La lucha por ganar la gubernatura de Michoacán no la detuvo nadie. Ni la muerte trágica del alcalde de La Piedad, Ricardo Guzmán Romero. Ninguno de los contendientes paró un momento, para hacer un llamado a la reflexión profunda de lo que requiere esa entidad, que está dominada y controlada por el narcotráfico. El proceso electoral ha quedado marcado por una desgracia y esa misma desgracia contamina el futuro de la entidad. Los contendientes tuvieron un momento decisivo para poner en marcha un acuerdo político, que diera como resultado el nombramiento de un gobernador de transición, apoyado por todos los partidos políticos, aprobado por el Congreso Local y con la legitimidad del pueblo michoacano.
El sepelio se transformó en la más eficiente coyuntura electoral, fue el acto mediático más rentable de toda la campaña. Lucrar con la muerte se convirtió en el puente más directo para acceder a los medios, para decir: “lo siento, estamos con la familia, rechazamos categóricamente este tipo de actos, que se investigue hasta sus últimas consecuencias, pero voten por mí”. Ruin, pero cínicamente real. Habrá un ganador de la contienda, pero Michoacán será el perdedor indiscutible.
La elección de gobernador del próximo domingo, 13 de noviembre, será recordada por el asesinato de Ricardo Guzmán. Hubiera sido de otra forma, pero los políticos no quisieron. Su meta es ganar la gubernatura, controlar el presupuesto público y tener el poder. Otra cosa sería si los tres contendientes hubieran acordado dar un paso a la reconciliación de los michoacanos con la aprobación soberana de un gobernador de transición, que sentara las bases de la conformación de un nuevo estado, para recuperar la seguridad, la aplicación del derecho y el crecimiento económico. Si la muerte de un ser humano no fue importante para los contendientes, tampoco la desesperación social lo será.
Lamentablemente, eso no pasa solo en Michoacán; es una penosa realidad nacional. En una semana murieron más mexicanos que no merecieron la atención de nadie, únicamente los medios se refirieron a ellos, a las víctimas de la lucha contra el narcotráfico que tiene sometido al país en una desgracia que lamenta la población, misma que se encuentra bajo diversos frentes, a veces como víctimas del fuego cruzado, a veces como víctimas de los grupos criminales, en otras como víctimas de los propios cuerpos de seguridad pública, incluidos militares, marinos y la policía federal.
Lo más aterrador es que ya estamos en el nivel donde ciudadanos inocentes son señalados como delincuentes únicamente para justificar el éxito de algún operativo en contra de cárteles de la droga. Eso pasó en Colombia y se conoció como los falsos positivos; personas que fueron ejecutadas con el señalamiento de ser narcotraficantes, secuestradores, guerrilleros o terroristas. ¿Cuántos inocentes no han sido ejecutados, levantados o desaparecidos para justificar la acción de la autoridad? ¿Cuántos falsos positivos tenemos en México por esta trágica lucha contra el crimen organizado?
Por lo pronto, en una semana, la estadística de muertes se incrementa sin que exista una acción organizada de la autoridad y la inconmovible clase política. Ninguno de los caídos era presidente municipal, diputado o gobernador; tampoco vivían bajo el impacto de un proceso electoral, ¿Será por eso que no llamaron la atención?
3/noviembre/2011. Catorce personas son asesinadas. Tres en el municipio de Boca del Río, Veracruz; cuatro en Acapulco, Guerrero; uno en Oaxaca y seis en una balacera en Ciudad Juárez, Chihuahua.
4/noviembre/2011. Mueren dos personas en enfrentamiento con la policía federal, en Chalco, Estado de México.
5 de noviembre de 2011. Se cometen 18 homicidios en Sinaloa. Ocho de ellos son ejecutados en una cancha deportiva en Culiacán.
7 de noviembre de 2011. Se localizan a dos personas decapitadas en el interior de un vehículo en la colonia Tacuba, Delegación Miguel Hidalgo.
9 de noviembre de 2011. Encuentran los cuerpos de siete personas en el municipio de Durango, Durango.
Si sumamos a los siete “mexicanos de a pie” que fueron asesinados el mismo día que el presidente municipal de La Piedad, entre ellos cinco integrantes de una familia en Sinaloa, la cifra asciende a 50 muertes más, que se agregan a la larga lista de víctimas de la violencia nacional. Desde luego que el indicador es un aproximado de lo que ocurre en el país, el detalle de las personas ejecutadas diariamente lo tienen las autoridades, tal vez bajo el resguardo de la discreción, el ocultamiento de la información o bajo el criterio de no causar más alarma entre la población.
La muerte de presidentes municipales, ex alcaldes, regidores, síndicos hasta la muerte del diputado suplente del ex legislador federal prófugo, Julio César Godoy Toscano confirman lo que es sabido por todos: Michoacán es un estado dominado por el narcotráfico. Es tierra donde la autoridad ha sido sometida al arbitrio de los cárteles de la droga. De nada sirvió el acuerdo de colaboración firmado y publicitado por la Secretaría de Gobernación y el gobernador de la entidad, Leonel Godoy; en poco tiempo tuvieron la respuesta por parte de la delincuencia organizada con el artero crimen del alcalde de La Piedad.
En esa entidad se dio el primer acto de terrorismo con el lanzamiento de granadas de fragmentación, en Morelia, el 15 de septiembre de 2008; en mayo de 2009, fueron detenidos 27 funcionarios públicos –estatales y municipales- por supuestos vínculos con el narcotráfico, hecho conocido como el “Michoacanazo”; además, un candidato a diputado federal renunció al cargo por ser hermano de uno de los líderes del narcotráfico que operan en la entidad; el hermano del gobernador, señalado de tener vínculos con un cártel de la droga, fue electo diputado federal, juzgado en jurado de procedencia, donde fue desaforado y ahora prófugo de la justicia federal. También es la entidad donde, el 24 de abril de 2010, la Secretaria de Seguridad Pública, Minerva Bautista Gómez, sufrió un atentado, donde su camioneta recibió más de dos mil disparos de armas de alto poder, justo cuando salía de las instalaciones de la “Expo Feria Michoacán”.
Si a estos acontecimientos agregamos que, de 2008 a lo que va de 2011, han sido asesinados cuatro presidentes municipales, entonces cobra mayor inquietud el señalamiento de que la entidad es un territorio cedido a los narcotraficantes. Ahí está el registro de los lamentables acontecimientos:
2/junio/2008. Asesinan al presidente municipal de Villa Madero, Marcelo Ibarra Villa;
25/febrero/2009, Asesinan al presidente municipal de Vista Hermosa, Octavio Manuel Carillo Castellanos;
27/septiembre/2010. Es lapidado el presidente municipal de Tancítaro, Gustavo Sánchez Cervantes; y,
2/noviembre/2011. Ejecutan al presidente municipal de La Piedad, Ricardo Guzmán Romero.
Sin embargo, el asesinato de presidentes municipales no es un reflejo aislado de la descomposición política que padece Michoacán; por el contrario, es la continuidad de lo que se tiene en el país, donde la delincuencia organizada controla amplias porciones del territorio nacional.
A los cuatro presidentes municipales ejecutados en Michoacán se tienen que agregar otros 26 que han perdido la vida entre el año 2008 y noviembre de 2011. De acuerdo con lo reportado por “Excelsior”, Milenio y CNN México -todos en sus páginas electrónicas- la lista de los alcaldes asesinados es la siguiente:
28/abril/2008. Zapotitlán Tablas, Guerrero. José Santiago Agustín.
3/junio/2008. Topia, Durango. Manuel Angulo Torres.
25/sep./2008. Ayutla, Guerrero. Homero Lorenzo Ríos.
4/octubre/2008. Ixtapan de la Sal, México. Salvador Vergara Cruz.
6/febrero/2009. Otáez, Durango, Claudio Reyes Núñez.
1/junio/2009. Ocampo, Durango. Luis Carlos Ramírez López.
14/julio/2009. Namiquipa, Chihuahua. Héctor Ariel Mexueiro.
17/febrero/2010. Guadalupe, Chihuahua. Ramón Mendivil Sotelo.
22/febrero/2010. El Mezquital, Durango. Manuel Estrada Escalante.
20/abril/2010. Zapotitlán Tablas, Guerrero. José Santiago Agustín.
19/junio/2010. Guadalupe, Chihuahua. Jesús M. Lara Rodríguez.
20/junio/2010. San José del Progreso, Oax. Oscar Venancio Rivera.
30/junio/2010. Santo Domingo de M., Oax. Nicolás García Ambrosio.
16/agosto/2010. Santiago, Nuevo León, Edelmiro Cavazos Leal.
29/agosto/2010. Hidalgo, Tamaulipas. Marco Antonio Leal García.
23/sep./010. Dr. González, Nuevo León. Prisciliano Rodríguez Salinas.
8/septiembre/2010. El Naranjo, SLP. Alexander López García.
8/octubre/2010. Mártires de Tacubaya, Oax. Artemio Jiménez Baños.
13/octubre/2010. Cruillas, Tamaulipas. José Felipe García García.
5/noviembre/2010. San Bernardo, Durango. Jaime Lozoya Ávila.
8/noviembre/2010. Juan R. Lara, Veracruz. Gregorio Barradas Mirabete.
7/enero/2011. Zaragoza, Coahuila. Saúl Vara Rivera.
10/enero/2011. Temoac, Morelos, Abraham Ortiz Rosales.
13/enero/2011. Santiago Amoltepec, Oax. Luis Jiménez Mata Santiago.
28/julio/2011. Florencia de Benito J. Zacatecas. Fortino Cortés Sandoval.
20/agosto/2011. Zacualpan, México, José Eduviges Nava Altamirano.
El saldo es profundamente desolador: 30 presidentes municipales ejecutados, en su mayoría por órdenes de la delincuencia organizada, en solo tres años. Si en una semana se asesinan a 50 personas y no pasa nada, ¿Cuál es el extremo al que tenemos que llegar? ¿Las elecciones tienen algún sentido cuando se vive en el desgobierno? ¿Realmente Michoacán elige un gobernador el próximo domingo?
Sólo esperemos que las elecciones transcurran en paz y quien gane tenga la madurez política para integrar un gobierno de unidad, que llame al pueblo a poner en marcha un gobierno de transición.
*Ex presidente consejero del Instituto Electoral del estado de México.