda y siempre que andaba con el Toño me pasaba algo por eso comencé a tomar distancia aunque era buen cuate…
Los caracoles sonaron en lo alto de la pirámide del rey Xólotl cual cuadrafónico de última generación, para que posteriormente un silencio solemne cubriera los alrededores, despertando a Juan Barrancas y a la cachonda Sofía, y sintieron una mirada profunda cuando sabes que alguien te está observando detenidamente, y era así, la muchedumbre del XolotlFest, el colectiva neochichimeca ya emplazaba su mirada hacia a ellos¡¿Y ahora estos que se traen? soltó el Barrancas al mirar que caminaban hacia su principesca compañía que estaba bien a gusto en su regazo, pero esa es otra historia…